“Procure no ser un hombre con éxito, sino un hombre con valores”
Einstein
“Haz de tus principios y valores, un hábito en tu vida”
Fernando Córdova del Valle
Hoy en día nuestro País está sufriendo no sólo problemas económicos, políticos, de inseguridad, desigualdad y discriminación, entre otros, sino de una grave ausencia de principios y valores. México –más que nunca- requiere nuestro apoyo como personas que nos caractericemos por practicar principios y valores día con día. Ésta es la verdadera solución.
La patología social de la carencia de valores proviene –siempre lo he dicho- desde el núcleo fuerte de la sociedad, es decir, desde la familia. Si en ésta, los padres no inculcan principios, valores y buenos hábitos a los hijos, difícilmente sus actos serán bien calificados. Y si profundizamos más, seguro que el mayor de los problemas radica en nosotros mismos, cuando actuamos deshonestamente, sin respeto hacia las demás personas, con engaños, con la finalidad de poner barreras a los propósitos de los demás; en fin, miles y millones de actos contrarios a la ética.
Pero el problema no se estanca ahí, porque la complicación viene a engrandecerse cuando ni siquiera en el servicio público se ponen en práctica los valores por las personas que ocupan los puestos. De esto nos vamos a encargar en el presente esfuerzo que pretendemos hacer más que evidente la necesidad y urgencia de que los servidores públicos desarrollen su función a través de la práctica de los principios, valores y buenos hábitos. Hace unos años, para ser exactos en dos mil trece, publiqué un libro titulado “HAZ DE TUS PRINCIPIOS Y VALORES, UN HÁBITO EN TU VIDA”, el cual ahora complemento con estas líneas.
Partiendo de las anteriores premisas, es pertinente comenzar por señalar qué se entiende por servidor público.
En una publicación realizada en la biblioteca jurídica virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, se hace referencia a un concepto de servidor público en los siguientes términos:
“…entendemos por servidor público a toda persona que desempeñe un empleo, cargo o comisión de cualquier naturaleza para el Estado”[1]
La anterior concepción es atinada pero puede complementarse si a ella le agregamos la parte sustancial, es decir, los valores que debe poseer el servidor público. En ese sentido, para mí el servidor público es una persona que sirve a la sociedad a través del ejercicio del cargo o comisión que el Estado le ha conferido para satisfacer necesidades de índole social, poniendo en práctica sus valores y principios para lograr tal cometido.
Ello nos tiene que llevar a pensar de manera obligada que la esencia propia de un servidor público descansa, no sólo en la actividad material que ejecuta a diario, sino en realizar su función con valores como el respeto, honestidad, responsabilidad, tolerancia, lealtad, entre muchos más.
Como lo señalé en mi libro “HAZ DE TUS PRINCIPIOS Y VALORES, UN HÁBITO EN TU VIDA” (pág.56) debemos exigir y dar respeto, ya que es la consideración de que alguien o incluso algo tiene un valor por sí mismo y se establece como reciprocidad: respeto mutuo, reconocimiento mutuo.
La relatoría pareciera sencilla; sin embargo, pocos son los servidores públicos que actúan como tal. El servicio público no significa llegar a un escritorio y elaborar trabajo en la computadora para estimar que se ha cumplido con el fin para el que fui contratado o nombrado; sino que hace falta imprimirle valores a la actuación cotidiana y realmente realizar las tareas o trabajos encomendados con convicción de servir.
Ahora, debe quedar claro que el actuar con valores no únicamente se encamina al trato con personas ajenas a la dependencia para la que trabaja el servidor público, sino con los mismos compañeros. El respeto, la tolerancia, la sencillez, son algunos de los valores que deben demostrarse con todos y eso, desde luego, es parte de la ética del servidor público. Como servidor público y con sentido de compañerismo, me dirijo con respeto hacia mi compañero de trabajo, le saludo amablemente, escucho con atención su necesidad, se le apoya como equipo de trabajo, así, el punto es que si hago eso, se demuestra que como buen servidor público poseo valores y los pongo en práctica.
