Ante los últimos y desafortunados acontecimientos en los diferentes Centros de Reinserción Social (CeReSos) de la República Mexicana, en los cuales resultaron lesionadas, fallecidas algunas personas privadas de la libertad (PPL) y otras que se fugaron, considero que se deben a factores que no se han podido erradicar en las instituciones penitenciarias, a saber:
1.- Sobrepoblación. Este factor se refiere al sobrecupo de personas que habitan un lugar que fue estructurado para una capacidad determinada, es decir, existe la convivencia de un mayor número de individuos en un mismo espacio.
La sobrepoblación como factor de descomposición en los CeReSos, repercute gravemente en el avance del tratamiento de los PPL, toda vez que el sobrecupo impide que se realicen satisfactoriamente las actividades que integran dicho tratamiento, esto trae como resultado que el sujeto no logre su proceso de reinserción social. Además la sobrepoblación impide que haya una verdadera individualización y ubicación, puesto que se tiene que albergar a sujetos de baja, media y alta peligrosidad en un mismo centro penitenciario y, por ende, la convivencia entre ellos genera un contagio criminal.
Es por ello que, la sobrepoblación resulta ser el detonante de otros factores, debido a que la multitud de personas debe de ser controlada, sin embargo, no se cuenta con los mecanismos para hacerlo, pues es más la población que los elementos de control, situación que desencadena aspectos negativos que, de una u otra manera, permiten el autogobierno.
2.- Autogobierno. Este factor se produce debido a la falta de personal y a la falta de capacitación, se tiene como resultado la ausencia de gobernabilidad por parte de las autoridades, dando lugar a que las personas privadas de la libertad tengan el control de la institución, además de que piensan que ostentan el poder para decidir o hacer cualquier cosa, incluso para someter a otros PPL.
La autora Guadalupe Leticia García García, en su libro “Historia de la pena y sistema penitenciario mexicano”, señala:
“…El llamado “autogobierno”, crea al interior de los centros de reclusión, parcelas de poder que son dirigidas por los internos más fuertes, para explotar a los menos dotados, generando una corrupción encubierta por las autoridades”.
3.- Falta de Capacitación para el personal penitenciario. En los CeReSos el personal penitenciario comprende al personal directivo, administrativo, técnico de seguridad y custodia, quienes, a su vez, conforman la base fundamental para el buen desarrollo del sistema penitenciario, por lo que su selección y preparación debe de ser apropiada para que su desempeño en las labores penitenciarias resulte eficiente en el proceso de la reinserción social de los sentenciados.
La capacitación es entendida como el proceso a través del cual se proporciona, a una o varias personas, los conocimientos teóricos y prácticos de una disciplina, en este caso la materia penitenciaria, con el objeto de prepararlos y actualizarlos para el desempeño de sus labores.
En este sentido, la problemática que se presenta es la siguente:
Primero, no hay una adecuada selección de personal penitenciario;
Segundo, el personal penitenciario no recibe una adecuada capacitación para desempeñar su labor eficientemente y;
Tercero, la falta de personal no permite que haya una buena atención hacia toda la población penitenciaria.
Al respecto, la Doctora Irma García Andrade, en su libro “El Sistema Penitenciario Mexicano: retos y perspectivas”, señala:
“…el personal directivo, administrativo, técnico y de custodia de un Centro de Readaptación Social, conforman la columna vertebral del mismo en la conducta de los individuos que por cualquier causa han violado las normas jurídico-penales que regulan la convivencia pacífica entre todos los miembros de la sociedad”.
Es menester señalar que la preparación y actualización del personal es básica y necesaria para un adecuado desempeño de sus funciones, pero anterior a la capacitación, se encuentra la selección del personal, la cual debe de ser cuidadosa, pues quien realiza tareas propias de dirigir, administrar, aportar conocimientos técnicos y custodiar a las personas privadas de la libertad, debe contar con vocación y conocimientos para ello, pues la falta de estos elementos no permite que el personal desarrolle sus actividades apropiadamente, por el contrario, muchas veces, trabajan con apatía.
