Todos los mexicanos día a día nos preocupamos por la situación económica del país, por la situación política, pero, ¿cuántos de nosotros nos preocupamos por la calidad del aire que estamos respirando? Si para un mexicano resulta peligroso soñar ahora resulta mayor peligro respirar.
Nuestro aire, nuestra salud, nuestro derecho
Cuántos de nosotros nos preguntamos si la calidad de nuestro aire es la adecuada y, si nos atrevemos a realizar tal cuestionamiento, cuántos llegamos a preguntar cómo podríamos frenar la contaminación o si es posible frenarla. Parecemos seres mimetizados que sólo saben realizar el proceso automático de respiración sin realizarse cuestionamientos acerca de lo que respiran, la calidad de su aire, la calidad de su salud, ¡la calidad de su vida!, y volvemos al cuestionamiento inicial: ¿a qué le tiras cuando respiras mexicano?
El derecho a un medio ambiente sano, que va de la mano del derecho a la salud, forman parte de los conocidos como “derechos sociales” que algunos ven como utopías, como metas irrealizables pero que deberían constituir una primicia para la humanidad si quiere seguir existiendo en su entorno.
Así, el artículo 4º de nuestra Constitución en su párrafo 5º establece el derecho a un medio ambiente adecuado, derecho íntimamente ligado, como dijimos, con lo preceptuado en el mismo numeral en su párrafo cuarto respecto del derecho a la salud, derecho que, interrelacionado con el derecho a la vida, constituye requisito sine qua non de disfrute de los demás derechos.
Luego entonces, tenemos el derecho reconocido en nuestro ordenamiento federal, e incluso en ordenamientos internacionales, pero ¿dónde estamos parados? ¿a qué nos enfrentamos?
¿Qué estamos respirando?
Los factores contaminantes más dañinos a la salud y medio ambiente pueden clasificarse, según su durabilidad en el aire ambiente; los hay de “corta duración” tales como el metano, el carbono negro, el ozono troposférico, el monóxido de carbono y los gases fluordados, que tardan en deshacerse alrededor de 15 años; y los hay de larga duración como el dióxido de carbono, partículas sus pendidas o material particulado y el dióxido de azufre, que duran en nuestra atmósfera cientos de años.
Pero un problema lleva a otro mayor, por ejemplo, el metano que sabemos contribuye a la formación de ozono troposférico, es un potente contaminante causante del calentamiento global y del cambio climático. Éste contaminante se ha incrementado desproporcionadamente en el último siglo y ahora es considerado más peligroso para el medio ambiente incluso que el dióxido de carbono.
La deforestación, la agricultura intensiva, los embalses de agua, las minas de carbón, la extracción y distribución de combustibles fósiles son causa principal del incremento de metano en el aire.
México es uno de los quince países principales emisores de gases efecto invernadero en el mundo, en 2013 se emitieron 665 millones de toneladas de dióxido de carbono, siendo el sector energético quien ha emitido el 70% de estas; mientras que el sector de transporte y el industrial han emitido 65% de los contaminantes de vida corta.
¿A qué le tiras cuando respiras mexicano?
La contaminación atmosférica tiene impactos negativos no sólo en el sistema respiratorio sino en el neurológico y cardíaco. México es uno de los principales países con mayor cantidad de muertes causadas por la presencia de contaminación atmosférica urbana en América Latina, millones de personas fallecidas por enfermedades crónicas relacionadas con accidentes cerebrovasculares, cardiopatías isquémicas, cánceres de pulmón y neuropatías crónicas y agudas, como asma y bronquitis.
¿A qué le tiramos cuando respiramos? A enfermar o morir; pero claro que resulta más interesante discutir en el senado y en la Cámara de diputados si es necesario o no poner bocadillos, si es necesario o no ser un poco más “austeros”.
Sí, mientras nuestros flamantes e inteligentes legisladores se entretienen discutiendo cosas tan triviales, miles de personas están enfermando por la contaminación, por la pésima legislación casi inexistente tendente a regular la contaminación de nuestro medio ambiente, pero claro hay que discutir si llevar o no tupper para desayunar en el Congreso porque ¿qué importa lo que respiren los mexicanos mientras tengamos que comer?, ¿Causa gracia? ¡No! Causa enojo y es la realidad.