Tras varios plantones, bloqueos y amenazas, los violentos maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), lograron imponer sus exigencias y en un polémico proceso legislativo la mayoría de Morena y sus aliados aprobaron en el Congreso de la Unión las leyes secundarias de la materia: la Ley General de Educación, la que se refiere la Mejora Continua de la Educación y la del Sistema para la Carrera de las Maestras y los Maestros, siendo enviada al Ejecutivo para su promulgación, cumpliéndose así la promesa de campaña del Presidente AMLO que de la reforma educativa de Enrique Peña Nieto «no quedará ni una coma».
Al comentar esta aprobación de leyes reglamentarias de la reforma constitucional en materia educativa, López Obrador aseguró que el Nuevo Modelo Educativo de su gobierno es mejor, porque además de conservar la rectoría del Estado en la Educación, toma en cuenta la opinión de todos los involucrados: maestros, sindicatos, gobiernos estatales, federación y padres de familia y porque se seguirá priorizando el interés superior de niñas, niños, adolecentes y jóvenes en el ejercicio de su derecho a la educación.
No obstante, empresarios, analistas y colectivos relacionados con el fenómeno educativo han expresado su preocupación asegurando que se trata de un «contra reforma» que tan solo significa un triunfo para la CNTE, que tiene una pequeña presencia solo en cuatro estados, Oaxaca, Guerrero, Chiapas y Michoacán, y que ahora los estudiantes recibirán en las escuelas públicas una educación de mala calidad, pues se elimino la evaluación de los maestros y el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEE) y se generara nuevamente corrupción a devolver los recursos que eran entregados al instituto a los comités de maestros y de padres de familia en las escuelas.
Uno de los cambios que genero más críticas es el que permitirá la contratación automática de los egresados de la escuelas normales, sin previa evaluación y dejar a los sindicatos la asignación directa de plazas de maestros.
No podemos soslayar que la educación es la principal palanca del desarrollo y que constituye un eje transversal de toda la actividad humana para generar conocimiento y el progreso de los pueblos. Por ello, lo deseable es que el Presidente López Obrador no se equivoque y que este nuevo modelo educativo impulsado por el Ejecutivo y aprobado por Legislativo, sea un instrumento efectivo para erradicar el atraso, la pobreza y la desigualdad que padecemos los mexicanos y que no desemboque en mayores niveles de burocratización y de corrupción de unos cuantos dirigentes de las cúpulas sindicales, que solo velan por sus intereses y que se han cínicamente enriquecido.
Ojalá queden atrás penosas experiencias como los últimos resultados de las pruebas PISA (Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes), que mide los criterios educativos de los países miembros de la OCDE, en las que México ha obtenido el penúltimo y último lugar, demostrando que nuestros alumnos de secundaria alcanzan un nivel promedio de los de primaria. Es decir, que quienes han estudiado 9 años, están aprendiendo lo que corresponde a los de 6 años.
En este mundo globalizado el desarrollo de los pueblos se mide por la generación de conocimiento, a través de la ciencia y la tecnología, y los países que están descuidado la educación y la generación de conocimiento, se están condenando al atraso, a la pobreza y al sub empleo. Esperemos que este no sea el caso de México.