De acuerdo con datos de la Semarnat, en 2016 el transporte de carga y pasajeros emitió el 87% de las partículas finas que produce el sector transporte en el país. Una cifra alarmante, que nos obliga a pensar en soluciones macro que impacten en lo micro. Es decir, en el centro del país se ha debatido durante muchos años la necesidad del programa Hoy No Circula, así como de la declaratoria de contingencias ambientales. Ambos programas, pocas veces “afectan” al importante sector que más contamina a nivel transporte.
Las partículas que arrojan al aire este tipo de unidades de transporte son del tipo 2.5 y terminan hospedadas en nuestros pulmones. Entre otras cosas, pueden ocasionar cáncer y enfermedades que terminan deteriorando de manera exprés nuestra vida. Ante esto, hay soluciones que no pueden esperar. Una de ellas, migrar hacia un transporte verde.
En México, desde hace algunos años se ha venido implementando/aplicando el Programa de Transporte Limpio, con el cual se ha buscado: Reducir el consumo de combustible; Reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y contaminantes criterio (NOx y PM10 y PM2.5) y Reducir los costos de operación del transporte.
La idea es que las empresas dedicadas al transporte de carga y pasajeros, implementen tecnología y hagan la inversión necesaria para que en cada kilómetro que recorran sus unidades las emisiones de CO2 disminuyan.
A la fecha, 500 empresas se han incorporado al programa. El resultado, sin duda, ha sido bueno. Cerca de 1.6 millones de toneladas de C02 se han reducido gracias al Transporte Limpio.
La manera en que lo realizan es simple. O al menos eso parece. En primer lugar, dan mantenimiento adecuado a sus unidades. En segundo, regulan la velocidad máxima, que además brinda seguridad en las carreteras. En tercero, hay un férreo control de combustible y el uso de tecnologías como las mejoras aerodinámicas en las unidades, llantas de baja resistencia la rodamiento, lubricantes avanzados y dispositivos de control de emisiones.
Sin duda, México sigue avanzando a reducir la huella de carbono que aporta al mundo. La tarea es compleja. Hay pendientes, pero no queda duda que se ha avanzado. Ahora, toca voltear a fortalecer los programas para el impulso en la generación de Energías Limpias.