“El T-MEC es un mecanismo clave para limitar la imposición de barreras comerciales arbitrarias, es decir, para combatir la decisión del presidente de imponer aranceles unilateralmente y de forma espontánea. México debe invocar los mecanismos de solución de controversias contemplados en el tratado para contrarrestar los aranceles impuestos sin justificación comercial válida.”
El actual presidente norteamericano ha dejado constancia de su forma de negociar, de cómo su entrenamiento en el reality televisivo El Aprendiz le creó un alter ego que utiliza frecuentemente con la investidura presidencial. Muchos lo han calificado como el presidente de una forma de gobierno con visión unilateral, absolutista, supremacista, avasalladora y ventajista; otros consideran que va más allá y resulta grosero, ofensivo y hasta contrario a los derechos humanos.
Lo cierto es que perdemos de vista dos cosas: el país del norte siempre ha tenido las manos metidas en todos los gobiernos del mundo porque pretenden controlarlo todo. Lo segundo es que sin importar quien sea su presidente, el país del norte siempre va a realizar las acciones que mejor le convengan, sin importar si su presidente grita o da la mano y sonríe. Eso nos lo ha demostrado la historia.
Dicho ello, como experto negociador considero que existen cuatro acciones indispensables para que México pueda manejar con habilidad, la presión bajo la cual está siendo sometido.
1. Uso del T-MEC como herramienta de defensa. Parece mentira, pero el famoso T-MEC contiene mecanismos específicos para dirimir controversias, entre ellas el tema de aranceles previamente pactado a productos de los países signantes. Este tratado suscrito entre México, Estados Unidos y Canadá, es un mecanismo clave para limitar la imposición de barreras comerciales arbitrarias, es decir, para combatir la decisión del presidente de imponer aranceles unilateralmente y de forma espontánea. México debe invocar los mecanismos de solución de controversias contemplados en el tratado para contrarrestar los aranceles impuestos sin justificación comercial válida. Además, debe aprovechar las cláusulas sobre contenido regional para mantener el acceso preferencial de sus productos al mercado estadounidense. Parece difícil, pero debemos privilegiar el derecho internacional contra esa amenaza, sin perder los estribos.
2. Negociación basada en la interdependencia económica. México es el segundo socio comercial de EE. UU., con un comercio bilateral superior a los 800 mil millones de dólares anuales. Este nivel de interdependencia debe utilizarse como una ventaja estratégica. México puede argumentar qué políticas restrictivas afectan no solo a su economía, sino también a sectores clave en EE. UU., como el automotriz y el agrícola. Además, puede condicionar su cooperación en temas de seguridad y migración a acuerdos comerciales favorables. Considerando que Estados Unidos tiene actividad comercial con todos los países del mundo, argumentar que somos su segundo socio comercial no es poca cosa, y tampoco es algo que deba despreciarse, sin duda permite una ventana importante de negociación.
3. Diversificación de socios comerciales y diplomacia multilateral. Para reducir su vulnerabilidad ante presiones estadounidenses, México debe fortalecer sus relaciones comerciales con la Unión Europea, China y América Latina. Un aumento en la inversión extranjera de otros países ayudaría a disminuir la dependencia económica con EE. UU. Además, México puede llevar sus quejas a foros internacionales como la OMC y la ONU para generar presión diplomática sobre las decisiones unilaterales de la administración estadounidense. Como la historia nos ha enseñado, el “amigou” del norte, no ha sido precisamente justo con muchas de sus decisiones contra nuestro país. ¡Más China y menos USA!
“Para evitar concesiones excesivas, México debe exigir reciprocidad en temas como inversión en infraestructura fronteriza y el respeto a los derechos de los migrantes mexicanos en EE. UU. Asimismo, la cooperación en seguridad debe darse bajo condiciones que respeten la soberanía mexicana, evitando intervenciones unilaterales.”
4. Control de la agenda migratoria y de seguridad. EE. UU. ha utilizado el tema migratorio y de seguridad como instrumento de presión contra México. Para evitar concesiones excesivas México debe exigir reciprocidad en temas como inversión en infraestructura fronteriza y el respeto a los derechos de los migrantes mexicanos en EE. UU. Asimismo, la cooperación en seguridad debe darse bajo condiciones que respeten la soberanía mexicana, evitando intervenciones unilaterales. Incluso se está gestando el momento perfecto, a iniciativa del presidente del norte, para implementar una política latinoamericana de soberanía y no injerencia, donde los países de América Latina desarrollen una política común de soberanía, estableciendo mecanismos concretos para evitar la influencia de EE. UU. Algunas acciones podrían incluir:
• Un Pacto Regional de No Injerencia firmado por los países de América Latina, donde se comprometan a no aceptar intervención externa en sus asuntos internos.
• Un Observatorio de Intervencionismo Extranjero que monitoree y documente las acciones de EE. UU. en la región, similar a lo que hace la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en otros temas.
• Un bloque latinoamericano de negociación que incluya a gobiernos progresistas y conservadores, para reducir la dependencia de EE. UU. en comercio, seguridad y energía.
Por ejemplo, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños ha avanzado en la cooperación sin intervención de EE. UU., diferenciándose de la Organización de Estados Americanos. Sin embargo, aún no termina de desarrollar mecanismos efectivos para evitar la injerencia estadounidense.
¡Menos miedo y más acción! Celebro que, ante el externo, aunque sea por obligación, los mexicanos encuentren la necesidad de unirse para salir adelante, como siempre lo hemos hecho (masiosare).