Noruega es, como México, un país que durante muchas décadas ha invertido y apostado por el petróleo como una gran fuente de riqueza. Sin embargo, este país europeo que basa su economía en la producción y exportación de petróleo y gas ha decidido cerrar esa llave y apostar por las energías renovables.
Sí. En junio pasado, el Parlamento noruego, de manera unánime, aprobó una propuesta para retirar buena parte del dinero público de inversiones que tiene en diversas compañías petroleras. El Fondo de Pensiones de Noruega, también conocido como el fondo soberano más grande del mundo, tomó la decisión estratégica de quitar hasta el 2% de su capital, que equivale a 17 mil millones de euros, del mercado internacional de petróleo, gas y carbón. Ese recurso, que en un inicio será de 11 mil millones de euros, irá a proyectos eólicos y solares en mercados maduros.
No es poca cosa. Este fondo incluso es más fuerte que el de los países árabes.
Negociazo verde…y ético
Además de que la decisión pasó por un tema de cuidado al medio ambiente y de responsabilidad social, también se sustenta porque las energías verdes han demostrado ser un negocio que sí es amigable con el medio ambiente. Para muestra un botón: el valor del mercado mundial de infraestructuras de energía renovable crecerá en un 50% entre 2017 y 2030. Para dentro de once años, su valor total rondará los 3 mil millones de dólares.
Esta decisión, de igual manera, tiene un origen en la caída de los precios del petróleo que no es nueva. Ya desde hace varios años esta es una constante que obliga a mirar hacia otros panoramas.
Y no hay que buscarle muchos pies al gato: el objetivo de este fondo es nutrir la reserva que garantice las pensiones, para que el Estado garantice el bienestar del país cuando los combustibles fósiles dejen de ser los principales alimentos de las arcas estatales.