Se aprobó hace poco tiempo una reforma al artículo “de cajón”, ese artículo 4º constitucional en el que si hay algo novedoso que estipular se encontrará allí si no encuentra espacio en legislación federal. En esta ocasión nos referimos al reconocimiento del derecho a cuidar y ser cuidado que al parecer, y de tener éxito en la Cámara revisora así como en las entidades federativas, quedaría estipulado en la constitución, empero ¿sirve de algo un derecho reconocido si no se apoya en instrumentos para garantizarlo?
EL SISTEMA NACIONAL DE CUIDADOS.
Aristóteles, nos hacía referencia a la igualdad, aquello que él distinguía como parte de la justicia, una medianidad, pero el concepto que queremos rescatar del estagirita es aquel en el sentido proporcional de otorgar igual a los iguales y desigual a los desiguales; véase cómo Aristóteles,[1] buscando el aspecto y sentido de lo justo, indica por qué no siempre se puede proporcionar en la misma medida para todos respecto de algo, no todos necesitamos lo mismo y no todos requerimos en la misma medida de ello, con esto en la mira se aprobó en la Cámara de Diputados la reforma que crea un “Sistema Nacional de Cuidados”, la cual estará en el artículo 4º y, desde luego en el 73 reforma en la que se estipula que el Estado garantizará el derecho que tenemos todas y todos a cuidar y ser cuidados; que se le dará prioridad a ciertos grupos entre ellos niños, niñas, adolescentes, personas con discapacidad, mayores, con alguna enfermedad y en situación de pobreza.
Pero ¡cuidado! ¡cuidado mexicanos con las palabras dulces y los hechos amargos! Porque si bien se ha dado un paso en el reconocimiento de los derechos de las y los cuidadores, también resulta que la reforma se aprobará, y esto ya se cabildeó al interior del Congreso de la Unión, SIN PRESUPUESTO ALGUNO, incluso se dice que no se creará ninguna “estructura orgánica nueva ni compromisos económicos adicionales”, ¿sabrán los legisladores lo que significa un sistema?
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Hablemos claro, en México la provisión de cuidados es insuficiente, de baja calidad, su acceso es limitado y recae desproporcionadamente en las mujeres. Esta situación afecta los derechos de las personas que reciben cuidados y de quienes los proveen, aunque lo hace de manera diferente dependiendo del estatus laboral, las condiciones socioeconómicas y la estructura del hogar.
El problema del cuidado no ha sido atendido de forma integral, y hay varios factores que dificultan el acceso a dichos servicios, como las condiciones laborales de las personas (informalidad, poca flexibilidad en los horarios, prejuicios de género), las relaciones desiguales entre hombres y mujeres en el hogar y en el empleo y las tendencias demográficas que, en el caso de México, proyectan que a mediano plazo habrá más personas en situación de dependencia..
Se prevé que en las próximas décadas exista un aumento en la esperanza de vida, con estadísticas del INEGI se tiene que para el 2030 habrá dos personas adultas mayores y una joven, una razón de dos a uno, aunado a ello se estima que para 2050 la brecha en la estructura demográfica se cierre. En consecuencia, los porcentajes de ambos grupos serán similares y su relación será prácticamente de uno a uno, lo que aumentará inevitablemente las necesidades de cuidado de amplios sectores de la población, porque, por si no se vislumbra, la mitad de la población requerirá de cuidados y no es un aspecto menor.
LOS TOKENISMOS Y LA DISCRIMINACIÓN DEL NO HACER.
Ahora, diversas organizaciones de la sociedad civil han luchado arduamente por el reconocimiento del derecho a cuidar y ser cuidado, empro no sólo se deseaba un tokenismo a esos a los que el gobierno federal está acostumbrado, no, lo que la sociedad civil peticionaba fuerte y claro era ¡protección y garantía!, poder aterrizar adecuadamente las metas de cuidadores y cuidadores, y de las personas cuidadas.
Dudamos que el gobierno federal alcance a ver la magnitud de la problemática, ya existe un hartazgo social por los meros simbolismos en lo que se trabaja día a día, y la mayoría se pregunta ¿cuándo actuará? ¿cuándo lograremos fincar en los hechos un sistema nacional de cuidados? ¿cuándo lograremos que ese sistema nacional de cuidados tenga la misma importancia que otros sistemas en México? ¿Hasta cuándo se dejará de minimizar el problema? ¿Acaso los que hoy ostentan el poder no logran imaginarse siendo personas adultas mayores? Porque hay que dejarlo claro, no sólo se trata de personas con discapacidad, todos llegaremos a la mayoría de edad y comenzaremos con afecciones y necesitaremos cuidados, y ¿de dónde obtendrá el país ingresos para ello?
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Queda claro que atender estas demandas no es fácil, pues son muchas las personas responsables de proveerlo; además, los recursos son escasos y no se cuenta con suficiente información sobre las condiciones laborales, familiares y económicas de las personas que necesitan o proveen cuidados, información que es necesaria para tomar decisiones bien documentadas. Esta situación ha tenido como resultado que se hayan propuesto iniciativas aisladas, parciales e insuficientes para atender las demandas de cuidado.
Por lo expuesto anteriormente, es imperativo diseñar una estrategia integral de cuidados en México, con el fin de garantizar servicios para la población en situación de dependencia, bajo los principios de accesibilidad, calidad y suficiencia, así como promover la autonomía de las personas y reducir las desigualdades de género; todas estas necesidades fueron recogidas, en la medianía, por la propuesta constitucional. Ahora se deberá presionar para hacerlo funcional, porque como siempre le tocará a la sociedad hacer las exigencias para los que están en sus curules hagan su trabajo de manera adecuada.
[1] Aristóteles, Ética a Nicómaco, trad. De José Luis Calvo Martínez, España, Alianza Editorial, 2005, p. 159