En la mayoría de las instituciones penitenciarias resulta insuficiente el personal penitenciario y al no haber una adecuada selección se imposibilita el cumplimiento de la reinserción social.
4.- Corrupción. Es factible que la corrupción por parte del personal penitenciario, se presente debido a que las prestaciones son deficientes y a que la remuneración que perciben es muy baja, ante esta situación el personal decide participar con los PPL para obtener dinero a través de negocios ilícitos.
En relación a la corrupción el Doctor Sergio García Ramírez, en su libro “La Prisión” dice lo siguiente:
“Para quien no ha tenido relación inmediata con la vida carcelaria es apenas imaginable la corrupción que prospera en las prisiones… ahí donde todo, la luz, el aseo, el alimento, la ropa, el sexo, la libertad, está sujeto a minuciosa tarifa. Algunos grandes fracasos penitenciarios han sido precipitados por la acción combinada de los intereses creados y la corrupción, tanto interna como externa”.
En un contexto similar, Luis Marco del Pont en su libro “Derecho Penitenciario” opina lo siguiente:
“Nuestras prisiones son sitios gobernados por la corrupción. En ellas se paga por todo: se compra la lealtad, el paso a determinadas áreas, la ubicación en lugares más cómodos, el cuarto para la visita conyugal, los exámenes criminológicos y los servicios médicos, odontológicos y psiquiátricos; los aparatos electrónicos, las llamadas telefónicas, las mantas de cama, las fajinas, la liberación de sanciones y mucho más; en nuestras prisiones abundan las revisiones abusivas, los atracos y las golpizas están a la orden del día”.
En los centros de reclusión todo tiene un precio, el pase de lista, la seguridad, el acceso a la visita familiar y a la visita íntima, la comida, el uso de los sanitarios, en fin, una lista interminable de servicios que tienen un costo para quien quiera hacer uso de ellos; costos que generan ganancias que son repartidas entre las mismas autoridades.
5.- Drogas. El consumo de las drogas dentro de las prisiones es un problema interminable, según opiniones de algunos operadores del sistema penitenciario, es necesario para el control de las personas privadas de la libertad, toda vez que si están drogados, se encuentran sumisos, situación que permite al personal, que es escaso, realizar sus labores y controlar a la excesiva población penitenciaria.
José Luis Trjillo Sotelo en su libro “El régimen penitenciario en el Estado de Guerrero”, señala:
“…Para que haya droga en los penales, por supuesto que se requiere de la complicidad del personal penitenciario, en algunos casos se pretende justificar esta participación al referir que la droga en el interior de éstos es un mal necesario, consideran que la infraestructura con la que se cuentan es insuficiente y sumado a la ausencia de personal técnico, calificado y en cantidad suficiente, hace vulnerable a la institución. Refieren en su justificación que en la medida en que la población considerada como “lacrosa”, se mantenga drogada (dependiendo del tipo de droga),
disminuyen los robos, las riñas y el riesgo de los motines”.
Por otro lado, sabemos que los PPL tienen una gran tensión al encontrarse encerrados en un ambiente pernicioso, en el cual tienen que luchar para sobrevivir, presión que tratan de superar o, al menos, tolerar con el uso de estupefacientes o cualquier sustancia tóxica, máxime, si consumían drogas antes de estar encerrados, en estos casos tratan de obtener droga para calmar la angustia en la que se encuentran, lo cual, por supuesto no es justificable, ya que se podría dar atención a través del área de psicología y psiquiatría.
Indudablemente el consumo de drogas repercute gravemente en el tratamiento de los PPL, además de que deteriora su salud física y mental, es por ello que dentro de las instituciones penitenciarias se cuenta con grupos de apoyo que proporcionan terapia, así como las reuniones con personal de Alcohólicos Anónimos.
6.- Violencia. Los factores que determinan la existencia de violencia dentro de los centros penitenciarios son, principalmente, la sobrepoblación, la falta de espacios, el ocio constante en el que viven los PPL, el acceso a las drogas, alcohol y otros objetos no permitidos, luchas de poder entre ellos para gozar de ciertos privilegios y, por supuesto, las riñas que se suscitan por los escasos y deficientes servicios que hay dentro del penal.
