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La Resistencia de los Abogados al uso de la Tecnología

Abogado Digital

Entrevista con Xavier Careaga, Consejero en Derecho Digital y Tecnología en Galicia Abogados, realizada para LegalX Podcast.

“En el contexto de grandes despachos, donde la práctica es más transaccional, el uso de la tecnología puede ser más evidente y, por ende, la resistencia puede ser menor. Sin embargo, la mentalidad de muchos abogados sigue siendo que la tecnología no encaja en su proceso analítico primario, lo que ralentiza su adopción.”

¿Por qué los abogados se resisten al uso de la tecnología?

A lo largo de la historia, la humanidad ha mostrado una cierta aprensión hacia los avances tecnológicos disruptivos. En los abogados este miedo a menudo surge de la dificultad para comprender y evaluar los riesgos asociados con nuevas tecnologías. A diferencia de las leyes y regulaciones, que los abogados conocen a fondo, las tecnologías emergentes pueden parecer incomprensibles y difíciles de integrar en sus marcos de referencia. Los abogados, por su formación y práctica, tienden a hacer análisis de riesgos constantes. Su trabajo implica comparar los casos con un marco de referencia establecido, que incluye la ley y los principios jurídicos. La llegada de una tecnología innovadora desafía este marco porque no siempre es fácil prever cómo funcionará, qué efectos tendrá o cómo podría salir mal. La falta de respuestas claras de los técnicos, quienes a menudo utilizan un lenguaje especializado, solo aumenta esta incertidumbre.

El rol del abogado transaccional es un buen ejemplo para ilustrar esta resistencia. En mi experiencia, he observado que el mercado legal se divide en tres grandes categorías: el abogado independiente, el que trabaja en despachos colaborativos y el que se integra en grandes firmas o corporaciones. Cada uno de estos grupos enfrenta desafíos únicos en la adopción de la tecnología. En el contexto de grandes despachos, donde la práctica es más transaccional, el uso de la tecnología puede ser más evidente y, por ende, la resistencia puede ser menor. Sin embargo, la mentalidad de muchos abogados sigue siendo que la tecnología no encaja en su proceso analítico primario, lo que ralentiza su adopción.

A menudo, los proveedores de tecnología presentan sus productos de manera que no siempre se alinea con las necesidades prácticas de los abogados. La brecha entre el lenguaje técnico y el legal puede generar más confusión. Además, los abogados pueden sentirse abrumados por la complejidad de los software y herramientas, lo que lleva a un uso limitado y, en algunos casos, a una resistencia activa. Desde una perspectiva más filosófica, los abogados tienen la responsabilidad de proteger los valores y principios fundamentales de la sociedad. La introducción de nuevas tecnologías, especialmente las disruptivas, puede plantear preocupaciones sobre cómo afectan estos valores. Los abogados pueden preguntarse si estas tecnologías podrían socavar los principios que están encargados de salvaguardar.

Un ejemplo claro de la resistencia al cambio tecnológico es el caso de la firma electrónica. A pesar de ser una tecnología que lleva más de 20 años en el mercado, su adopción completa aún está en desarrollo. La resistencia al uso de firmas electrónicas y otras tecnologías similares ilustra cómo el escepticismo puede ralentizar la integración de nuevas herramientas en la práctica legal.

La tecnología transforma la práctica legal

Muchos abogados comprenden muy bien el potencial de la tecnología, pero a menudo no saben por dónde comenzar. La clave para superar esta resistencia radica en reconocer que la implementación tecnológica es un proceso. Sin una reflexión previa sobre cómo se llevan a cabo las tareas legales y cómo estas podrían beneficiarse de la automatización y estandarización, el avance hacia la integración tecnológica puede ser lento.

“La clave para superar la resistencia de los abogados a la tecnología radica en reconocer que la implementación tecnológica es un proceso. Sin una reflexión previa sobre cómo se llevan a cabo las tareas legales y cómo estas podrían beneficiarse de la automatización y estandarización, el avance hacia la integración tecnológica puede ser lento.”

Para ilustrar esto, tomemos el ejemplo del amparo. Muchos abogados especializados en esta área podrían no haber reflexionado en detalle sobre los pasos involucrados en la redacción, presentación y seguimiento de un amparo. Si analizamos este proceso de principio a fin, podríamos descubrir que se compone de múltiples etapas repetitivas y estandarizables. Sin embargo, esta reflexión aún no se ha generalizado en el gremio.

