(Sobre “La sala de máquinas de la Constitución”)
¿Le ha pasado que sabe que debe leer un libro y no lo encuentra? a mí me sucedió con este compendioso tomo de Roberto Gargarella. Años de quererlo conseguir y no lograrlo, ni por Internet ni en librerías, lo que tal vez se deba a un gran interés de los lectores combinado con un bajo tiraje. O a simple mala suerte, que terminó cuando me lo topé en una feria del libro en Pachuca.
En un volumen de casi cuatrocientas páginas, el jurista argentino realiza un interesante paseo por dos siglos y un poco más de constitucionalismo en América Latina a partir de una clasificación en tres vertientes: liberal, conservadora y radical. Esto lo hace repasando los textos normativos, pero sobre todo las ideas de los principales juristas del subcontinente.
Este texto muestra tanto a las legislaturas como a la academia lo importante de atender la estructura y mecanismos del poder, invitando a no quedarse solamente en la sección de los derechos.
Es un estupendo libro, en el que Gargaréela no duda por decantarse a favor de un modelo que combine el autogobierno colectivo y la autonomía individual, deja ver su compromiso con una visión social pero a la vez no se guarda las críticas al constitucionalismo social.
Desde luego la parte de los derechos es fundamental en cualquier Constitución, pero a final de cuentas no todo son derechos. Y más aún, éstos deben corresponderse con una estructura de gobierno. Tal vez la mejor protección de las personas la encontremos en un adecuado diseño institucional antes que en procesos judiciales.
Un llamado pertinente a ocuparnos tanto en lo legislativo como en lo académico de esos temas tan antiguos como actuales: forma de estado, forma de gobierno, división y colaboración de poderes.