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Nuestro sistema electoral en la perspectiva de los comicios en Estados Unidos.

Los sistemas electorales de cada país son producto de su circunstancia, de su historia y de su forma de entender la política. Así, aunque podemos hablar de tipos ideales o de modelos que nos sirven para explicarnos fenómenos comunes, no podemos afirmar que dos países realicen sus comicios de la misma manera. Por lo mismo, cualquier ejercicio comparativo debe hacerse con mucho método y mayor cuidado. 

Advertido lo anterior, a la luz de las elecciones americanas, que siguen su curso, podemos resaltar algunas diferencias con el modelo mexicano, particularmente los elementos que nos hacen pensar que nuestro sistema tiene sus ventajas: 

  1. Elección directa: el sistema indirecto en primer grado, que se usa en Estados Unidos para la elección presidencial, fue en su momento un método altamente democrático. Pero esto fue hace más de doscientos años, y los resultados en elecciones como las de Gore v. Bush, y Clinton v. Trump, parecen indicar que es un modelo posiblemente superado, que presenta un déficit democrático.
  2. Leyes y autoridades federales para comicios de ese ámbito: sabemos que la elección presidencial americana está complicada por los sistemas electorales de cada estado y por los métodos de cada condado. Esto complica grandemente la operación completa en elecciones polémicas o cerradas, y deja un amplio campo a la especulación. Nuestro sistema federal electoral, regido sin duda por el INE y con reglas federales, sin duda abona a la certeza en los procedimientos.
  3. Medios de control judicial: la justicia electoral no existe como tal en Estados Unidos, la participación de su Suprema Corte es esquiva y con pocas reglas. En nuestro país, la justicia electoral está integrada por un funcionariado especializado que resuelve los asuntos conforme procedimientos específicos y preestablecidos.
  4. Mecanismos institucionales para adelantar tendencias: tanto la existencia de un conteo rápido, como el programa de resultados electorales preliminares, permite en México conocer con cifras, si bien no oficiales sí de fuentes oficiales, las tendencias electorales más allá de las encuestas. Dada la diferente normatividad y los diversos métodos de contar votos en Estados Unidos, esto es muy complicado, sobre todo en las primeras horas de una elección cerrada.
  5. Regulación de los recuentos: en el sistema electoral nacional se prevé la posibilidad de los recuentos, se instruye al funcionariado y a los representantes de partidos la forma en que se realizará, se conocen las reglas del mismo y se aplican, para las elecciones federales, de la misma manera en los trescientos distritos. Después de lo sucedido en 2006, este asunto ha sido atendido tanto por el Congreso de la Unión como por el INE. Justo es uno de los temas que en Estados Unidos ha generado suspicacias de parte de alguno de los contendientes, y las reglas diversas para el recuento en cada entidad no ayuda a despejarlas con facilidad. 

A todo lo anterior sumaría otro factor, que si bien no incide en la elección presidencial, sí es una fortaleza del sistema mexicano en comparación con el de nuestros vecinos: la creación y modificación de distritos electorales por parte de una autoridad técnica, como el INE, en lugar de una instancia política, como los congresos locales. Esto abona a la equidad en la contienda, así como al respeto del principio de un/a ciudadano/a, un voto. 

Desde luego no afirmaría que nuestro sistema electoral sea perfecto, pero sí que, en comparación, tenemos algunas fortalezas que cualquier cambio al modelo nacional debe respetar.  

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