El día de ayer (25 de noviembre de 2021), se instaló formalmente en sesión permanente, el Consejo de Representantes de la CONASAMI (Comisión Nacional de los Salarios Mínimos) para fijar los salarios mínimos que estarán vigentes a partir del primer día del siguiente año.
Resulta innegable que, en los últimos tres años hemos observado un incremento histórico en la determinación de los salarios mínimos, hablamos de que en ningún caso (salvo el de la zona libre al inicio de 2020), ha sido por debajo del 15%.
Nadie puede negar que la situación del salario mínimo en nuestro país era deplorable y que debían tomarse cartas en el asunto, estamos hablando de que incluso actualmente estamos por debajo de países como Bolivia y Ecuador. Sin embargo, y si bien debíamos dejar atrás esos años de aumentos del tres o cuatro por ciento, también es cierto que debemos considerar el impacto macroeconómico y social de fijar aumentos irresponsables, el aumento debe ser paulatino. En columna diversa del año pasado “Incremento histórico del Salario Mínimo, ¿todo es positivo?”, hablo precisamente de este tipo de efectos, ya que resulta muchas veces irresponsable que por una decisión política se den aumentos que los pequeños y microempresarios no van a poder sostener y quienes son los representantes del 70% del empleo formal en nuestro país.
Esta autoría desde este momento augura un aumento de entre el 17% y el 20%, no solo por el comportamiento histórico de los últimos tres años, sino porque se prevé de igual forma un aumento histórico de la inflación y políticamente hay muchos compromisos que cumplir, entre ellos algunos derivados del TMEC, mismos que exhortan a México a implementar salarios más competitivos.
Como hemos notado, se pudiera decir que, para esta administración, el hecho de ser patrón puede ser fácilmente traducido como un pecado, por que aparentemente el patrón, por el simple hecho de ser patrón, es un ente poderoso, fuerte y económicamente blindado ante cualquier debacle financiero como lo ha sido la pandemia, sin embargo, ¿qué hemos observado en la realidad?, según el Banco de México, podemos anticipar una inflación del 7%, no obstante, conforme a datos publicados por la misma Procuraduría Federal del Consumidor (PROFECO) y de la Secretaría de Desarrollo Económica de la Ciudad de México (SEDECO – CDMX), existen productos como el frijol negro (a granel) que han aumentado su precio desde 2018 en un 74%, o el pollo fresco entero en un 67%, el arroz en un 77% o productos no alimenticios como el jabón de lavandería en un 66%, lo que resulta muy alarmante, ya que se puede traducir lógicamente en que incluso un aumento de un 30% (como han sugerido algunas voces) se va a quedar corto si los productos de primera necesidad continúan con ese comportamiento de aumentos, ello sin considerar que aquellos patrones que no puedan sostener los nuevos costos de la formalidad, probablemente tengan que cerrar, lo que aumentaría la informalidad y desde luego acrecentaría el problema.
La situación no es sencilla para nadie, incluso para la CONASAMI, sin embargo, reiteramos nuestra postura respecto a la expectativa de un aumento agresivo, culminando a los pequeños y microempresarios a que lo tomen en cuenta.
Aquí un breve detalle de la evolución de los salarios mínimos desde 2018:
2020 a 2021 = 123.22 a 141.70 y 185.56 a zona libre 213.39 (+15% general)
2019 a 2020 = 102.69 a $123.22 (+20%) y zona libre 176.72 a 185.56 (+5%)
2018 a 2019= 88.36 a 102.68 y zona libre $176.72 (+16.21% general)