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Sentencias y democracia

La democracia la han relatado como la oportunidad de votar y ser votado, ello es tan solo una democracia formal, que se resume en la participación del ciudadano en los asuntos públicos del Estado; sin embargo esa participación es muy limitada, ya que solo se circunscribe en la oportunidad de elegir gobernante entre un grupo de candidatos.

Esa democracia formal si bien fortalece las instituciones del Estado al generar una ficción de participación en asuntos públicos; no se presenta como la solución para alcanzar la democracia sustancial, es decir, acudir a votar y que cuenten un voto, no es garantía para disfrutar mínimos derechos humanos reconocidos por la Constitución; al día siguiente de la votación o de la entrega de constancias de mayoría, la vida de todos sigue igual, salvo la del candidato electo y comitiva; que seguramente estarán planeando como ejecutar los trabajos prometidos, los demás, tendremos que seguir nuestro rumbo, con trabajo o sin él, con acceso a la educación o sin ella, con derecho a la salud o sin tenerla, con alimentos o sin ellos, con agua o sin agua,  la vida seguirá su curso.

Lo interesante debe ser que con la democracia formal la vida cambie, que votar repercuta de inmediato en la mejora social; que votar sea garantía de goce de mínimos derechos humanos como plataforma que determina el presente y futuro de una persona. Si no se accede a derechos mínimos, no es imaginable participar adecuadamente en la vida pública del Estado, a manera de ejemplo:

Si una persona no tiene satisfecho su derecho al trabajo, alimentos, seguridad social, vivienda, educación, por decir algunos, cómo puede esperar la sociedad que este sujeto sin derechos participe en forma efectiva, puede ser víctima de su desesperación y vender su voto o bien, presa del engaño al no razonar el mismo; esta presunción es basada en el hecho que seguramente un sujeto que no tiene trabajo, que no tuvo educación o la tuvo pero no fue de calidad, que no tiene vivienda ni seguridad social, estará pensando en lograr satisfacer primeramente sus necesidades que en informarse respecto de su participación política, y en caso de informarse, al estar excluido o vulnerable seguramente la información recibida no será verídica o bien será sesgada, o no la comprenderá, o pensará que la dadiva de campaña electoral es un regalo y que ello es suficiente para emitir un voto.

De ahí que,  votar y ser votado no es el pilar de la democracia; es uno de sus caminos.

La democracia sustancial entonces, debe ser la aspiración y eje principal para alcanzar la igualdad y disminuir las diferencias, es decir, que todos tengamos acceso a los mínimos derechos que otorga la norma Constitucional: educación, acceso a la salud,  trabajo, vivienda digna,   seguridad social, seguridad jurídica, información fidedigna,  entre otros, ya que satisfechos esos derechos, estaremos en un plano de igualdad que lleven a participar en forma responsable, o bien, cuando se participe disminuirá la sospecha de que algunos ciudadanos venden o no razonan su voto.

Lo anterior es una aspiración, el detalle y la respuesta del millón es cómo lograrlo; posibles respuestas: una es a través de marchas y plantones, misma que considero no es viable, la sociedad no quiere violencia ni maltrato a otros derechos; esperar que los gobernantes lo hagan espontáneamente, tampoco debe ser así ni creo que suceda, requiere activismo, pero un activismo trazado por la norma, que se componga de dos ejes, uno empoderar a los ciudadanos de sus derechos, es decir, culturalizar a la sociedad de todos los derechos humanos que goza, y otro, exigirlos judicialmente cuando la autoridad deje de cumplirlos; la vía, el Juicio de Amparo, sin que sea el único camino; ni que se pretenda dejar en manos de  abogados el tema de derechos humanos, pero siempre será una buena alternativa.

Cierto no hay garantía que judicialmente se obtenga lo que se pida, sin embargo, se puede ir construyendo la teoría judicial de la exigibilidad de los derechos humanos; sobre todo de los denominados: sociales, económicos y culturales, y un día, esperemos no muy lejano, todos los Mexicanos poder vivirlos; poder gozarlos.

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