“Vicio intolerable es en el juez, condescender a todo lo que le piden, más también es gran extremo no hacer nada de lo que le ruegan; porque el buen juez ha de ser siempre, en lo que sentencia, justo, y en lo que le ruegan, alguna vez humano.”
Fray Antonio de Güevara
De las cosas más gratificantes, sin duda lo es abrir un libro y encontrar una anécdota que, a un servidor lo hizo reflexionar respecto de la labor de todo aquél que en este país administra justicia, y es que leer el Código de Ética[1] y los libros que sobre el mismo se han escrito, no debe ser obligatorio, sino necesario.
En la anécdota que les contaré, se cita una frase que me resulta aplicable en cualquier época y en cualquier latitud de este nuestro país: “Sire, es gibt noch Richter in Berlín».
«…cuando Federico el Grande, rey de Prusia, construyó su palacio de Sans-souci, había a un costado de sus magníficos jardines un viejo molino de madera, ruidoso y sucio. A Federico II le pareció que este molino afectaba su nueva residencia de verano y mandó derribarlo. El molinero, sin embargo, se opuso a la decisión del monarca y llevó el caso ante la justicia, al tiempo que le decía al rey: “Sire, es gibt noch Richter in Berlin”, es decir: “Señor, todavía hay jueces en Berlín”.
Y cuando los jueces fallaron a favor del molinero, el mismo monarca, respetuoso de la justicia, celebró que hasta él mismo tuviera que acatar la decisión de los jueces de la capital de Prusia. Cuentan que en los jardines del castillo, en Potsdam, se puede ver todavía el viejo molino, rechinando y en pie…»
Verdadera o no, la anécdota resalta lo más importante que debe prevalecer en la labor de todo aquél que administra justicia, que lo es el actuar con total independencia, con la única limitante, el respeto total y acatamiento a la Constitución y las leyes que de ella emanen, y por supuesto los instrumentos jurídicos internacionales.
Es preciso que la justicia, no solo en nuestro país, sino en el mundo, tenga un poder pleno de autonomía, para con ello evitar juzgar a través de presiones o intereses externos, y hacerlo solo desde la perspectiva del derecho; porque una justicia autónoma e independiente muy difícil podrá corromperse.
“Sire, es gibt noch Richter in ___”, frase que cada uno puede completar en el contexto donde labore; así, verbigracia, sin ser específico pero sí firme, México bien podría llenar ese espacio, para de esa forma referir que sí, en nuestro país, existen jueces que prestan “su alma al efecto del juicio, con apartamiento absoluto de todo lo material..:”[2] y es que a mi juicio, una sentencia reflejará siempre la completa libertad de quien o quienes la dictan, acorde con lo que acontece en el país y en su entorno, en su realidad, al ser el juzgador parte de la sociedad misma, de esa manera garantizan la protección y tutela de los ciudadanos que acuden a ellos a “pedir” justicia; potestad que la propia constitución política le otorga de manera exclusiva.
En palabras de Alexis De Tocqueville, en torno al tema que me ocupa:
“Tal poder es por ello especialmente aplicable a las necesidades de la libertad en un tiempo en que el ojo y la mano del soberano se introducen sin cesar en los más pequeños detalles de las acciones humanas, y donde los particulares, demasiado débiles para protegerse por sí mismos, están también demasiado aislados para poder contar con la ayuda de sus semejantes. La fuerza de los tribunales ha sido, en todos los tiempos, la más grande garantía que se puede ofrecer a la independencia individual, pero esto es, sobre todo, verdadero en los siglos democráticos; los derechos y los intereses particulares estarían siempre en peligro si el poder judicial no creciese y se extendiese a medida que las condiciones se igualan…”
Así, en opinión de quien plasma en éstas líneas, su más firme creencia, todos aquellos que tenemos el honor de impartir justicia, debemos siempre de atender a las máximas de la justicia, y actuar con imparcialidad ante la sociedad que nos confía sus bienes más preciados, ya que con ello, lograremos el cometido por el cual ocupamos los puestos a los que con tanto esfuerzo llegamos, impartir justicia.
Concluyo con una cita de uno de mis libros preferidos, ´El Ingenioso Hidalgo, Don Quijote de la Mancha´ “… los jueces deben ser o han de ser de bronce, para no sentir las importunidades de quienes acuden a ellos, que a todas horas y a todos tiempos quieren que los escuchen y despachen, atendiendo solo su negocio, venga lo que viniere; y si el pobre del juez no los escucha y despacha, porque no pueda o porque no es el aquel el tiempo diputado para darles audiencia, luego les maldicen y murmuran, les deslindan su linaje”.
[1] Cfr. Azuela Güitrón, Mariano, y otros. El Código de Ética del Poder Judicial de la Federación al Alcance de todos. Consejo de la Judicatura Federal. México 2006
[2] Palabras del Excmo. Sr. D. Diego Medina, EN: Calamandrei, Piero. Elogios de los Jueces Escrito por un Abogado. Editorial Góngora. Madrid.