Actualmente la Covid-19 está cediendo terreno en la mayoría del país, sin embargo, existe la probabilidad de un repunte con el riesgo de volver al confinamiento, y no sólo en México, sino en otras partes del mundo. Asimismo, lo que es una realidad es que, a nivel nacional e internacional, la pandemia ha puesto en manifiesto las desigualdades sistémicas que han agravado las debilidades institucionales preexistentes, incluso en los sistemas de salud, alimentos; adquisiciones, y ha destacado la falta de una atención médica de calidad, accesible y asequible para todos.
Ante este panorama, más de 100 países han apoyado la propuesta de India y Sudáfrica a la Organización Mundial del Comercio (OMC) para la exención de los derechos de propiedad intelectual (PI) en relación con las vacunas para enfrentar la pandemia de Covid-19. El pasado 5 de mayo el presidente de EUA, Joe Biden, anunció que apoyaría esta exención, la cual está siendo discutida al seno de la OMC.
Muchos aplaudieron la decisión como una victoria para poder tener una mayor equidad en la distribución de vacunas, donde los países de ingresos medianos y bajos están muy por detrás de los ricos. Sin embargo, diversas organizaciones especializadas en PI, así como otras incluyendo al Banco Mundial, no apoyan la exención, dado que podría tener un impacto negativo en la innovación médica, y obstaculizando la innovación en el sector farmacéutico, y eventualmente afectando el derecho del acceso a la salud.
Empero, no existe evidencia de que la PI, en particular las patentes, sea un obstáculo en el acceso a los medicamentos o tecnologías relacionadas con Covid-19. De hecho, las patentes y otras figuras de PI han contribuido al avance de la ciencia y las innovaciones en medicina y en la salud pública. Las vacunas Covid-19 desarrolladas recientemente son resultado de años de investigación respaldados precisamente por la PI, sin ella, es muy probable que hoy estaríamos mucho más lejos de contar con las soluciones tecnológicas que están haciendo frente a la pandemia, siendo testigos de lo que es posiblemente la empresa científica más importante en décadas.
“Las patentes dan la ‘receta’, pero para poder realizarlas hace falta contar con habilidades y pericias especializadas. Además, llegar al punto de tener una vacuna en mano es también un enorme esfuerzo económico y comercial. La producción de vacunas debe cumplir con requisitos estrictos de control y garantía de calidad, así como de supervisión regulatoria”, señaló, Mariana González socia de BC&B.
De esta manera, fabricar y distribuir una vacuna requiere más que simplemente poner una patente en la mesa para que alguien lo tome, ya que ese alguien puede no tener la capacidad técnica o infraestructura para fabricar y distribuir. El desafío implica un esfuerzo colaborativo, donde la PI es una herramienta de innovación que funciona en el contexto de un proceso eficiente de transferencia de tecnología desde quienes desarrollan la tecnología a quienes se encargan del esfuerzo comercial, considerando también a quienes financian el proyecto.
Por tanto, frente a la emergencia sanitaria, la cooperación internacional para transferir estas capacidades de manufactura será fundamental para la producción futura de vacunas en países en desarrollo, a fin de acelerar la adopción de capacidades técnicas y comerciales donde hoy no las hay, por lo cual es necesario pensar a largo plazo y preocuparse por comprender integralmente los procesos de innovación.
Finalmente, “la exención a los derechos de PI no se perfila como una solución, ni siquiera como el primer paso más urgente. Esperemos que el debate que se están llevando a cabo encuentre un enfoque global adecuado para contribuir realmente a la solución de los problemas que plantea la pandemia, privilegiando el derecho a la salud y además salvaguardando el sistema de patentes que ha demostrado su eficacia para fomentar la innovación y permitir al mundo alcanzar una etapa de desarrollo tecnológico flexible, que pueda proteger la salud pública y proporcionar acceso a los medicamentos para todos”, añadió, Mariana González.
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