La vigilancia y la lucidez son los senderos de la inmortalidad.
Los que vigilan no mueren.
La negligencia es el sendero de la muerte.
Los negligentes son como si ya estuvieran muertos.
Buda Gautama
La línea 12
El lunes 3 de mayo de 2021, a las 22:20 aproximadamente, la Ciudad de México se preparaba para descansar después de una larga jornada laboral de inicio de semana.
Enfermeros, estudiantes y profesionistas se dirigían a sus casas a bordo de la línea 12 del metro de la gran urbe. Un fuerte estruendo a las 22:22 significó para más de 26 personas el último ruido que escucharían y para otros 80 un accidente ferroviario que los marcará de por vida.
En México estamos más que habituados a la palabra “corrupción”. Muchas veces tendemos a pensar que la corrupción solamente consiste en el acto de dar y recibir dinero para disminuir, acelerar o evitar trámites, pero esto es solamente la figura más burda y la cual, lamentablemente hemos normalizado. Lo anterior, muy a la usanza de “quien no tranza no avanza”.
Lo que lamentablemente presenciamos con la línea 12 es mucho mas que eso, habla de alguien que fue contratado para ofrecer un servicio con toda la seguridad detrás de saber que se realizaría de manera óptima pero también de otro que sería responsable del mantenimiento para dar protección y cuidado a los ciudadanos que utilizan el metro, un medio de transporte altamente utilizado en la ciudad y que mueve al grueso de la población económicamente activa en la ciudad; en esta ocasión todo falló.
Al parecer todo lo que ha arrojado la información referente a este evento, el servicio brindado se entiende que se consintió con ineficiencia en el mismo, sumado a que el mantenimiento no fue el apropiado ni el seguimiento puntual el requerido. Esto deja una estela en el aire que nos hace cuestionarnos: ¿nos corrompemos también cuando dejamos de hacer nuestro trabajo? La respuesta es sí.
De esta forma, la corrupción se convierte no solamente en un evento de acción sino también de omisión y silencio; si nos ponemos a pensar en nuestro día a día, cuántas cosas, eventos, injusticias y accidentes hemos visto, hemos sido testigos, hemos escuchado, presenciado, grabado y permanecemos silentes ante lo que ocurre ante nuestros ojos; la gente observa que las cosas pasan y NO HACEMOS NADA AL RESPECTO.
Hagamos Compliance.
Hacer Compliance desde nuestro sitio es volviéndonos “accountable” de lo que sucede por nuestras acciones.
México cambiará y las cosas dejarán de suceder el día que nos hagamos responsables; hacerse responsable representa no solamente lo que a mí me toca sino aquello que también presencio o conozco, todos podemos hacer Compliance desde nuestra trinchera, viendo que nuestro rol como colaborador nos haga responsable de lo que nos toca, haciéndolo bien a la primera y dando lo mejor de nosotros mismos.
La corrupción es ineficiencia y la corrupción se encuentra tangible y latente en nuestro mundo; LA CORRUPCIÓN TAMBIÉN MATA.
¿Por dónde iniciar?
Me gustaría invitarte a la reflexión y dejarte estos 3 puntos que nos pueden ayudar a cuidar este tema y a tener más consciencia sobre lo que sucede a nuestro alrededor.
- Infórmate. Conoce el entorno, las aristas y la gama de situaciones que la problemática puede generar. La información es poder y es mediante los datos que tendremos más y mejor control de lo que sucede.
- Hazte responsable. Muchas veces pensamos que un problema es consecuencia de alguien más, pero tendemos a ignorar que todos formamos parte de una cadena de decisiones donde, haciendo bien lo que nos toca, disminuiremos los riesgos posibles. Tomemos las riendas de nuestro entorno y procuremos disminuir errores, haciéndolo bien a la primera.
- Entrega lo mejor de ti. El esfuerzo es ese paso que determina si una acción será exitosa o no. Hagamos que las cosas sucedan, no permitamos que la mediocridad nos invada y demos nuestro cien por ciento en lo que nos toca.
Hagamos Compliance, porque urge, porque nos conviene.