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La Invisibilización de las Mujeres en el Ámbito LGBT+

Con orgullo reconocemos el liderazgo y el rol de las muchas mujeres que forman parte de la comunidad LGBT, y que son el cimiento para las generaciones que vienen.

Co autora: Jared Melyssa Alvarado Martínez

Este mes se celebra la pluralidad y el orgullo LGBT+, y se reconoce el rol de este colectivo, sobre su lucha por una sociedad más inclusiva y justa, la comunidad LGBT+ trabaja como un grupo en donde y a través, de la acción colectiva generan redes, y se identifican como parte de un movimiento con objetivos claros en torno a la justicia y búsqueda de equidad. Stephen Brown argumenta que este sentido de comunidad es fundamental, para el movimiento y su evolución e incidencia, y, sin lugar a dudas, la cohesión de la comunidad LGBT+ es parte importante del impacto que ha generado. Dicho esto, es interesante hablar sobre el rol que las mujeres han tenido en la conformación de este movimiento.

“Las mujeres y los hombres no disfrutan de los mismos derechos en ningún lugar del mundo. Aunque debe darse la igualdad cívica y laboral, los roles masculinos y femeninos son diferentes y el respeto a la diferencia entre hombre y mujer es una de las condiciones necesarias para el sano desenvolvimiento social.”

Las mujeres y los hombres no disfrutan de los mismos derechos en ningún lugar del mundo. Aunque debe darse la igualdad cívica y laboral, los roles masculinos y femeninos son diferentes y el respeto a la diferencia entre hombre y mujer es una de las condiciones necesarias para el sano desenvolvimiento social.

El género como categoría de análisis

El género constituye la categoría explicativa de la construcción social y simbólica histórico-cultural de los hombres y las mujeres sobre la base de la diferencia sexual.

Marcela Lagarde plantea que “la categoría de género analiza la síntesis histórica que se da entre lo biológico, lo económico, lo social, lo jurídico, lo político, lo psicológico, lo cultural; implica al sexo pero no agota ahí sus explicaciones”.[1]

El género como categoría de análisis, permite conocer complejos procesos sociales para explicar cómo se estructuran y expresan los ámbitos de lo femenino y lo masculino y cuáles son los símbolos y características que los definen y representan como construcciones culturales opuestas y simétricas.

Joan Scott[2] define al género apoyándose en la conexión de dos premisas: “el género es un elemento constitutivo de las relaciones sociales basadas en la diferencia que distingue los sexos”; y la segunda: “el género en una forma primaria de relaciones significativas de poder”.

“Las relaciones de poder que se desarrollan son de dominación y suprasubordinación de lo masculino sobre lo femenino. Lo cual nos permite entender que estas relaciones se dan en todos los niveles de la sociedad: en los ámbitos de la vida privada y de la vida pública.”

En nuestras sociedades, las relaciones de poder que se desarrollan son de dominación y suprasubordinación de lo masculino sobre lo femenino. Lo cual nos permite entender que estas relaciones se dan en todos los niveles de la sociedad: en los ámbitos de la vida privada y de la vida pública.

La invisibilización de las mujeres en la historia

Las mujeres han estado aparentemente ausentes en muchos ámbitos de la ciencia y de la cultura a lo largo de los siglos. Aparecen escasamente en la historia, en la literatura, en el arte y en la ciencia. Por un lado, porque han tenido muchos obstáculos para poder desarrollar sus intereses y capacidades, y por otro lado, porque a las que han conseguido hacerlo no se les ha reconocido y ni siquiera han sido nombradas en la historia.

El hombre –y no la mujer– ha sido siempre el principal protagonista y no por méritos de ellos sobre ellas, sino por sistemas patriarcales en los que a la mujer se le consideraba inferior, por lo que la historia le debe muchas cosas a las mujeres. 

De hecho, la “Historia de las mujeres” es una nueva veta historiográfica, que fue impulsada por el feminismo desde mediados del siglo pasado. La doctora Ana Lau Jaiven,[3] ha explicado cómo se incluyó la temática de las mujeres en la historia social, proceso que inició en la historiografía francesa e inglesa. Señala que al darse cuenta de la participación femenina en la historia de la humanidad, se hicieron evidentes las dificultades y desventajas que han enfrentado las mujeres en un contexto en el que ha prevalecido el protagonismo masculino.

La historia de las mujeres ha introducido elementos teóricos y metodológicos dentro de diferentes campos de estudio, se admite la pertinencia de usar conceptos como opresión, subordinación, patriarcado o género. Estos términos han permitido analizar las relaciones de poder entre los sexos, su incidencia en los procesos sociales de largo alcance, así como la comprensión de lo que significan las prácticas sociales que recrean los modelos de feminidad y masculinidad que cada sociedad considera adecuados.

