Acabo de terminar un pequeño y profundo libro de Pippa Norris (especialista en integridad electoral) sobre lo que está mal en el sistema electoral americano y cómo mejorarlo. Al leerlo desde México salta a la vista los aspectos en que nuestro sistema comicial es mejor que el reseñado por Norris. Esto es, aquellos temas que hemos resuelto adecuadamente y conviene ni olvidarlo ni darlos por un hecho para siempre.
El primer punto de comparación es la geografía electoral. En Estados Unidos esta se realiza de forma totalmente partidista bajo el control de las legislaturas locales, y particularmente en el caso de los congresos dominados por el Partido Republicano, el diseño de los distritos tiene como base asegurar el triunfo para tal fuerza. En México el Instituto Nacional Electoral realiza un trabajo técnico solvente que garantiza la distribución de las y los votantes conforme criterios que nada tienen que ver con los partidos.
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El segundo punto es el registro para votar. En Estados Unidos esto depende de la legislación de cada estado, y va desde el trámite en Internet o el registro el mismo día de las elecciones hasta la existencia de trámites tortuosos y con sesgo racial o partidario. En México este registro es nacional, se expide un único documento válido para cualquier elección y que, además, es el método por excelencia para identificarnos, con un trámite para obtenerlo fácil y gratuito.
El tercer punto es la inexistencia casi total de reglas nacionales que garanticen en el país vecino el ejercicio del derecho al voto, lo que ha provocado que grupos importantes de su sociedad no puedan registrarse o sufragar. Si bien he defendido el principio federalista, en México señalo que existen reglas mínimas que protegen el derecho al voto así como mecanismos judiciales expeditos para lograrlo en la práctica.
Estos tres puntos en los que funciona bien nuestro sistema electoral vale la pena considerarlos como producto de un desarrollo político que, por diversas circunstancias, puede modificarse. Son un piso mínimo cuyo fortalecimiento debe servir para mejorar nuestros comicios.