Entrevista con Jaime Limón, Presidente del INCIBE, realizada por Marco V. Herrera, Socio Líder de Transformación Digital en Abogado Digital, para LegalX Podcast.
“A medida que la tecnología avanzaba y las herramientas digitales se volvían más sofisticadas, los abogados comenzaron a reconocer la importancia de adaptarse a este nuevo entorno. En ese momento, me di cuenta de que no existía un marco claro que explicara cómo deberían los abogados enfrentarse a los retos tecnológicos y legales de esta nueva era.”
Introducción
En los últimos años, hemos sido testigos de una transformación significativa en la profesión legal, especialmente en lo que respecta a la integración de la tecnología y el derecho. Un concepto que ha ganado terreno en países como México y en varias naciones latinoamericanas es el de Abogado Digital. Este término, aunque relativamente nuevo en el ámbito profesional, ha empezado a tener un mayor peso y relevancia, no solo en el discurso académico, sino también en la práctica cotidiana del Derecho.
Este concepto, como muchos otros avances, tiene sus raíces en Europa. Fue en España, hace más de una década, donde surgió por primera vez la noción del Abogado Digital, aunque inicialmente no como un concepto profesional, sino más bien como una herramienta de marketing. En aquellos tiempos, las redes sociales y el internet eran espacios emergentes, y las empresas de publicidad utilizaron el término para ayudar a los abogados a publicitar sus servicios en un nuevo y creciente mercado digital. Este uso inicial estaba más enfocado en la visibilidad en línea y la construcción de marca personal, sin mucho rigor académico o doctrinal detrás.
De hecho, en ese entonces, las reglas que regían las barras de abogados en países como España, México y Estados Unidos, eran similares, y no consideraban el impacto de las nuevas tecnologías ni las redes sociales en la práctica legal. En España, por ejemplo, las normas cambiaron para permitir que los abogados pudieran promocionarse en internet, lo cual fue un avance significativo. Sin embargo, el concepto de Abogado Digital aún se veía con escepticismo y se asociaba más a una moda pasajera que a una verdadera revolución dentro del gremio legal.
Con el paso de los años, el concepto comenzó a evolucionar. A medida que la tecnología avanzaba y las herramientas digitales se volvían más sofisticadas, los abogados comenzaron a reconocer la importancia de adaptarse a este nuevo entorno. Fue en este contexto que, hace poco más de una década, empecé a abordar el tema con un enfoque más académico y doctrinal. En ese momento, me di cuenta de que no existía un marco claro que explicara cómo deberían los abogados enfrentarse a los retos tecnológicos y legales de esta nueva era.
Las fuentes clásicas del derecho, como el corpus juris civilis de Justiniano, el Código Napoleónico, y la obra de Eduardo García Maynes, no mencionaban temas como los OVR (objetos virtuales y realidad aumentada), el uso de las redes sociales en la práctica legal, ni los mecanismos de autocomposición de conflictos a través de plataformas digitales. Además, la formación tradicional de los abogados no contemplaba estos aspectos. Las escuelas de Derecho no nos enseñaban a lidiar con los retos legales derivados de la digitalización ni existía una regulación clara que orientara nuestra práctica en ese sentido.
Fue entonces cuando comprendí que la creación de contenido académico sobre derecho digital se volvía indispensable. Se hacía necesario dotar a la disciplina de un rigor académico que permitiera a los profesionales del Derecho comprender y gestionar las implicaciones legales de las tecnologías emergentes. Afortunadamente, hoy en día, este concepto ha logrado profesionalizarse y obtener respeto dentro del gremio. Sin embargo, no fue un camino fácil.
Recuerdo bien los primeros años de este proceso, cuando los avances tecnológicos en el Derecho eran motivo de burla para muchos colegas, las críticas eran constantes y era común que me señalaban con desdén. Hoy, en cambio, el derecho digital, el derecho cibernético y el derecho informático son disciplinas fundamentales que generan ingresos sustanciales para muchos despachos de abogados. De ser una broma, se ha convertido en una industria próspera.