El otro punto medular es el compromiso que el servidor público hace consigo. El buen servidor público es el que se hace responsable de sus actos, es el que llega puntualmente a cumplir con la encomienda en su trabajo, el que pone cada esfuerzo en cumplir eficientemente con su labor. Como lo dije en un principio la solución a las prácticas antivalores, comienzan por uno.
Estimo que la ética es el punto de partida para evitar las malas prácticas en el servicio público y aquí quiero destacar un punto de crítica pero con un fin constructivo.
En la actualidad pocas dependencias –como el Poder Judicial de la Federación- cuentan con un Código de Ética. La Secretaría de la Función Pública también ha diseñado un Código de Ética para los servidores públicos del gobierno federal, en el que destaca como valores: interés público, respeto de los derechos humanos, igualdad, no discriminación, equidad de género, entorno cultural y ecológico, integridad, cooperación, liderazgo, transparencia y rendición de cuentas.[2]
Asimismo, existen múltiples cursos o estudios académicos que procuran la enseñanza de materias atinentes a la actividad misma para la que fueron creadas las dependencias públicas, pero éstas poco se preocupan por impartir cursos que permitan al servidor público hacer conciencia de la suma importancia de la práctica de los principios y valores en su trabajo diario. Por esta razón, la primera propuesta, es que como sociedad se exija a toda dependencia pública contar con un código o estatuto ético y que se les obligue a impartir cursos como el que se describe a los servidores públicos que deseen pertenecer a tal lugar de trabajo.
Hasta aquí hemos visto qué se entiende por servidor público, la importancia y necesidad de que posea principios y valores en su actuar, así como la relevancia de ponerlos en práctica frente a la sociedad, compañeros de trabajo y consigo mismo. Ahora, la pregunta sería para quién trabaja un servidor público.
Claro, no podemos pasar por alto que si bien el servidor público, desde una posición legalista trabaja para el Estado, lo cual es correcto, pero no menos importante es que se debe a la sociedad y para ella trabaja. Hay que reconocer la confianza que depositan en nosotros para satisfacer las necesidades sociales cada vez mayores. Me explico con un ejemplo, como servidor público del Poder Judicial de la Federación, no puedo actuar con falta de responsabilidad y dejar de estudiar algún asunto, porque en mis manos está el gran compromiso de resolver sobre el patrimonio, derechos y obligaciones de las personas. Al contrario, como servidor público tengo la obligación de estudiar el asunto con diligencia a sabiendas, que la decisión tendrá un impacto en la sociedad y a ella me debo. El compromiso que se adquiere al decidir ser servidor público es consigo y con la sociedad.
Ahora, la interrogante es a contrario sensu: qué servidores públicos requiere la sociedad.
Si como servidores públicos servimos a la sociedad para contribuir con el fin del Estado que es satisfacer las necesidades sociales, entonces lo que la sociedad requiere y demanda es que los cargos del servicio público estén ocupados por personas que además de cumplir con los requisitos constitucionales y legales, desarrolle su función poniendo en práctica los valores y principios como: respeto, honestidad, lealtad, responsabilidad, eficiencia, etc.
Por ejemplo, la mayoría de las legislaciones de las Entidades Federativas establecen como requisitos generales para ocupar cargos públicos: la edad, título y cédula profesional, no comisión de determinados delitos, años de servicio o experiencia y cuando mucho modo honesto de vivir lo cual es muy subjetivo.
En realidad poco o nada nos hemos preocupado porque las personas que ocupan cargos públicos tengan probado que son servidores públicos que durante su labor servirán a la sociedad con la práctica de valores consigo y con los demás y esto me lleva a pensar en la siguiente propuesta: que en la Constitución Federal, como en toda legislación local se establezca como requisito para acceder a un cargo público haber realizado o realizar cursos en materia de ética. La relación del servicio público y la ética del servidor público es algo que por nada debe estar separada. México quiere servidores públicos que cumplan con su labor cotidiana y que lo hagan de la mano con la práctica de principios y valores.
[1] https://www.sitios.scjn.gob.mx/jrcossio/sites/default/files/articulos/not230615.pdf
[2] file:///D:/CodigoEticaServidoresPublicosdeAPF.pdf