Las comunidades de la diversidad sexual

En México las comunidades de la diversidad sexual se autoidentifican con las siglas LGBT, que incluyen a los grupos de lesbianas, homosexuales, bisexuales, transexuales, travestis y transgéneros. Si bien es cierto que cada vez se agregan más letras a la sigla, para intentar ser plurales, no siempre es así.

Con respecto a la homosexualidad femenina, las mujeres lesbianas han sido objeto de lo que ellas llaman “invisibilidad”, pues afirman que la sociedad mayoritaria no quiere verlas ni aceptar su existencia, ya que son aún más transgresoras de los roles de género asignados a los sexos que los homosexuales masculinos, básicamente por rechazar lo esencial de la cultura machista y por adoptar un estilo de vida que trastoca la “heterosexualidad obligatoria” y la “maternidad compulsiva”.

Es sumamente difícil determinar cómo o quién compone la identidad lesbiana, ya que tanto los estudios lésbicos como los feministas han revelado que el universo de las mujeres es sumamente variado y que en su interior la identidad lésbica se mezcla con membresías de raza, etnia, clase social, estatus educativo, religión, ideología política, etc.[4]

Un ejemplo lo proporciona Josune Álvarez, coordinadora de la Asociación Asturiana de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales Xega, explica que las mujeres lesbianas son doblemente invisibilizadas porque ellas tienen los mismos problemas que todas las mujeres, pero a ello se suma el hecho de tener una orientación sexual no normativa. Señala también que los hombres homosexuales siguen teniendo más visibilidad que las lesbianas y de hecho se sigue hablando de Orgullo Gay, cuando en realidad es Orgullo LGTB.

Como mencionamos, las relaciones de poder que se desarrollan son de dominación y suprasubordinación de lo masculino sobre lo femenino en todos los niveles de la sociedad. Uno de los más evidentes sin lugar a dudas se encuentra en el plano laboral, en donde es abrumadora la falta de cultura laboral y la autocensura que aun permea en distintas empresas, en donde el número de mujeres que conforman espacios abiertamente LGBT son muy escasos, y poco reconocidos. 

Algunas de las razones señaladas por mujeres para no compartir su identidad sexual son los despidos injustificados, el acoso y los distintos prejuicios que viven, aún en empresas consideradas incluyentes.

Asimismo, en el sector público de nuestro país, persiste una invisibilidad de las mujeres que conforman parte de la comunidad LGBT y que tengan la intención de ocupar algún cargo público, tal es el caso, que el pasado 6 de junio, cuando se postuló un número mucho menor de mujeres que conforman parte de la comunidad LGBT, aun cuando fue la elección con más participación plural en la historia del país. Se debe trabajar desde adentro en los espacios de trabajo para promover la sensibilización y evitar prácticas discriminatorias y de autocensura.

Es necesario, seguir promoviendo la capacitación de empresas, gobiernos, organizaciones y sociedades incluyentes, crear espacios y fomentar acciones afirmativas que impulsen no solo la inclusión y la presencia en todos los puestos de toma de decisión de la comunidad LGBT, sino que se creen espacios de apertura y evitar que se puedan ver inmersas en un mar de cristal.

Con orgullo reconocemos el liderazgo y el rol de las muchas mujeres que forman parte de la comunidad LGBT, y que son el cimiento para las generaciones que vienen.

“Es sumamente difícil determinar cómo o quién compone la identidad lesbiana, ya que tanto los estudios lésbicos como los feministas han revelado que el universo de las mujeres es sumamente variado y que en su interior la identidad lésbica se mezcla con membresías de raza, etnia, clase social, estatus educativo, religión, ideología política, etc.”


[1] Marcela Lagarde. “La multidimensionalidad de la categoría género y del feminismo”. Argentina, 1996.

[2] Joan Scott. “El género: una categoría útil para el análisis histórico”. En James Amelang y Mary Nash(eds.) Historia y género. Las mujeres en la Europa moderna y contemporánea. Valencia, Edicions Alfons El Manganim, Institució Valenciana d ‘Etudis I Investigació, 1990.

[3] Ana Laura Jaiven. “La historia de las mujeres. Una nueva corriente historiográfica”. En Patricia Galeano(coord.). Historia de las mujeres en México. México, INEHRM, 2015.

[4] Julia Isabel Flores Dávila (coord.). La diversidad sexual y los retos de la igualdad y la inclusión. Colección Estudios, núm. 5. México, Conapred, 2007.

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