Es preciso manifestar que la violencia también se llega a dar a nivel colectivo, siendo un grupo de las personas privadas de la libertad quienes alteran la seguridad en el penal, como en el caso de los motines. El motín se desencadena como consecuencia de la lucha por obtener el control del centro penitenciario o en otros casos, pretenden expresar alguna inconformidad.
7.- El aspecto sexual.- El sexo dentro de las prisiones representa un grave conflicto para los PPL, pues ante la abstinencia sexual en que se encuentran, se ven forzados a buscar como desahogar ese aspecto sexual que tienen vacío, algunos tratan de llenar ese hueco realizando actividades deportivas, recreativas o laborales, otros practican la masturbación, algunos más se ven constreñidos a volverse homosexuales, aunque, en el peor los casos, es debido a la presión o violaciones que sufren por parte de otros, también existen casos en los que, la falta de sexo, afecta gravemente a la conducta de los sentenciados, generando más factores negativos que no les permiten reinsertarse.
Además, la aglomeración de personas en espacios tan pequeños da pie a la práctica de actos homosexuales, es preciso señalar que estos actos son muy distintos a aquellos que realizan los sujetos que por naturaleza son homosexuales, pues en algunas ocasiones se practica por la tensión que viven los internos al encontrarse encerrados, en otros casos, los PPL se ven forzados o amenazados a realizar estos actos, situación que perturba gravemente su personalidad y, en otros más, habrá internos que practican la homosexualidad sin temor a nada, debido a que es su verdadera orientación la cual tenían reprimida.
Ante estos y otros factores que prevalecen en los Centros de Reinserción Social, es causal para que un sentenciado pueda lograr la reinserción social y, desde luego, no reincida, sin embargo, considero que no es posible reinsertar a un sujeto que se encuentra privado de su libertad en un ambiente criminógeno y con problemas de hacinamiento, circunstancias que no permiten llevar a cabo un adecuado tratamiento por falta de espacio y de personal capacitado. Al no lograrse una verdadera reinserción, la imposición y ejecución de penas privativas de la libertad no permite reparar el daño causado a las víctimas y mucho menos satisfacer a la sociedad. Además, el etiquetamiento que realiza la sociedad a una persona que estuvo privada de su libertad dificulta que el liberado consiga, fácilmente, un trabajo honesto y, por ende, que logre su reinserción social.
Es por ello que se debe Implementar el Servicio Civil de Carrera para el Personal Penitenciario, el cual es el mecanismo de escalafón o promoción laboral de los servidores públicos. Este mecanismo intenta que los funcionarios públicos puedan desarrollarse, para mejorar la capacidad técnica y administrativa del personal.
El objetivo primordial del Servicio Civil de Carrera, es que el personal ocupe el cargo conforme al mérito, es decir, el nombramiento para cada puesto público será para el candidato mejor calificado para desempeñarlo.
El personal penitenciario especializado debe comprender que no son solamente guardias, cuya tarea exclusiva es cuidar a las personas privadas de su libertad. Tampoco son vigilantes, cuya tarea es imponer más castigos de los que ya han sido impuestos por las autoridades judiciales. Tienen que combinar un papel de custodios con un papel educativo para lograr la reinserción de los sentenciados, por lo tanto, eso requiere mayor talento personal y aptitudes profesionales.
Trabajar en una prisión requiere una combinación poco común de cualidades personales y aptitudes técnicas. El personal penitenciario debe tener las cualidades personales que le permitan tratar con todo tipo de reclusos, incluso los más duros y peligrosos, de manera equitativa, humana y justa. Esto presupone procesos de contratación y selección muy estrictos, para que el sistema admita únicamente a las personas con las cualidades adecuadas. Sólo si se contrata a este tipo de personal será posible denominar “profesión” al trabajo en las prisiones.
Con esta propuesta, el reto que enfrentamos para el sistema penitenciario mexicano es implementar una estrategia que permita avanzar en la generación de las condiciones que estimulen la reinserción social efectiva de las personas sentenciadas.