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Enseñar más que Derecho

No dejes de leer: a ti te interesa cómo se forman las/os abogadas/os, porque (Dios no lo quiera, pero desconocemos su voluntad) en un futuro podrías necesitar sus servicios. Así que claro que a toda la sociedad nos interesa cómo se forman las generaciones de juristas.

Tampoco te espantes pensando que hablaré en abogañol (ese lenguaje técnico que suele decirse con voz engolada) o de temas jurídicos complejos. Me ocupare de otras cosas.

Dejo a un lado la necesidad de que conozcan a profundidad el Derecho constitucional, el civil o el penal, así como los métodos de interpretación jurídica y los derechos humanos. Eso se da por descontado.

Creo que la formación abogadil en México debe incluir un elemento sociodemográfico muy sólido: que quienes estudien la carrera de Derecho conozcan que el nuestro es auténticamente un país pluricultural, diverso, con profundas y lacerantes desigualdades. Que vean más allá de su casa, cuadra o barrio, y puedan apreciar la realidad nacional de una manera no solamente libresca, sino también física.

En ese sentido, debemos encontrar en las escuelas y facultades de Derecho alguna forma de vincular la educación con la realidad más allá del servicio social. Por ejemplo, mediante brigadas o equipos desperdigados por nuestra geografía, que difundan conocimientos jurídicos básicos (sobre todo en materia de derechos humanos) y que tengan como resultado no sólo la diseminación de esos saberes, sino la vinculación real entre las y los futuros profesionistas con el país real.

Un profundo sentido social de la labor jurídica. Un nexo con el país real, porque de otra manera no sólo se genera desconfianza, sino que la profesión del Derecho puede despearse en el desprestigio.

Dicho de otra manera: quitarse el saco y los zapatos de piel.

Por otro lado, debemos incluir en los programas académicos la materia de comunicación. Primero, para aprender a escribir y expresarnos correctamente; segundo, para hacerlo de forma que nos entiendan más allá de los despachos y juzgados. Claro, repasar temas como el adecuado orden de los elementos de una oración (sujeto, verbo y predicado) pero más aún, para ser capaces de explicar qué es el Derecho, para qué sirve y cómo se aplica.

Lo anterior no está peleado con el uso técnico de los términos, que es propio de ambientes jurídicos. Pero la sociedad reclama juristas a los que entienda, no esfinges que hablen un lenguaje arcano.

Lo anterior va de el mano con habilidades de comunicación que van más allá: por ejemplo, saber argumentar frente a públicos hostiles, la técnica del debate, la elaboración de instrumentos de comunicación como videos cortos, infografías, presentaciones en diversos programas, etc.

¿No le gustaría a usted una jueza o un abogado que se expresen con claridad, a los que se les entienda y que, de esta manera, transmitan confianza? Pues ese debe ser el objetivo, es para lo que debemos formar a las nuevas generaciones (y reformar las existentes)

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