De la renuncia de Carlos Urzúa se advierte:
- Se reconoce (al menos en materia económica) que las decisiones se toman sin sustento.
- Existe en esta administración una animadversión a la metodología científica, no sólo en Hacienda, en ciencia y tecnología, en la elaboración del Plan Nacional de Desarrollo, elaboración de políticas públicas. Se hunde al NAIM y se ordena construir Santa Lucía, ambos sin tener un diagnóstico. Hoy sólo lo reconoce Urzúa.
Ese odio lo alimenta el régimen actual bajo la idea de que los anteriores gobiernos eran tecnócratas. La ciencia es objetiva, su uso no.
Basta el voluntarismo del presidente, la realidad, según él, debe cambiar ni siquiera por decreto, por memorándum.
- El influyentismo sigue, el tráfico de influencias, el conflicto de intereses. Reforma y Mexicanos contra la Corrupción han evidenciado que 3 de cada 4 contratos se adjudican directamente, sin pasar por licitaciones. Aunado a que las compras consolidadas en medicina, por ejemplo, están pudriéndose.
- Caen poco a poco los moderados, los que hacen un contrapeso técnico a las ocurrencias del poder. En cambio, los ultras se encuentran prestos a cobrar facturas y asumir puestos de poder a cambio del sí pleno, total, complaciente.
- Buscarán descalificar la calidad moral de Urzúa por su deserción. Baste decir que quién lo eligió fue el presidente, él y sólo él, es el responsable de su designación y el único servidor público con mando jerárquico sobre el Secretario.
- El presidente ha sostenido que no ha habido devaluación del peso frente al dólar, hay control sobre la inflación y control monetario. Es relativamente cierto este aserto. No obste, esa estabilidad no pasa por Hacienda, es decir por el Ejecutivo Federal, sino por el manejo técnico del Banco de México.
Lo que sí es responsabilidad del Ejecutivo es el crecimiento de la economía, la creación de empleos, la generación de condiciones para la inversión. En eso, el gobierno tiene números adversos.
- Urzúa se va a días que se anuncie formalmente que México ha entrado en recesión.
Urzúa llegó a Hacienda por voluntad de López Obrador; Urzúa se va de Hacienda por el estilo de gobernar de López Obrador.