Cuando se presentan tecnologías diseñadas para estandarizar y automatizar tareas, el primer paso crucial es comprender el proceso en su totalidad. Es decir, los abogados deben llevar a cabo un análisis exhaustivo de cómo realizan sus tareas, identificar los pasos específicos y determinar qué partes del proceso son repetitivas y susceptibles de ser sistematizadas. Solo con esta comprensión se podrá aplicar eficazmente la tecnología disponible.

Un buen ejemplo de esta falta de reflexión se da en la redacción de contratos. Muchos abogados asumen que estos documentos están dirigidos exclusivamente a los jueces, cuando en realidad también se dirigen a las partes firmantes y, en última instancia, al consumidor final. La comprensión de este contexto puede llevar a una mejor aplicación de las herramientas tecnológicas, como los sistemas de gestión de contratos, que facilitan la automatización y estandarización.

En un despacho con un sistema de gestión de contratos (CLM) observamos cuántas interacciones tenía un abogado al mes con la plataforma. Este análisis reveló que gran parte del trabajo del abogado consistía en dar seguimiento y autorizaciones a los pasos del proceso, lo que hizo evidente cómo la automatización podría simplificar significativamente estas tareas. Al comparar esto con los métodos tradicionales, los abogados pudieron apreciar el valor de la tecnología en la optimización de sus procesos.

Otros factores que generan resistencia a la tecnología

Uno de los grandes retos a los que nos enfrentamos en el ámbito legal es la dificultad para clasificar y aplicar la tecnología de manera efectiva. Desde los despachos de abogados hasta los reguladores, a menudo tendemos a clasificar la tecnología en categorías simplistas. Cuando se introduce una nueva herramienta, como un software de redacción de contratos, la tendencia es clasificarla en la categoría más cercana, en este caso, “contratos”. Sin embargo, esta clasificación superficial no siempre refleja la funcionalidad completa de la herramienta ni sus posibilidades de integración en el proceso legal. La falta de una clasificación precisa y la incertidumbre sobre las aplicaciones posibles de una tecnología pueden llevar a una falta de certeza operativa.

Además, hay una falta de certeza operativa en la manera en que los abogados entienden y utilizan la tecnología. Muchos abogados tienen dificultades para definir claramente los servicios que prestan y, por ende, los entregables que generan. Cuando se les pregunta sobre los entregables de su trabajo, la respuesta a menudo es vaga. Puede tratarse de una recomendación, una sugerencia, un análisis, un contrato. Esta falta de claridad hace que sea aún más difícil identificar cómo y dónde puede la tecnología ser aplicada de manera efectiva.

Un ejemplo revelador es cuando se les pregunta a los abogados cuántos documentos producen al mes y cómo se desarrollan. La respuesta suele ser que simplemente se basan en el documento que les gustó más o en el último que hicieron, realizando correcciones sobre esa base. Esta falta de sistematización y reflexión sobre el proceso de redacción y los entregables es una barrera para adoptar nuevas tecnologías que podrían estandarizar y automatizar estos procesos.

El potencial de la tecnología en el ámbito legal

La integración de la tecnología en el ámbito legal será un proceso complejo que tomará varios años. Afortunadamente, ya hay abogados innovadores trabajando en despachos, empresas y gobiernos, quienes están liderando el camino y evangelizando al sector. Estos pioneros son los aliados clave que necesitamos para entender y aplicar las nuevas tecnologías, ya que es casi imposible que un solo abogado pueda mantenerse al día con todos los avances tecnológicos.

La creación de especialistas en áreas tecnológicas específicas será fundamental para este proceso. Además, la competencia jugará un papel importante; saber que los competidores ya están utilizando ciertas tecnologías puede impulsar la adopción. Sin embargo, el ámbito legal no es muy abierto en cuanto a compartir qué tecnologías se utilizan, salvo en casos excepcionales donde los detalles son muy públicos.