El camino del Abogado Digital ha sido, y sigue siendo, un proceso de constante evolución. A medida que las herramientas digitales siguen transformando la práctica legal, más abogados y firmas están reconociendo la necesidad de adaptarse a estos cambios. Hoy en día, conceptos como el derecho cibernético ya son parte esencial del discurso legal, y el Abogado Digital ya no es una figura marginal, sino una pieza clave dentro del ecosistema jurídico.
“El camino del Abogado Digital ha sido, y sigue siendo, un proceso de constante evolución. A medida que las herramientas digitales siguen transformando la práctica legal, más abogados y firmas están reconociendo la necesidad de adaptarse a estos cambios. Hoy en día, conceptos como el derecho cibernético ya son parte esencial del discurso legal, y el Abogado Digital ya no es una figura marginal, sino una pieza clave dentro del ecosistema jurídico.”
Es un viaje que apenas comienza, pero el trabajo y el esfuerzo colectivo de quienes hemos estado en este proceso han permitido que este concepto adquiera un lugar importante dentro de la profesión. De este modo, el abogado digital ya no es solo un término de marketing, sino una realidad profesional que sigue ganando terreno.
De la Crítica a la Profesión Respetada
Cuando comenzamos a estudiar el concepto de Abogado Digital en México, lo que inicialmente parecía ser una especialización emergente nos llevó a entender que se trataba de un profesional del Derecho dedicado al estudio del derecho cibernético, informático y digital, pero, sobre todo, a las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). En aquel entonces, el concepto aún estaba en formación y, como ocurrió con muchas ideas innovadoras, enfrentó críticas y resistencia por parte del gremio jurídico tradicional.
Recuerdo que, incluso, me atreví a ampliar el concepto de Abogado Digital para incluir a todos aquellos profesionistas que pusieran su conocimiento y sabiduría al servicio de los derechos digitales. Hoy, con el paso del tiempo, me doy cuenta de lo importante que fue ese enfoque inicial, porque nos permitió entender que el Abogado Digital no solo abarca el Derecho, sino que también debe estar en constante interacción con las tecnologías que están moldeando el futuro del Derecho.
En ese proceso de aprendizaje me di cuenta de algo crucial: la realidad del Abogado Digital no se podía encontrar en los códigos civiles, ni en las leyes tradicionales, ni en los tratados internacionales. La solución a muchos de los problemas que enfrentábamos no estaba en los textos legales convencionales, sino que debíamos adentrarnos en los circuitos de los programas de cómputo, en el código fuente de las plataformas, en la programación y en la arquitectura de los sistemas. Esto me llevó a una colaboración indispensable con ingenieros, licenciados en informática, sistemas computacionales y redes, quienes se convirtieron en aliados cruciales para poder ofrecer un servicio efectivo.
“La solución a muchos de los problemas que enfrentábamos no estaba en los textos legales convencionales, sino que debíamos adentrarnos en los circuitos de los programas de cómputo, en el código fuente de las plataformas, en la programación y en la arquitectura de los sistemas.”
Este aprendizaje me obligó a desaprender muchas de las formas tradicionales de abordar los problemas legales y a ser más flexible en la forma de pensar y de resolver conflictos. Fue un proceso desafiante, pero sumamente enriquecedor, especialmente cuando la tecnología comenzó a tener una presencia aún más significativa en nuestra vida diaria.
El siglo XXI y sus avances tecnológicos trajeron consigo un sinfín de nuevos retos, y la pandemia de covid-19, con su obligada transición a los entornos digitales, aceleró todo este proceso. En la industria legal nos dimos cuenta de que sin tecnología y sin internet era imposible seguir operando de la misma manera. La digitalización de la economía y los servicios llegó para quedarse, y las instituciones legales no podían quedar al margen.
