El mundo actual, nos empuja a ver la abogacía con nuevos ojos

No podemos afirmar que todo problema jurídico requiere de conocimientos legales para su solución, es indispensable entender las implicaciones de tipo financiero o técnico para brindar una asesoría jurídica de calidad, pragmática y cercana a la realidad.

Estudiar derecho y ejercer la profesión como abogada en México es, creo, una de las decisiones más acertadas que he tenido. Me ha dado la oportunidad de entrar al mercado laboral haciendo lo que más me apasiona y, sobre todo, de tener múltiples objetivos y enfocar mis esfuerzos para alcanzarlos a lo largo de mi carrera profesional.

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Hoy, me doy cuenta de que la carrera es sólo una parte de mi formación como abogada. Se requiere de muchas otras habilidades para crecer, pero, sobre todo,  de uno mismo y de otros; de esfuerzo y aprendizaje constante, y del apoyo de otras personas que confíen en ti, te abran el camino, que quieran enseñarte y ayuden a guiarte hacia tus objetivos.

Desde el inicio de mi trayectoria laboral, una pregunta me ha perseguido siempre: ¿qué debo hacer como mujer para alcanzar mi objetivo profesional? No puedo hablar por todas, pero por lo menos sé que varias de nosotras nos hemos encontrado algún día con una mujer con un desarrollo profesional exitoso (socia de un despacho, ministra de la Suprema de Corte de Justicia de la Nación, directora jurídica de alguna empresa internacional o cualquier otro que se les ocurra), y nos hemos sentido inspiradas por ellas, al punto de decir: ¡ahí quiero llegar! Llegar “ahí”, lo que sea que eso signifique para cada una de nosotras, puede parecer un camino largo en ocasiones, pero, si tenemos el impulso, estamos dispuestas a aprender y tomamos acciones encaminadas para lograrlo, lo más probable es que alcancemos nuestras metas profesionales.

Hace un par de meses, acudí al tercer taller de liderazgo y desarrollo profesional organizado por Abogadas Mx, una red de abogadas enfocadas en el desarrollo profesional y liderazgo de las mujeres en México para impulsar su crecimiento. Una de las expositoras, Rania Habiby Anderson, mencionó una clave para el éxito que, sin parecerme tan obvia, noté que era esencial, sobre todo en organizaciones en las que existe una estructura jerárquica: encontrar un mentor o guía, hombre o mujer, que reconozca nuestro esfuerzo, ánimo de crecimiento y desarrollo profesional. Dispuesto a invertir tiempo en ti, con el liderazgo, la posición y la disponibilidad suficiente –dentro del despacho, empresa u organización–para abrirte camino y promover tu crecimiento profesional.

El número de mujeres profesionistas aumenta año con año, y la fórmula para el éxito no es una sola ni aplica igual para todas. En mi caso, el esfuerzo diario, acompañado del apoyo por parte de mujeres y hombres abogados que han transcurrido el mismo camino que yo y que, además, me han guiado y enseñado, lo cual ha sido la clave para mi desarrollo en la profesión.

En mi opinión, ya sea que forjemos nuestro propio camino o sigamos los pasos de quienes van delante, lo importante es siempre tener objetivos fijos y prepararnos para los retos que se presentarán en nuestro ámbito profesional en los siguientes años. Creo que el mundo actual, caracterizado por el desarrollo tecnológico, el acceso a la información, y los efectos económicos y socioculturales que ha tenido la globalización, nos empuja a ver la abogacía con nuevos ojos.

El derecho sigue a la realidad, es expresión de la sociedad en un momento y lugar determinado y, por lo tanto, cambiante. Por eso, no podemos desconocer la necesidad de contar con las herramientas necesarias para hacer frente al futuro, dentro de las cuales se encuentran el estudio constante y de derecho comparado y el dominio de otros idiomas, como el inglés.

Todo lo anterior implica un aprendizaje constante de nuestra parte, no sólo en el ámbito jurídico, sino también interdisciplinario, para entender los alcances de los asuntos que se nos presentan día a día. En mi opinión, no podemos afirmar que todo problema jurídico necesariamente requiere únicamente de conocimientos legales para su solución, sino que resulta indispensable que entendamos, por lo menos a un nivel básico, las implicaciones de tipo financiero o técnico para brindar una asesoría jurídica de calidad y, a su vez, pragmática y cercana a la realidad.

Es nuestro deber conocer la realidad de la sociedad en la que vivimos, y aportar dentro de nuestras posibilidades, soluciones que vengan acompañadas de una dimensión ética para abordar las distintas problemáticas a las que nos enfrentamos. En este sentido, cobra especial relevancia y urgencia ser parte de la lucha en contra de la corrupción, la cual afecta hoy en día profundamente a la sociedad mexicana. Lo anterior, me ha llevado a pensar que nuestro desarrollo profesional no se puede encontrar completo si no tomamos en cuenta lo que, como abogadas, podemos aportar a nuestra sociedad: conocimiento, profesionalismo, honestidad, preparación, seriedad, claridad, sensatez, capacidad de negociación, entre muchas otras cualidades que definen a las grandes abogadas mexicanas en la actualidad.

El éxito en nuestro ámbito profesional no puede verse limitado a una perspectiva remunerativa o de reconocimiento en el medio, sino que debe ampliarse a todo lo que la prestación de servicios jurídicos nos permite, esto incluye, el impacto positivo que podemos causar en la sociedad. Por ello, más allá de los retos que como mujer abogada puedo identificar en México, hoy, mi pregunta inicial se ve acompañada de otra mucho más desafiante: ¿cómo puedo hacer una diferencia como abogada en México?

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