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Federalismo electoral flexible

Se discute una nueva reforma electoral, con iniciativas que van desde la elección popular de quienes integran la Suprema Corte a la desaparición del Consejo General del Instituto Nacional Electoral. Los ejes principales que sostienen la pertinencia de la reforma son la austeridad y la inexistencia del federalismo electoral a partir de la reforma constitucional-electoral de 2014.

Abordaré el segundo tema porque considero que es el que normativamente se puede atender con mayor facilidad.  Parto de reconocer que en los cambios constitucionales de 2014 se creó un auténtico sistema electoral nacional lo que significó dar facultades a una autoridad ya no federal, sino auténticamente nacional, en los comicios locales.

Me explico. En el INE se encuentran dos calidades de autoridad: una, como nacional; otra como federal. Opera como autoridad nacional en temas como fiscalización u operación de casilla única; funciona como autoridad federal en el registro de candidaturas a diputaciones federales o en los cómputos de senadores.

Las facultades directas que tiene el INE en materia de elecciones locales, como la casilla única;  o indirectas, en materia de supervisión de la documentación y material electoral de comicios estatales, tienen como base la necesidad de contar con mínimos de calidad y similitud en todas las elecciones.

Además el INE tiene la posibilidad de atraer asuntos locales así como de asumir total o parcialmente comicios. Ha emitido reglas que tienen a conseguir esos mínimos que apunté. El mejor ejemplo es el Reglamento General de Elecciones.

Esta última parte es compleja en su ejercicio porque el INE no es una autoridad legislativa, ni puede sustituir a las Legislaturas locales en sus facultades, y cada entidad tiene sus normas que pueden no ser del todo armónicas con la nacional. No puede operar bajo una idea de perfeccionismo que ignore las disposiciones legislativas estatales.

Todo este complejo entramado es coherente con un modelo federal, si partimos de los principios de subsidiariedad y de lealtad federal. Como tal da un amplio margen para su operación.

El principio de subsidiariedad implica que lo que puede hacer un ámbito (no nivel, dado que en el federalismo no hablamos de jerarquías entre lo municipal, lo local y lo federal; mientras que lo nacional lo engloba todo) más cercano a la ciudadanía no lo haga otro, aunque tenga mayores recursos. El principio de lealtad federal supone cuando las autoridades ejercen sus competencias no deben estorbar el ejercicio de las propias de una diversa, en pocas palabras, no ponerse el pie entre lo federal y lo local.

Considerando ambos principios el ajuste al modelo puede venir no del cambio constitucional sino de una operación diferente. El INE tiene la posibilidad de delegar funciones en los organismos electorales locales tanto como de atraer  y de asumir, por tanto su Consejo General tiene la posibilidad de moldear el federalismo electoral en un sentido más o menos centralista.

Pero mejor aún, tiene la posibilidad de utilizar sus facultades para desarrollar un federalismo electoral asimétrico; atendiendo a las posibilidades técnicas, humanas y financieras de un instituto o comisión electoral, pueda delegar algunas funciones, o al contrario atraerlas o asumirlas total o parcialmente.

No tiene que delegar de la misma manera a todos y en el mismo momento.

Esto permitiría el que se desarrollen, se mantengan o se recuperen las fortalezas de los organismo locales según su propio historial, a la vez que reconoce la limitación económica y por tanto material y humana a la que están sometidos algunos por sus gobiernos locales. Permite que las personas que conocen mejor la regulación local la operen, y permite retirar algunos asuntos de la innumerable lista de pendientes que tiene todo proceso electoral.

La asimetría no es injusta por sí misma. Flexibiliza un modelo federal y permite generar trajes a la medida.

Entiendo que se podrá decir que esto complicaría la operación desde el centro, la que es una razón atendible. Pero pregunto: ¿La mejor forma de defender el federalismo electoral no es el demostrar en la práctica una vocación federalista?

 

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