El impacto del covid-19 fue tan profundo que, de repente, lo que antes parecía un reto insuperable, como el uso de plataformas de videoconferencia o la gestión de casos en línea, se convirtió en la norma. Un ejemplo claro fue el uso de herramientas como Zoom, que permitió a los abogados continuar trabajando, incluso cuando las oficinas físicas ya no eran una opción. Fue el primer golpe de realidad: los abogados tenían que adaptarse rápidamente a la tecnología para no quedar atrás.
A lo largo de estos años, han surgido otros factores importantes que han impulsado el crecimiento del concepto de Abogado Digital. Temas como la protección de datos personales, la digitalización de los bancos y el crecimiento de la legislación en torno a la ciberseguridad han sido fundamentales. Estos desarrollos han consolidado el concepto de abogado digital como una parte integral del derecho moderno.
Hoy en día, hablar de Abogado Digital ya no solo implica un término de moda o un título de marketing, es una especialización respetada y reconocida dentro del gremio legal. Un claro ejemplo de esto fue el reconocimiento que recibió, en 2018, el doctor Alfredo Reyes-Craft con el Premio Abogado Digital, otorgado por la revista Foro Jurídico, ver a un titán del derecho como el doctor Reyes Craft recibir ese reconocimiento fue un momento clave, pues mostró que incluso los más grandes en la profesión podían entender la relevancia de este nuevo campo.
Al año siguiente, en 2019, también tuve el honor de recibir el Premio Abogado Digital. Fue un momento importante no solo para mí, sino para toda una generación de abogados que comenzamos a construir este espacio. En esos años, los textos escritos sobre derecho digital eran escasos, y aquellos que se atrevían a escribir sobre el tema, lo hacían con mucha valentía. A pesar de las brechas de conocimiento y los desafíos, fue un paso necesario para cubrir un vacío editorial importante en nuestra disciplina.
No me atrevo a decir que mis textos estén al nivel de los del doctor Reyes Craft, pero sí puedo afirmar que hubo un compromiso editorial por parte de quienes nos dedicamos a escribir sobre estas nuevas áreas del Derecho. Lo que estaba ocurriendo en la práctica legal y en la tecnología no se reflejaba aún en las publicaciones académicas tradicionales y esa desconexión comenzó a quedar obsoleta.
El concepto de Abogado Digital se presentó como una nueva ola, pero también fue un concepto que, con el tiempo, empezó a depurarse. Al principio, muchos se subieron a ese tren por el simple hecho de estar al día con las tendencias tecnológicas, sin un verdadero conocimiento o pasión por el área. Sin embargo, a medida que la profesión fue evolucionando, los verdaderos especialistas, aquellos que realmente tenían el conocimiento, la pasión y la vocación por seguir aprendiendo y adaptándose, fueron los que lograron destacarse.
Hoy en día, podemos ver cómo la figura del Abogado Digital se ha consolidado como un referente dentro del Derecho moderno y su respeto profesional es incuestionable. Sin duda, el futuro del derecho está ligado a la tecnología, y aquellos que se han dedicado a estudiar y especializarse en esta intersección son los que están liderando la transformación de la industria legal.
La Transformación del Abogado Digital: Rompiendo Barreras y Cerrando Brechas
Otro factor clave en la evolución del concepto de Abogado Digital fue el cambio en las leyes y el mundo de los negocios, que comenzó a transformarse a medida que la tecnología tomaba un papel más prominente en todos los aspectos de la vida cotidiana. Las leyes y regulaciones tuvieron que adaptarse, pero más importante aún, las necesidades de conocimiento en torno al mundo digital, no solo a las redes sociales, sino a todo el universo digital, fueron fundamentales. Esto obligó a los profesionales del derecho a llenar un vacío con literatura, estudios y textos académicos que pudieran cerrar esa brecha de conocimiento. No quedaba de otra. Si queríamos estar al día, teníamos que trabajar arduamente para ponernos al frente en esta nueva era digital.