Cuando se nos pregunta qué tecnología usamos, a menudo respondemos sobre las herramientas de vanguardia, pero es crucial reconocer también las tecnologías que hemos usado durante años, como Microsoft Word. Aunque estas herramientas parecen comunes, forman parte del ecosistema tecnológico. Por lo tanto, debemos considerar tanto la tecnología establecida como la innovadora, y cómo estas herramientas contribuyen a la sistematización de procesos legales, desde la redacción de contratos hasta la gestión de juicios.

La IA como herramienta disruptiva dentro del sector legal

Actualmente, la inteligencia artificial (IA) es la tecnología que más resuena en el gremio jurídico, especialmente porque su capacidad para realizar tareas similares a las nuestras, como la redacción de textos, se siente cercana. La IA generativa, en particular, está comenzando a demostrar su potencial para suplir algunas funciones tradicionales, aunque todavía no lo hace de manera perfecta. A menudo requiere supervisión para asegurar la precisión y veracidad de la información, algo que refleja la necesidad de revisión y confirmación similar a la de un pasante.

Es importante recordar que la IA, aunque parece innovadora, tiene sus raíces en investigaciones que datan de los años 50. Lo que ha cambiado es la capacidad de cómputo disponible, permitiendo un uso más avanzado y accesible de la tecnología. Sin embargo, estamos solo al principio de su evolución y lo que vemos hoy no sea su aplicación final. Históricamente, los abogados se han adaptado a los avances tecnológicos, desde el fax y el correo electrónico compartido hasta el internet y las herramientas digitales que transformaron la práctica legal. La pandemia aceleró esta transición, demostrando que los despachos tienen la capacidad de adaptarse a nuevas tecnologías.

“La IA ofrece una oportunidad para que el gremio jurídico continúe adaptándose y evolucionando. La clave está en guiar a los abogados a través de este proceso de adaptación de la manera más fluida y menos dolorosa posible.”

La IA, aunque presenta características distintas a las tecnologías anteriores, ofrece una oportunidad para que el gremio jurídico continúe adaptándose y evolucionando. La clave está en guiar a los abogados a través de este proceso de adaptación de la manera más fluida y menos dolorosa posible, aprovechando su capacidad de adaptación que ya han demostrado en el pasado.

Recomendaciones al abogado tradicional para adaptarse a la tecnología

Hay una observación interesante sobre cómo percibimos la tecnología a lo largo de nuestra vida: la tecnología que existía antes de los 25 años parece siempre haber estado allí; la tecnología entre los 25 y los 45 años es la que realmente nos toca y en la que nos especializamos; mientras que la tecnología que surge después de los 45 puede parecer desafiante e incluso desconcertante. Esta inclinación natural hacia la adaptación o resistencia a la tecnología es algo que experimentamos todos.

Para aquellos que desean empezar a explorar qué tecnologías adoptar, mi recomendación es evitar la trampa de acumular herramientas sin un enfoque claro. Adquirir una gran cantidad de tecnología puede llevar rápidamente a un caos de proveedores y a un solapamiento innecesario. En lugar de ello, sugiero realizar un ejercicio de abstracción para definir cuáles son los valores y principios tecnológicos que deben alinearse con los objetivos de la firma o empresa.

“Para aquellos que desean empezar a explorar qué tecnologías adoptar, mi recomendación es evitar la trampa de acumular herramientas sin un enfoque claro. Sugiero realizar un ejercicio de abstracción para definir cuáles son los valores y principios tecnológicos que deben alinearse con los objetivos de la firma o empresa.”

Así como al elegir una pareja o un departamento, no se puede tener todo en una sola solución tecnológica, deseamos que la tecnología sea funcional, segura, interoperable y que facilite el trabajo colaborativo, entre otras cosas. Debemos reconocer cuáles de estas características son las más importantes para nuestra organización y usarlas como guía, lo que podríamos considerar nuestra Constitución tecnológica. Con esta guía en mano, será más fácil seleccionar las tecnologías y proveedores que mejor se adapten a nuestras necesidades. En algunos casos, puede ser necesario optar por soluciones internas (in-house) si ninguna opción externa se ajusta a los principios establecidos. Además, es crucial identificar qué procesos quieres automatizar y cuáles son los principales puntos de carga en tu flujo de trabajo. Analizar estos aspectos te permitirá elegir tecnologías que realmente aporten valor y no simplemente añadir herramientas por el hecho de hacerlo.

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