Con el gran impacto que está teniendo la tecnología en la actualidad, algunos hablan de una nueva revolución digital que puede modificar el mundo como lo conocemos. Cuando se hace alusión al término “inteligencia artificial”, el primer pensamiento tiende a ser fatalista, pues de manera ficticia, imaginamos robots y máquinas que resultan amenazantes para el ser humano.
Lo anterior resulta inexacto, pues la inteligencia artificial pretende asimilar el conocimiento humano, programándose en distintos elementos tecnológicos, mediante el uso de algoritmos con el fin de simular el pensamiento, procesos neurológicos y acciones de los seres humanos, y no necesariamente supone un peligro, aunque existen riesgos que se deben atender.
La constante investigación y el debido seguimiento al tema, permite analizar y comprender los beneficios, retos y peligros de esta tecnología. Uno de los muchos cuestionamientos es si el avance de las inteligencias artificiales llegará a suplir y superar en su totalidad a la actividad humana, debido a su alta eficiencia y capacidad.
El uso de esta tecnología plantea preguntas éticas importantes, que eventualmente vislumbra cuestiones jurídicas de análisis necesario y sin precedente alguno, como la responsabilidad de las decisiones tomadas por los sistemas de Inteligencia Artificial y la privacidad de los datos utilizados para su funcionamiento.
Uno de los mayores retos que existen será el tema de regulación, dónde se deberá establecer un marco jurídico que delimite en lo general y lo particular situaciones derivadas del uso de la Inteligencia Artificial, lo que supone un peligro mayúsculo.
Dentro de los principales temas a atender está el de responsabilidad, pues la inteligencia artificial carece de personalidad jurídica, derechos y obligaciones, por lo que resulta imposible reclamarle a un medio tecnológico que responda ante una situación de conflicto. El mayor problema será en la regulación y la manera en que se imputará, pues habrá que definir si los responsables serán todos los intervinientes en la cadena de valor del robot, el usuario, o si se elabora una figura en la que recaiga sobre la propia inteligencia artificial.
Adicionalmente, el tema de derechos de autor deberá estar en la agenda, pues la capacidad de los robots de crear arte o inventos de forma autónoma impacta en las normas de propiedad intelectual, que solo prevé la protección de creaciones desarrolladas por humanos.
Finalmente, en el tema de privacidad, la continua navegación en la red vulnera nuestros datos personales e información privada, muchas veces sin nuestro consentimiento y para fines negativos, incluso algunos con implicaciones legales.
Es importante abordar estos desafíos y trabajar para maximizar los beneficios de la Inteligencia Artificial a la par que se busca minimizar los riesgos. La regulación busca definir las reglas de juego en el uso, sabiendo que ello no supone una limitación para la innovación, sino una oportunidad de establecer un consenso general.
FUENTES CONSULTADAS:
Del Rosal, Pedro. “Los seis grandes desafíos regulatorios de la inteligencia artificial.” (2020) CincoDías45. Sección Legal: Nuevas tecnologías.
Grupo Iberdrola. “¿Somos conscientes de los retos y principales aplicaciones de la Inteligencia Artificial?” (2019). Iberdrola.