A tan sólo unos días que se celebrara en Barcelona el primer maratón de LegalTech, surge una reflexión no del todo nueva: ¿Cómo es el presente y cómo será el futuro de la abogacía?
Hoy en día las nuevas tecnologías como la Inteligencia Artificial enfrentan diversos retos en su ejecución, uno de ellos es sin duda su colisión con la ciencia del derecho.
Dentro de las mayores interrogantes que presupone este tema desde hace un par de años, son sin duda: ¿Qué sucede cuando las tecnologías como el “Machine Learning”, “Deep Learning” o “Data Mining” son el pilar de las decisiones legales en una firma o una autoridad? ¿Qué habilidades necesitarán desarrollar los abogados para poder evaluar adecuadamente la calidad de la justicia que fluye a través de las decisiones basadas en analítica datos?
Aunque la respuesta no es sencilla, “Ross” –probablemente uno de los abogados más inteligente del mundo– estoy seguro es algo que fácilmente pudiera responder.
¿Quién es Ross?
Ross es un “asistente legal” creado por IBM desde hace más de 5 años, nada nuevo, Ross no es nada mas que la versión jurídica del sistema de computación cognitiva de IBM, el ya viejo conocido “Watson”. Este asistente fue creado bajo los protocolos de Inteligencia Artificial de Watson y es utilizado ya por diversas firmas importantes de Estados Unidos y el mundo, el cual tiene la capacidad de formular hipótesis que respondan a una pregunta concreta y las documenta analizando todo el orden jurídico, jurisprudencias o sentencias –entre otras– existentes sobre un tema en concreto en segundos, esto es, responder a una pregunta con una respuesta estructurada que “él” considera más acertada según los datos y textos legales consultados. Cuestión que resulta prácticamente imposible por un ser humano en cuanto a tiempo y resultado.
En la actualidad, nuevas tecnologías basadas principalmente en algoritmos de Inteligencia Artificial como Ross o muchas otras que ya le compiten, sin duda representarán un reto para a varios abogados cuyas funciones son sumamente sencillas o, lo mas relevante, cuyas funciones sean automatizables.
Si bien no creo que la mayoría de las funciones de los abogados puedan suplirse de forma sencilla por algoritmos de Inteligencia Artificial “superficiales” que solamente procesan información y dan respuestas estructuradas a preguntas concretas de acuerdo con las bases de datos que los alimentan, el pasado, si algo nos ha demostrado, es que la tecnología evoluciona, y cada vez de forma más acelerada, y para temas jurídico- tecnológicos, no hay excepción y eso quizá sea motivo de preocupación.
En los últimos años, científicos de datos, programadores y abogados, han trabajado en el desarrollo de modelos computacionales realmente inteligentes y cuyas funciones sean similares a las de un abogado, que van mas allá de solo el procesamiento de datos como ya lo hace Ross, destacando habilidades como el razonamiento, la argumentación y la predicción de consecuencias. Los Sistemas Computacionales de Argumentación, Interpretación, Predicción y Razonamiento ya son una realidad en Estados Unidos y algunos países de Europa; pareciera que la Inteligencia Artificial ah encontrado ese “diferenciador” con los abogados y ya está trabajando en ello. Que no nos extrañe en un futuro cercano ver a una especie de Ross argumentando y/o razonando sus respuestas ante un tribunal de la misma –o mejor– forma que un abogado de carne y hueso.
Pero, ¿cómo debemos entonces prepararnos para enfrentar esta oleada tecnológica?, ¿qué habilidades debemos formar los abogados del presente en aras de un futuro no muy lejano?
Lo primero que debemos hacer como abogados es asumir la realidad. Hay un panorama amplio de nuevas funciones legales en las que los futuros abogados se pudieran especializar, como por ejemplo: el tecnólogo legal, el analista de procesos legales, el científico de datos legales –para mi el más importante– y/o el gestor de datos respecto a riesgos legales.
El verdadero reto está en crear una nueva hermenéutica legal, básicamente, un marco para que los abogados aborden la arquitectura de las leyes y los sistemas computacionales de forma inteligente; comprender las limitaciones e implicaciones legales de las mismas y ser capaces de hacer las preguntas correctas para evaluar las tecnologías que cada vez más se ponen a trabajar para evaluarnos a nosotros mismos.
Esto es, que nosotros, los abogados, nos convirtamos –en la medida de lo posible– en especialistas en “datos”; que podamos ser científicos de datos y entendamos el idioma de las nuevas tecnologías, pues uno de los aspectos fundamentales para el éxito en la aplicación de estas tecnologías en nuestra profesión está en el vínculo del abogado con la informática jurídica.
Algo que no podemos deja de lado es la importancia de que los abogados debemos de hacer uso de las nuevas tecnologías como un facilitador de nuestras actividades cotidianas, considerarlas como un apoyo a nuestra práctica que genere valor tanto a nosotros, nuestros equipos y –lo más importante– a los clientes.
Los abogados, independientemente del tipo de práctica a la que nos dediquemos, si estamos renuentes a la tecnología, somos obsoletos. Hoy la mayoría de los modelos de negocio, independientemente del sector, están afectados por cuestiones tecnológicas, hoy, la mayoría de las disputas que generan a nivel global tienen un componente tecnológico y, si de algo estoy seguro, es que las cosas no serán como en el pasado, sino que evolucionarán, cada día a mayor escala y con mayor velocidad.
El sector legal –con LegalTech por ejemplo– evolucionará de la misma manera que lo hizo el sector financiero con FinTech, el sector de seguros con InsurTech, el de educación con EdTech o el inmobiliario con PropTech, entre otros.
Por último, no quiero dejar de señalar que, aunque realmente se desarrollarán nuevas tecnologías que realmente impactarán el sector legal, no debemos olvidar la esencia de el derecho como lo que es, una ciencia social y humana, esto último es sumamente valioso, pues si la velamos como tal, no habrá tecnología que este por delante del abogado de carne y hueso y, por ende, solo será un facilitador.
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