Co autora: Antonia Rodríguez
El Segundo Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe de 1983 declaró el 22 de julio como el Día Internacional del Trabajo Doméstico con el objetivo de contribuir al reconocimiento y visibilización de la labor que millones de mujeres realizan en el interior de los hogares. Esta fecha fue establecida para promover el reconocimiento de este ámbito del trabajo que todavía se mantiene poco visible en tanto aporte económico, y cuyo cumplimiento redunda en dobles o triples jornadas de actividad para la mayoría de mujeres.
En nuestros días, a pesar del debilitamiento de la estructura patriarcal de la familia y de la mayor participación femenina en los mercados de empleo, las actividades domésticas siguen siendo definidas como femeninas y realizadas principalmente por las mujeres.
Antes de continuar, consideramos importante dejar claro que existen dos formas de entender el trabajo del hogar y las labores de cuidados, uno es el remunerado y otro es el no remunerado. En cuanto al trabajo doméstico remunerado, la Organización Internacional del Trabajo estima que en América Latina hay más de 14 millones de mujeres que trabajan remuneradamente para una familia. Considera también que este tipo de trabajo es una de las ocupaciones con peor calidad del empleo: extensas jornadas, bajas remuneraciones, escasa cobertura de seguridad social y alto nivel de incumplimiento de las normas laborales. Sin embargo, a pesar de que es un tema de suma importancia para analizar, en esta entrega nos enfocaremos en el trabajo del hogar no remunerado.
El Trabajo Doméstico y de Cuidado No Remunerado (TDnR) comprende las siguientes tareas que realizan todas las personas para vivir cada día:
- Preparar la comida.
- Hacer el súper o trámites.
- Lavar el baño.
- Lavar, secar y ordenar los platos.
- Lavar y planchar ropa.
- Cuidar mascotas.
- Ayudar con la tarea escolar.
- Cuidar a niña, niño y/o adolescente / persona mayor / persona con discapacidad / a familiar enferma(o).
Todas las personas realizan una parte de estas tareas, pero la mayor parte de la carga recae sobre las mujeres. Esto les resta tiempo y, por lo tanto, oportunidades para realizar otras actividades. El trabajo del hogar no remunerado es una de las dimensiones menos reconocidas de la contribución al desarrollo y a la subsistencia económica de las familias. Las tareas y tiempo dedicado al hogar o al cuidado de personas, sin recibir remuneración alguna, restringe la posibilidad de las personas que lo realizan de contar con ingresos propios, de buscar opciones en el mercado laboral, de participar plenamente en el ámbito público, de gozar de seguridad social o de ser beneficiaria de un fondo de ahorro para la vejez.
En Naciones Unidas, la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW) reconoce la contribución de las mujeres a la economía mediante el TDnR que realizan. En su Recomendación General Nº 17, enfatiza la necesidad de medir y cuantificar este trabajo para visibilizar la función económica que desempeñan las mujeres y su contribución al desarrollo. Al mismo tiempo, insta a los Estados a avanzar en la formulación e implementación de políticas y presupuestos públicos, basados en evidencia, para el adelanto de las mujeres.
A finales del año pasado, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) presentó los resultados de la Cuenta Satélite del Trabajo No Remunerador de los Hogares de México. Su finalidad fue proveer información acerca del valor económico del trabajo no remunerado que los miembros del hogar destinan a las labores domésticas y de cuidados. Representaron la producción de los servicios del hogar que el Producto Interno Bruto nacional no mide. En síntesis reportaron los siguientes datos:
• El valor económico de las labores domésticas y de cuidados reportó un monto de 6.8 billones de pesos, lo que equivalió a 26.3 % del PIB nacional.
• Las mujeres aportaron 2.6 veces más valor económico que los hombres por sus actividades de labores domésticas y de cuidados en el hogar.
• Las mujeres aportaron a su hogar, en promedio, el equivalente a 71 524 pesos por su trabajo no remunerado en labores domésticas y de cuidados.
• Durante 2021 aumentó el tiempo destinado a actividades o labores domésticas, y en el rubro de traslados y acompañamiento. El tiempo para apoyo escolar y ayuda a otros hogares disminuyó.
Como podemos observar, a pesar de los avances en políticas, programas y reformas legales, la carga desproporcionada de trabajo no remunerado que realizan las mujeres prolonga la desigualdad de género al limitar el tiempo para realizar otro tipo de actividades, por ejemplo, los que se relacionan con el crecimiento profesional.
Es necesario reconocer el trabajo no remunerado y las labores de cuidados, tanto social como económicamente. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) consideran que las dinámicas de cuidado se desarrollan bajo una gama de relaciones diversas, que incluyen los vínculos de parentesco, de amistad, comunitarios o laborales y que por ello coexiste diferentes escenarios de cuidados con diversa participación de actores como la familia, la comunidad, el Estado y el sector privado.
Es necesario entender la importancia de la corresponsabilidad en las labores del hogar y de cuidados, para empezar, se podrían implementar acciones desde distintos ámbitos, entre ellas: romper con los roles y estereotipos de género que son replicados desde la infancia, fomentar que los padres se involucren en las labores de cuidados y se permita la extensión de los permisos de paternidad, también se podrían ofrecer a las madres flexibilidad de horarios y trabajo remoto para mujeres.
En Abogadas MX trabajamos en cambiar las condiciones a fin de que cada abogada en México se desenvuelva en un entorno profesional, igualitario, seguro e incluyente, enunciamos que sin igualdad en el hogar, difícilmente se alcanzará igualdad en el mercado laboral.