El término Web3 hace referencia a un conjunto de tecnologías digitales basadas en los principios de descentralización y control sobre la propiedad de datos e información, que harán posible consolidar una nueva fase del internet. De manera particular, el metaverso y los NFT (acrónimo para el término en inglés Non-Fungible Token) son dos tendencias clave para la Web3 que destacan por su potencial. En conjunto, abrirán nuevas oportunidades en distintos sectores de la economía, desde los bienes de consumo, la manufactura y la provisión de servicios, además de las industrias creativas.
Un NFT es un activo digital que cuenta con un certificado de propiedad respaldado en tecnología blockchain. Esta información se almacena en un sistema descentralizado de registro de datos y transacciones, lo que dificulta que dicho activo sea modificado o falsificado. Esto permite, por ejemplo, que un artista puede vender a un coleccionista un NFT que equivale a la posesión exclusiva de una obra de arte original.
Como su nombre lo indica, un NFT no es fungible, es decir, no puede ser intercambiado por otro con las mismas características, porque no existe otro igual. En contraste, los billetes de cincuenta pesos son fungibles porque existen otros billetes con el mismo valor y características.
La creación de un NFT comienza cuando alguien vincula un archivo digital, una imagen, video, una pieza de arte o incluso una canción, a una pieza de la red de blockchain (la más utilizada para este propósito es Ethereum, pero hay varias más). En ese momento se genera un contrato inteligente (smart contract) que certifica su originalidad y permite establecer reglas para su comercialización. Así, los compradores pueden acudir a ciertas plataformas, comprar el activo digital a través de criptomonedas, activar el contrato y convertirse en propietarios.
“Un NFT es un activo digital que cuenta con un certificado de propiedad respaldado en tecnología blockchain que se almacena en un sistema descentralizado de registro de datos y transacciones, lo que dificulta que dicho activo sea modificado o falsificado. Esto permite que un artista puede vender a un coleccionista un NFT que equivale a la posesión exclusiva de una obra de arte original.”
Este proceso, que podría parecer enredado y propio de una película futurista, ha revolucionado las transacciones en el mundo creativo y del arte. Los artistas los usan para comercializar sus obras sin necesidad de las galerías de antaño; los desarrolladores de videojuegos recurren a ellos para ofrecerles productos exclusivos a sus usuarios (por ejemplo, armas, avatares y castillos digitales que solo el dueño del NFT posee) y las bandas musicales los utilizan para vender ediciones especiales de sus discos o experiencias únicas. Por ejemplo, en 2021 Kings of Leon subastó, a través de tokens digitales, accesos de por vida a sus conciertos y experiencias VIP en cada gira.
Después de una etapa inicial caracterizada por el furor de la especulación alrededor de estos activos, estamos transitando hacia una visión de largo plazo que busca crear valor con clientes, socios y otros actores. Marcas de la talla de Adidas, Gucci o Prada, han presentado colecciones o productos virtuales enfocados en crear comunidades de clientes y fortalecer la fidelización, más allá de la monetización inmediata.[1] Starbucks ha anunciado la expansión de su programa de lealtad, mediante el cual ofrece a sus clientes NFT que les permiten acceder a experiencias inmersivas.
La expansión del metaverso acelerará la creación de una nueva economía digital e incentivará su uso. En términos concretos, las plataformas de metaverso ofrecen espacios virtuales para desarrollar actividades comerciales y culturales. A través de dispositivos de realidad virtual, las y los usuarios pueden acceder a experiencias inmersivas de consumo, aprendizaje, incluso para mero entretenimiento.
Al mismo tiempo que revolucionan la industria, el avance del metaverso y los NFT plantea desafíos ineludibles. Por un lado, ambas tecnologías han transformado el comercio y modificarán la forma en la cual entendemos la propiedad y la originalidad. Es por ello que los creadores y las empresas deben considerar la posibilidad de incursionar también en los nuevos entornos digitales y recurrir a soluciones que brinden certidumbre jurídica a sus obras. De ello dependerá su adaptación a un mundo desafiante y en permanente transformación.
“Los creadores y las empresas deben considerar la posibilidad de incursionar también en los nuevos entornos digitales y recurrir a soluciones que brinden certidumbre jurídica a sus obras. De ello dependerá su adaptación a un mundo desafiante y en permanente transformación.”
El internet avanza rápidamente hacia la Web3, la realidad inmersiva y la innovación en el uso de activos digitales. En México ya hay ejemplos interesantes que pueden tomarse en cuenta como guías. Por ejemplo, TMI Abogados recientemente se convirtió en el primer despacho jurídico mexicano en abrir una oficina en el metaverso. Este también incluye una galería virtual para exhibir las obras de artesanos mexicanos convertidas en NFT, a fin de proteger su propiedad intelectual. Con ello, se ha dado un paso hacia adelante para brindar servicios de vanguardia en asesoría legal para este nuevo ecosistema.
Como profesionales del ámbito legal, tenemos la posibilidad de incidir positivamente en el rumbo que tomen estas nuevas tecnologías digitales. A través de iniciativas innovadoras podemos ayudar a identificar riesgos y encauzar los debates regulatorios hacia la creación de entornos seguros y con incentivos a la innovación.
[1] Madeleine Schulz. “2022: A year of fashion NFTs”. Vogue Business. Disponible en: https://www.voguebusiness.com/gallery/2022-a-year-of-fashion-nfts
