foro jurídico John Steinbeck

John Steinbeck, jurista

“Todo en el mundo debe tener un diseño, o la mente humana lo rechaza. Pero también debe tener un propósito, o la conciencia humana huye de él”[1]

John Steinbeck “Travels with Charley in Search of América”.

Durante mucho tiempo se ha creído que John Steinbeck era un literato, lo que en realidad no era sino la cubierta de su verdadera labor, un trabajo de zapa callado y a largo plazo; fue tan eficaz su engaño que incluso le otorgaron el premio Nobel de literatura.

Pero no, Steinbeck era un jurista.

Y como buen jurista, sabía que quien sabe Derecho sabe muy poco Derecho, como afirmó Jesús Reyes Heroles, así que se dedicó a viajar y conocer a su país, a escuchar a su gente y conocer sus formas de vida. Se empapó con el espíritu de su nación.

Por eso pudo escribir ese estupendo libro de crítica jurídica que se llama “Las uvas de la ira” en donde, disfrazado de novela (en la que se da el lujo de toques simbolistas) en realidad formula una disección sin piedad a los sistemas político y jurídico americano.

Sería más correcto decir “vivisección” porque el sujeto que estudia se encuentra vivo y palpitante. Y seguirá así después de que termine su despiadada operación.

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Para hacer la crítica del derecho y de la política, que era su propósito, diseño una novela. Así garantizó que la mente y la conciencia americana la aceptara.

En ese libro, que no dudo en sugerir como texto para nuestras escuelas y facultades de Derecho (al lado de “Los recuerdos del porvenir” de Garro y de “El llano en llamas” de Rulfo, pero también de “La librería” de Fitzgerald y “Conjetural” de Borges) Steinbeck no solo demuestra los efectos del capitalismo rapaz y especulativo de los años 20, sino sobre todo la existencia de una maquinaria de poder que usa el derecho para triturar al débil al punto de desarraigarlo y quitarle su ciudadanía.

Tomemos tres ejemplos del libro: la familia que es lanzada de su propiedad porque no puede hacer frente a las deudas bancarias. Ahí tenemos la primera crítica: las leyes y sus operadores deben garantizar los derechos de crédito frente a cualquier otro derecho, el no pago lleva a la ejecución de la garantía en un acto que se asume exclusivamente jurídico, desligado de cualquier causa externa al deudor y, por lo tanto, es de su exclusiva responsabilidad.

Tenemos ahí un derecho (con minúsculas) que hace abstracción de la persona, con toda su complejidad y su contexto, para denominarla “deudor” y la hace responsable de una situación, el adeudo, que en realidad es producto de fuerzas económicas superiores, entre las que desde luego está el banco, que en una paradoja es el propio ejecutor.

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Ejecutor es la palabra adecuada. En la familia expulsada de su tierra se pretende purgar los defectos del sistema económico que permitió la crisis del 29. Al ejecutarla se expurga a la economía de los débiles, de los derrotados, de los que no merecen seguir gozando de la propiedad.

Llegamos al segundo ejemplo: la familia desarraigada que migra. Han pasado de pequeños propietarios a sin tierra, de integrantes de una comunidad (y no uso la palabra a la ligera) a parte de ese río de sin nombres que vagan por el país. Al moverse de esa manera pierden en la práctica sus derechos políticos, al no quedar fijos en un lugar no son votantes, y por tanto dejan de importar para la maquinaria partidista.

Al arrojarlos de la propiedad son expulsados de la comunidad y pierden en la práctica su estatus de ciudadanía.

Tercer ejemplo, que se encuentra en el capítulo del lote de autos usados. El derecho, bajo la forma del derecho privado, se usa como un instrumento para la explotación de quienes gastan lo que salvaron del naufragio en comprar un vehículo para migrar; se les defrauda, se les vende lo que no sirve y, si se atreven a reclamar, son confrontados con el acto jurídico que les obliga a pagar así como a apechugar con la decisión que tomaron al escoger el objeto de la compra, porque a final de cuentas en el derecho privado la relación se asume entre iguales.

Espléndido jurista crítico este Steinbeck. Su señalamiento al sistema político y jurídico previo al New Deal puede convencernos o no, pero más allá del momento y del objeto de la escritura, es la estructura de la obra, el espléndido recurso de la novela, el ojo y oído atento así como la pluma inmisericorde, lo que no solo sigue sorprendiéndonos, sino que nos reta a pensar en conseguir algo que deje de ser derecho para ser Derecho.

[1] Traducción propia.

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