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Presidencia: La Carrera ha Comenzado

La Máquina del Tiempo Musical

Días convulsos se avecinan. La carrera presidencial ha comenzado.

Desde el propio partido político en el poder, o desde la ahora oposición, el juego por lograr la candidatura de cada partido o coalición, y posteriormente, la mayor votación para la presidencia de la República, no nos dará tregua a los ciudadanos. Los aspirantes tratarán de convencer al gran electorado de que son la mejor opción, así es el juego de la democracia, así es el juego por el poder.

Detalle a observar: no gana el más apto, gana el más popular.  La regla de oro de la política no es buscar los mejores perfiles, es buscar a los más leales. Sueño completo que reúna ambos requisitos. Esto no es nuevo, ni es exclusivo de ningún partido político. Desde Mesopotamia o Egipto, las antiguas civilizaciones lo sabían. De que sirve la estrella más brillante del firmamento en tu equipo de trabajo, si sólo busca ocupar tu lugar, quitándote del camino. Bruto es ejemplo de ello.

En el juego del poder, ética, principios y ecuaciones de suma y resta entran en juego, en un complicado entramado donde al final se pretende lograr un solo objetivo: ganar las votaciones.   Lamentablemente, en ese perverso juego no siempre se piensa en el privilegio de servir al pueblo, por el contrario, pareciera que la obsesión hace perder la visión a los aspirantes y termina siendo un juego de guerra sucia, descalificaciones, rumores y medias verdades que sólo generan confusión en los electores. ¿Usted piensa que esto es información brillante, inteligente o muy aguda?  En lo absoluto. Platón, Séneca, Aristóteles, Maquiavelo, George Orwell, Robert Greene, Sun Tzu, son apenas unos cuantos de los miles de escritores que han tratado de sistematizar y visualizar estrategias que se aplican a las campañas políticas.

“Lamentablemente, en ese perverso juego no siempre se piensa en el privilegio de servir al pueblo, por el contrario, pareciera que la obsesión hace perder la visión a los aspirantes y termina siendo un juego de guerra sucia, descalificaciones, rumores y medias verdades que sólo generan confusión en los electores.”

Súmele usted a esta inédita contienda, mercadotecnia, redes sociales, inteligencia artificial, intereses y anhelos por ganar a costa de lo que sea, y le garantizo que presenciaremos un absoluto y completo espectáculo electoral, como el que jamás hemos visto en la historia de México.

Sumado a ello, juegan bajo la mesa los poderes fácticos, los intereses detrás de los políticos y partidos, las visiones de sociedad y los esquemas que residen en los conceptos fundacionales de cada partido. Agreguen también los esquemas internacionales, la conveniencia de las opciones domésticas para las grandes potencias que ahora mismo pelean el liderazgo mundial, China, Rusia y Estados Unidos.

Todos estarán moviendo hilos en este ejercicio nacional, donde el clímax y resultado final de las toneladas de información que recibiremos se traduce a un solo momento: aquel en donde usted pone en la casilla electoral la marca por quien usted otorga su voto para dirigir los destinos de la nación los próximos seis años.

Al día de hoy, las encuestas, pronósticos y cálculos no logran determinar quién será la persona que ejercerá la presidencia, pero en algo sí coinciden todos:  ganará Morena. Si bien todavía falta mucho para la elección, propios y extraños no dudan al día de hoy (mañana todo puede cambiar), que es el o la representante del partido en el poder quien sin ningún problema será el ganador o ganadora de la próxima contienda presidencial.

Es hora de ir haciendo análisis y calificando lo que ha sido este primer ejercicio de Morena en la presidencia federal. Infantil sería pensar que todo debía ser o salir perfecto, pero es innegable que existen acciones muy tangibles y marcadas, que son de resaltar, sobre todo contra aquellas voces que en la campaña anterior, juraron y firmaron que seríamos el próximo Venezuela, una dictadura o un país comunista.

A casi cinco años de gobierno es evidente que no somos Venezuela, que no somos una dictadura, y tampoco somos un país comunista. Que los logros económicos y la revaloración del peso frente al dólar son parámetros duros que, lejos de si nos gustan o no, son absolutamente innegables, y se contraponen fuertemente contra las recurrentes devaluaciones de nuestra moneda nacional que de forma periódica se daban en México, desde Luis Echeverría Álvarez.

De igual manera, el rescate de la industria productiva nacional, como Petróleos Mexicanos o la Comisión Federal de Electricidad, buscando el autoabastecimiento de combustibles y energía, la compra de la refinería en Estados Unidos y la creación de otra en Tabasco, son muestra del cambio de rumbo desde el gobierno federal, y se contrapone a gobiernos anteriores donde la moda era desmantelar al estado, tal y como se hizo con Teléfonos de México o con la energía y el petróleo del país en sexenios anteriores.

¿Qué es mejor? Difícil concluirlo. Es un cambio de paradigma absoluto. Son dos visiones de nación totalmente distintas, donde en una se intenta adelgazar al estado a su mínima expresión, y en otra se pretende fortalecer al estado en áreas totalmente estratégicas.   Esos conceptos de la visión de nación encuentran sentido en las entrañas de cada partido, en sus bases fundacionales, que es transmitido a sus candidatos. Por ello, cuando uno ve alianzas de partidos que tienen en sus bases ideológicas, conceptos contrarios, opuestos o incompatibles, nos hacen pensar si tales alianzas obedecen a un interés real por servir a la sociedad, o por un desesperado intento de ganar por ganar, a como dé lugar, al precio que sea, a costa de lo que sea.

La historia de México se sigue escribiendo.   Gane quien gane, se pretende erradicar para siempre la cultura del moche, la cultura del gane, la cultura del negocio desde el poder, los beneficios desde lo oscurito. Que nadie se asuste. No somos la primera nación en haberlo padecido, y sí que tenemos muy marcados ejemplos en la historia de México donde el gobierno ha sido la fábrica más exitosa de creación de millonarios, sólo basta revisar nombres y fortunas. Disfrute su verano, pero vaya analizando para donde irá su intención de voto. Es ahí donde la democracia se hace realidad.

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