“Otro factor clave en la evolución del concepto de Abogado Digital fue el cambio en las leyes y el mundo de los negocios, que comenzó a transformarse a medida que la tecnología tomaba un papel más prominente en todos los aspectos de la vida cotidiana. Las leyes y regulaciones tuvieron que adaptarse, pero más importante aún, las necesidades de conocimiento en torno al mundo digital.”
Hoy en día, podemos ver con claridad que esa brecha, afortunadamente, se ha reducido considerablemente. Esto ha sido posible gracias a esfuerzos valientes, como el de Foro Jurídico, que, al otorgar el Premio Abogado Digital al doctor Alfredo Reyes-Craft, reconoció la importancia de este nuevo campo del Derecho. Este tipo de iniciativas ayudó a que el gremio, la industria y los académicos comenzaran a valorar este concepto de manera seria. Fue un reconocimiento al impacto real de la tecnología en el derecho, un reconocimiento que permitió visibilizarlo y, por fin, dejar atrás la burla que muchos de nosotros experimentamos en los primeros días.
Recuerdo perfectamente las críticas que recibí en esos momentos, cuando me decían que el término Abogado Digital era ridículo. Había quienes sugerían llamarlo abogado milennial o abogado chavo, como si todo fuera una moda pasajera y no algo que realmente mereciera un enfoque académico serio. Era un espacio que parecía destinado a ser minimizado y descalificado, y muchas veces me tocó vivirlo en carne propia. Sin embargo, como bien sabes, esa visión cambió con el tiempo. El reconocimiento, como el que recibió el doctor Reyes Craft, hizo que muchos en el sector académico y profesional comprendieran que este concepto no solo era pertinente, sino que ahora exigía un rigor académico que estaba a la altura de las demandas de las nuevas leyes y los nuevos tiempos.
En cuanto al contexto internacional. Mientras que en México estábamos atrapados en una burbuja, con un sector legal aferrado al tradicionalismo, afuera el mundo estaba cambiando. En Australia, Alemania, Inglaterra y Estados Unidos ya se estaban tomando en serio los retos y oportunidades que ofrecían las tecnologías emergentes. En ese entonces, nosotros teníamos que mirar hacia afuera, aprender de esos modelos y no quedarnos atrás. Nos preguntábamos constantemente: ¿por qué no está pasando esto aquí?, ¿por qué no estamos trabajando este concepto? Era claro que no había otra opción que trabajar el concepto de abogado digital, posicionarlo y hacerlo valer.
Este esfuerzo no solo estuvo enfocado en México, en algunos países de Latinoamérica comenzaron a surgir movimientos similares. Todos estábamos en el mismo barco, luchando por cerrar esa brecha de conocimiento y asegurar que el Derecho se adaptara a la nueva realidad tecnológica. En ese entonces aún no era común y se trataba de un reto enorme, pero la necesidad de adaptarse era más grande que cualquier resistencia.
Retos y Oportunidades para los Abogados del Mañana
Creo que la visión actual es que muchos de los que comenzamos este camino hemos alcanzado lo que tanto nos costó lograr: generar el rigor académico y el respeto profesional hacia el área del Abogado Digital. Hoy en día, ver firmas como Deloitte, Hogan Lovells, Santa María Esteta, Ríos Abogados, incorporando esta especialización como parte fundamental de su estructura, demuestra que los despachos legales, tanto los establecidos como los emergentes, entienden que el Abogado Digital es una especialización esencial para ofrecer un servicio integral. Ya no basta con ser un abogado civil, penalista, fiscal o corporativo, ahora es crucial contar con un abogado especializado en tecnologías de la información y la comunicación, ya que los demás profesionales no pueden cubrir todo el conocimiento necesario sobre estas tecnologías, que son cada vez más indispensables.
