Lamentablemente en México hemos tenido en los últimos años un aumento significativo en la delincuencia que está relacionada con los adolescentes, lo que afecta no solamente a la seguridad de la población en general, sino también al crecimiento económico del país, toda vez que ellos son el futuro de nuestro país. Este grave problema se debe principalmente a que la mayoría de los delitos y la violencia que se ha generado es impulsada por los grupos criminales que luchan por el poder de los territorios marcados por los diferentes cárteles que operan a lo largo y ancho del territorio nacional.
Tenemos que tomar en cuenta que estos cárteles han contribuido al aumento de delincuencia derivado del constante reclutamiento de jóvenes en organizaciones delictivas con la finalidad de atentar contra la seguridad y el bienestar de los ciudadanos, ya que saben que el adolescente es un sujeto de derechos que le permite ser privado de su libertad por muy poco tiempo.
Dicho lo anterior, es importante recordar que el Estado debe de llevar a cabo la loable labor de elaborar programas sobre prevención del delito y también de dotar de recursos materiales y humanos a las Instituciones encargadas de ejecutar dichos programas, ya que de lo contrario de nada servirá que se elaboren y no se cumplan. El Presidente López Obrador, ha prometido darle becas a los jóvenes y capacitación para el trabajo, sin embargo, no solamente es lo único que se debe de tomar en cuenta para evitar que los adolescentes ingresen a las filas de la delincuencia.
Consideramos que el sector Público y Privado deben crear una alianza en la lucha contra la delincuencia juvenil mediante programas de capacitación educativa, habilidades laborales, para la vida a través de empresas sociales y programas de prevención de violencia, utilizando para ello la tecnología avanzada para lograr un desarrollo positivo propio y comunitario.
Los programas de prevención para los adolescentes, tienen que ser antes y después de que cometan alguna conducta delictiva, por ejemplo: la familia debe evitar que se relacionen con la delincuencia, el problema es que no todos los que conforman la familia piensan así, es decir, algunos integrantes son los que impulsan a los adolescentes a delinquir, ya sea por necesidad o por un mal hábito generacional.
Posteriormente, una vez que el adolescente incurrió en la comisión del delito, se le pueden proporcionar diversos servicios en todos los Centros de internamiento del país, como son el de la salud mental y física, habilidades profesionales y educativas, interacciones sociales positivas para que puedan tener un papel productivo en su comunidad cuando sean reincorporados a su ámbito familiar.
La participación de la familia es y ha sido siempre un pilar fundamental de la sociedad, toda vez que en el seno familiar es el lugar donde los miembros nacen, se educan y aprenden las primeras formas de relacionarse. Por ello, la familia representa el núcleo de socialización más importante para un niño, niña y/o adolescente.
Los valores que queremos reforzar con los programas de prevención del delito son: la generosidad, el respeto, la justicia, la responsabilidad, la lealtad la autoestima a través del trabajo con los padres de familia, niños, niñas y adolescentes.
En conclusión, el Estado y la familia deben tener por objetivo fundamental, fomentar en el adolescente los valores humanos y el buen trato a su semejante para fortalecer las conductas y la formación social, ya que de no hacerlo así, estaremos ante el desarrollo de conductas antisociales que terminarán en la comisión de uno o varios delitos.