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Mientras me quede algo por hacer, no habré hecho nada

“Mientras me quede algo por hacer, no habré hecho nada”

Cayo Julio César.

 

El artículo 5º de nuestra Constitución  establece : “A ninguna persona podrá impedirse que se dedique a la profesión, industria, comercio o trabajo que le acomode, siendo lícitos. …”  Es un derecho consagrado y que muchos compatriotas no saben como ejercerlo.

El día de hoy estamos enfrentando la peor crisis financiera que ha vivido nuestro país  desde 1932,  según lo dicho por Arturo Herrera Secretario de Hacienda el 29 de agosto de 2020, esto obedece a muchos factores el principal la desaceleración global debido a la pandemia del COVID-19 y en segundo plano la falta de inversión en nuestro país.

Los mexicanos tenemos hambre de crecer, de ser exitosos y de llevar para nuestra persona lo consagrado en la constitución. No obstante no encontramos una salida viable a los problemas inmediatos y el día de hoy mucho menos para iniciar una empresa por pequeña que esta sea.

Nuestra sociedad esta en un momento en el que es prioritario rescatar la capacidad de crecer la economía y también el que regrese de nuevo la movilidad social.

El tema central es cómo hacerlo; lo primero es como sostiene Thomas Pikety entender el valor del equilibrio entre trabajo y capital, y de allí una mejor distribución de la riqueza generada entre ambos.

En nuestra legislación actual tenemos la estructura jurídica para lograr este equilibro, la Ley General de Sociedades Mercantiles establece la Sociedad Cooperativa. Aplicar esta sociedad jurídicamente es la mejor forma de hacer crecer la economía de las familias, y en determinado momento lograr que personas que poseen grandes capitales inviertan en éstas y se convierta en una redistribución del capital de una forma en la que todos los involucrados gocen de los beneficios de esta nueva producción de capital.

Más allá del encuadre jurídico yo lo entiendo como empresas de economía social, estas pueden ir desde productores en pequeñas parcelas que al unirse pueden convertirse en grandes productores y proveer a empresas internacionales, que necesitan de sus insumos para su producción.

También estas empresas de economía social pueden y deben de ser los principales proveedores de los insumos que se consumen en los hogares de las comunidades, logrando un círculo virtuoso de otorgar precios accesibles al consumidor y que parte de la familia de los consumidores sean socios trabajadores en este tipo de empresas.

El tema de economía social es de fondo el futuro de nuestro país y de los mexicanos para poder hacer frente a los grandes retos que vienen en materia económica y social.

Para que este tipo de empresas funcionen es claro que necesitan de asesoría y apoyo de administradores y financieros profesionales que bien pueden aportar sus conocimientos a estas empresas y promover que los hijos de los trabajadores iniciales tengan educación superior para ir tomando el mando de las mismas.

Por otro lado es necesario que sean estas empresas consideradas por las comunidades como una institución y se fortalezcan pensando a un futuro para las nuevas generaciones.

En México estamos ávidos de volver a tener movilidad social y que nuestras familias vivan bien, tenemos necesidad de crecer y poder realizar la actividad productiva que más nos atraiga. El primer paso es comenzar a hacer de los modelos de economía social instituciones que no dependan de la bondad o cada vez más mermada capacidad económica del estado.

Trabajemos por una patria en la que las instituciones sean rectoras de nuestras actividades y no las personas y la voluntad de las mismas, luchemos por mexicanos que vivan en un país más justo y equitativo y que a través de las instituciones nos deje crecer.

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