foro jurídico portalforojuridico-maquinadeltiempo

Ritmos del 68: Las Dos Caras de la Misma Realidad

“Los jóvenes sabían que a pesar del esplendor económico los derechos humanos y civiles no tenían porqué estar supeditados o disminuidos por nuestras autoridades, práctica común y cotidiana en esos tiempos.”

Se cumplen 53 años de la celebración de los Juegos Olímpicos en nuestro país, México 68. Si bien es cierto que el momento político en nuestra nación era de efervescencia social con motivo de la lucha por reclamos de la juventud en turno por sus derechos civiles y sociales, no menos cierto es que llegó un punto donde el gobierno federal sintió que el tiempo se le había agotado y tomó una de las peores decisiones en la historia de nuestra patria: la matanza en Tlatelolco del 2 de octubre, que no se olvida.

Los Juegos Olímpicos marcaron nuestra historia y México hizo el mejor de sus esfuerzos por mostrarse como una nación pujante y muy cercana al mejor desarrollo económico en la vitrina internacional, sin embargo, faltando 10 días para la inauguración de la justa deportiva, el pecado sobre el movimiento estudiantil se consumó.

Todo sucedió demasiado rápido. Todo fue demasiado pronto. El pueblo no asimiló de forma inmediata los efectos de la represión estatal. El golpe fue muy duro, profundo y devastador. El miedo cimbró la voluntad de los manifestantes y sus familias, aletargando con lamentos por los difuntos toda continuidad inmediata a las causas enarboladas por los jóvenes de ese tiempo.

Esos jóvenes que no eran para nada diferentes de los que ahora representan a nuestras actuales juventudes, solo que ahora se han cambiado las calles por las redes sociales. Esa juventud pujante y soñadora tenía en la música un claro sentir aspiracional. Sabían que a pesar del esplendor económico los derechos humanos y civiles no tenían porqué estar supeditados o disminuidos por nuestras autoridades, práctica común y cotidiana en esos tiempos.

La respuesta no fue inteligente. Al gobierno le faltó diálogo y negociación. Y ante la falta de capacidad a responder con argumentos sólidos los reclamos sociales, la brutalidad de la violencia extrema fue su respuesta.

Los jóvenes, nuestro tesoro, aquellos que hoy tienen grises sus cabellos porque la edad los ha hecho madurar y los ha colocado en posiciones de vida diferentes, escuchaban con alegría melodías de Palito Ortega, disfrutaban con las canciones de Roberto Jordan, y tenían como emblemas generacionales a Los Apson, César Costa, Los Crazy Boys, Los Rogers, Los Sinners, Los Llopis, Mayté y Pily Gaos, Los Bellmonts, Los Bopper´s, Los Blue Caps y los Teen Tops. Basta escuchar tan sólo cinco canciones de cualquiera de los citados, para comprender la energía, alegría e inocencia de esa hermosa generación de jóvenes que la perdieron de la peor de las formas.

Ondas radiales y televisión, fueron acompañantes perpetuos de esa visión social, inmortalizándose nombres tan importantes en la industria discográfica como Los Locos del Ritmo, Los Gliders, Alberto Vázquez, Los Rebeldes del Rock, Los Hitters, Los Reno, Angélica María, Manolo Muñoz, Leo Dan, Los Ángeles Negros, Los Bríos, Los Pasteles Verdes, Nicola Di Bari, Los Socios del Ritmo, Los Rebeldes del Rock, Massiel y Enrique Guzmán por citar algunos.

Sin embargo, de todos esos icónicos ídolos musicales, se tienen pocos testimonios de su opinión sobre lo sucedido en Tlatelolco, a través de su música. La agenda de los sentimientos de esos eventos más bien lo encontramos en otro tipo de cantantes, aquellos que no tenían la estrella de la fama, ni los reflectores del éxito en sus carreras, o al menos no lo tuvieron en la dimensión de los antes recordados.  Son los llamados artistas contraculturales de su generación, que marcarían para siempre la música de protesta los años siguientes.

“La agenda de los sentimientos de esos eventos más bien lo encontramos en otro tipo de cantantes, aquellos que no tenían la estrella de la fama, ni los reflectores del éxito en sus carreras o al menos no lo tuvieron en la dimensión de los antes recordados.”

Fueron compositores y cantantes diferentes los que dejaron una cantidad enorme de retratos acústicos sobre lo sucedido en Tlatelolco, y lo acontecido en nuestro país con las olimpiadas.  Oscar Chávez, Javier Bátiz, Judith Reyes, Israel Colmenares y su grupo Los Nacos, José de Molina, Francisco “Charro” Avitia, Banda Bostik, Red Soul Community, Punto Muerto, dejaron una imborrable huella de temas críticos de ese período social.

Adoptamos canciones emanadas de las protestas latinoamericanas surgidas en esa época en otros países, de cantantes como Violeta Parra o Daniel Viglietti, y hasta el famoso coro de “Hey Jude” de The Beatles se enarboló como momento inolvidable de unión entre protestantes, sin dejar de lado a Kinks, The Who, Janis Joplin, Jimmy Hendrix, Rolling Stones y The Doors.

A 53 años de distancia, quizá cabría recordar que las Olimpiadas en nuestro país representaron los primeros organizados por un país en vías de desarrollo, también los primeros organizados por un país hispanohablante, los primeros realizados en América Latina, y también fueron pioneros en la historia de la justa olímpica en el uso de controles antidopaje y pruebas de género.

Cuando el gobierno mexicano pensó que había sofocado toda posibilidad de usar el evento deportivo como amplificador de reclamos civiles y sociales, llegó el momento más icónico de la justa que ocupó primeras planas en todo el mundo y sigue representando un emblema en la lucha por la justicia social, cuando Tommie Smith y John Carlos realizaron el famoso saludo del Poder Negro, durante la ceremonia de premiación de los 200 metros, motivados por la terrible discriminación de las personas de color en la Unión Americana.

¿Qué canción recuerdas de aquel octubre del 68? ¿Tuviste algún familiar o amigo que fue testigo de la historia en Tlatelolco o de la inauguración de los Juegos Olímpicos? Te propongo compartir tus recuerdos y tus relatos al correo kikonewsmx@gmail.com.

COMPARTIR

Artículos

RELACIONADOS