Fake news

Fake news: El cáncer de hoy

La Máquina del Tiempo

La fabricación sistemática de fake news con fines de ataque se ha convertido en una herramienta recurrente utilizada para perjudicar a personas, empresas, instituciones o adversarios políticos. Lejos de ser simples errores periodísticos, estas acciones son planificadas, intencionadas y forman parte de estrategias de desprestigio que comprometen seriamente los principios de una sociedad democrática

La manipulación informativa no es nueva. Desde que los medios de comunicación se masificaron en el siglo XX, han existido casos de propaganda, desinformación y noticias distorsionadas. Sin embargo, la gravedad del fenómeno se ha multiplicado con la expansión de internet, redes sociales y tecnologías digitales, que permiten crear y difundir contenido falso con velocidad y alcance sin precedentes. Lo que antes era un rumor aislado en la prensa sensacionalista, hoy puede convertirse en una campaña viral que afecta a millones en cuestión de minutos.

En este contexto, la fabricación sistemática de fake news con fines de ataque se ha convertido en una herramienta recurrente utilizada para perjudicar a personas, empresas, instituciones o adversarios políticos. Lejos de ser simples errores periodísticos, estas acciones son planificadas, intencionadas y forman parte de estrategias de desprestigio que comprometen seriamente los principios de una sociedad democrática.

Desde una perspectiva ética, este tipo de prácticas contradice los fundamentos del periodismo responsable. Al menos cinco principios éticos fundamentales se ven violados:

  1. Verdad y verificación: Publicar información manipulada o falsa socava la esencia misma del periodismo. 
  2. Responsabilidad social: Los medios deben servir al bien común, no al interés de grupos de poder. 
  3. Independencia: Cuando se usa el periodismo como instrumento de ataque, se pierde la objetividad.
  4. Respeto a la dignidad humana: La desinformación puede destruir la vida personal y profesional de las víctimas. 
  5. Transparencia: Omitir las fuentes o disimular su origen intencionalmente impide al público formarse un juicio informado.

En el terreno legal, la difusión de noticias falsas puede derivar en al menos cuatro tipos de violaciones:

  1. Difamación y calumnias: Divulgar mentiras con daño a la reputación es sancionable civil o penalmente.
  2. Daño moral y patrimonial: Empresas afectadas pueden sufrir pérdidas económicas y reputacionales.
  3. Violación a la privacidad: Manipular o exponer datos personales con fines ofensivos vulnera derechos fundamentales.
  4. Delitos informáticos: El uso de bots, deepfakes o hackeos para generar fake news constituye un delito en muchos países.

Analizando la Declaración de los Deberes y Derechos del Periodista, firmado en Munich en 1971, reiterado en el Código de Ética de la Sociedad de Periodistas Profesionales de Estados Unidos, así como la Carta Mundial de Ética para Periodistas de 2019, estas acciones infringen al menos cuatro principios deontológicos del periodismo:

  1. Veracidad: La falsedad deliberada contradice el deber de informar con precisión.
  2. Contraste de fuentes: Las campañas negras omiten deliberadamente otras versiones.
  3. Pluralismo: El periodismo pierde su función si solo sirve a una agenda de ataque.
  4. Servicio público: La información debe empoderar al ciudadano, no manipularlo.

La situación se agrava cuando estas prácticas no provienen de actores marginales, sino de grandes medios, empresas y figuras políticas. Cuando quienes tienen mayor influencia en la opinión pública utilizan sistemáticamente estos mecanismos, se generan consecuencias de gran alcance, pues directamente se erosiona la confianza ciudadana, y la población desconfía de todo y de todos, lo que alimenta la polarización.  También se distorsionan procesos democráticos, porque las elecciones y decisiones públicas pueden ser manipuladas con base en mentiras.  Se rompe el tejido social porque las fake news generan odio, enfrentamientos y exclusión.  Se limita la libertad de expresión verdadera porque las voces honestas pueden ser silenciadas o deslegitimadas; y quizas mas grave: se fomenta la impunidad, porque se normaliza la mentira como herramienta válida del debate público.

En este nuevo entorno digital, donde cualquiera puede ser emisor de información pero pocos tienen capacidad para verificarla, el poder de destruir reputaciones y manipular conciencias se ha descentralizado pero también ha sido perfeccionado por quienes controlan los grandes canales de distribución de contenido.

El caso llamado Televisa Leaks suelta de nuevo las alarmas y pone en la mesa la reflexión y el análisis sobre los limites del periodismo, hasta donde se está dispuesto a llegar, pero más importante aún, hasta donde está la sociedad dispuesta a soportar o tolerar.

Cuando quienes tienen mayor influencia en la opinión pública utilizan sistemáticamente estos mecanismos, se generan consecuencias de gran alcance, pues directamente se erosiona la confianza ciudadana, y la población desconfía de todo y de todos, lo que alimenta la polarización

La brujula moral parece estar perdida.  Los valores cada vez mas lejos de la gente. Los códigos de ética cada vez mas erosionados y lejanos del quehacer cotidiano.  La canción “News” de Dire Straits (1979) habla desde el año de su publicación del peligro de alienación cuando se consumen las noticias sin cuestionarlas.  El grupo Queen con su increible tema “Radio Gaga” (1984) postula que la radio es más creible que la televisión y los medios visuales por ser más manipulables.  Don Henley y Thompson Twins, con los temas “Dirty Laundry” y “Lies” (1982) critican el sensacionalismo en los medios, y las mentiras en los medios y relaciones personales, respectivamente.  Green Day con la melodía “American Idiot” (2004) critica a la televisión y la cultura del miedo alimentada por medios informativos, y destaca que la nación nortemericana es controlada por los medios.  Billy Cobb tituló una melodía “Fake News” (2019) donde aborda el impacto psicológico de vivir rodeado de desinformación y manipulación.

El famoso politólogo y filósofo italiano, Giovanni Sartori, no pudo ser más visionario en su obra Homo videns (1997), donde postuló con un estilo inigualable que el ser humano racional, que lee, reflexiona y argumenta sería transformado en alguien que consume imágenes de forma pasiva y acrítica, empobreciendo su pensamiento, debilitando la democracia y reduciendo su capacidad de análisis.  Un humano que ve más, pero entiene menos es idóneo para la proliferación de las fake news.  Si los medios, políticos y empresas no retoman una ética de la verdad, y si la sociedad no exige responsabilidad ni se educa para resistir la manipulación, estaremos ante una decadencia sostenida de la vida pública que inició hace muchos años en nuestro país.  El cáncer del fake news más vigente que nunca y con potencialidades ililmitadas, hace que el pronóstico sea poco alentador.

Si los medios, políticos y empresas no retoman una ética de la verdad, y si la sociedad no exige responsabilidad ni se educa para resistir la manipulación, estaremos ante una decadencia sostenida de la vida pública que inició hace muchos años en nuestro país

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