¿Hacia dónde vamos? Creo que es un tema complejo, especialmente para aquellos que nos dedicamos al sector de las tecnologías. En este momento, enfrentamos un desafío de capacitación similar al de otras disciplinas, como la medicina, donde los avances tecnológicos y las nuevas variantes requieren un esfuerzo constante para entender y aplicar nuevos tratamientos, vacunas y procedimientos. En el Derecho nos estamos enfrentando a algo semejante, donde surgen conceptos como el derecho digital, la inteligencia artificial, el blockchain y la inteligencia artificial generativa. Estos avances tienen un impacto transversal en distintas ramas del Derecho, desde el derecho penal y la propiedad intelectual hasta los derechos de autor y la protección de datos personales. Además, el cambio al que te refieres también se refleja en el mundo empresarial. Hoy en día, muchas grandes empresas que antes dependían del comercio tradicional ahora generan una parte significativa de sus ventas a través de canales digitales, lo que implica una transformación completa de su modelo de negocio y, desde la perspectiva legal, plantea muchas aristas y desafíos de cómo manejar estas nuevas realidades.
Hoy en día, es fundamental entender que los usuarios y clientes inevitablemente enfrentarán incidentes de naturaleza digital, por lo que es necesario estar preparados para afrontarlos. Si dentro de mi firma no tengo a un consultor especializado en este ámbito, sé que el servicio que ofrezco estará limitado. El riesgo que enfrentamos ahora es que hay una brecha en los servicios legales, especialmente en el sector del Abogado Digital. Puedes elegir entre las grandes firmas que ofrecen estos servicios con un nivel alto de profesionalización, pero que no siempre están al alcance de todos los presupuestos, o bien buscar a los abogados digitales que hemos sobrevivido en este mundo tan competitivo, donde la pasión por el tema y la formación continua son clave. Sin embargo, en México, las opciones son limitadas y la oferta no es tan amplia como podríamos esperar.
“Es fundamental entender que los usuarios y clientes inevitablemente enfrentarán incidentes de naturaleza digital, por lo que es necesario estar preparados para afrontarlos. Si dentro de mi firma no tengo a un consultor especializado en este ámbito, sé que el servicio que ofrezco estará limitado.”
Esto también nos lleva a cuestionarnos qué está ocurriendo en las universidades. ¿Se está formando a la nueva generación de abogados con una visión digital? Es una pregunta difícil, pero creo que hoy en día estamos enfrentando una saturación de información y una sobreoferta de servicios educativos, que a menudo no responden a las expectativas de calidad que se requieren. Existen muchos programas que pretenden capacitar a los abogados en áreas como el derecho digital, legal tech y otros campos emergentes, pero lo que realmente importa es quién está impartiendo esas capacitaciones. Muchos de estos programas han surgido de manera improvisada, lo que puede generar capacitaciones sesgadas o de menor calidad. Esto, a su vez, preocupa sobre el tipo de formación que los abogados están recibiendo.
La recomendación para los abogados del futuro es clara: aprovechar los espacios gratuitos, como LegalX Podcast donde líderes de opinión comparten su experiencia y conocimientos sobre derecho digital. Existen muchas plataformas y redes sociales que ofrecen contenido valioso, como Spotify o YouTube. Pero también es importante buscar espacios académicos de rigor, aunque a veces sean más costosos. Instituciones como la Universidad de Salamanca, la Universidad Panamericana, la Universidad Anáhuac, el Tecnológico de Monterrey, Ius Semper y otras facultades de Derecho en México están comenzando a ofrecer programas especializados en derecho digital. Estas oportunidades, aunque representen un esfuerzo económico, son esenciales para adquirir una formación sólida y bien estructurada. Además, hay una creciente demanda de especialistas, como lo demuestra la invitación que recibí para dar una clase sobre inteligencia artificial y Derecho a colegas de Guatemala. Esto refleja una necesidad clara y creciente de educación en estos temas.