proceso electoral

Mejora de los procesos electorales

Los procesos electorales están compuestos de inúmeros actos y múltiples procedimientos, que van desde el diseño de las boletas hasta el recuento administrativo, pasando por el registro de candidaturas y la capacitación del funcionariado de casillas.

Estos actos, conectados a lo largo del tiempo, inician incluso antes del arranque formal del proceso, por ejemplo, el diseño del calendario electoral y de las convocatorias a las candidaturas independentes.

Como un proceso complejo, en las elecciones colaboran autoridades, no solo comiciales sino también de otro tipo, como los ayuntamientos y alcaldías, respecto de la expedición de constancias de residencia; o las de seguridad, para el traslado y resguardo de las boletas.

También participan los partidos políticos, tanto en la selección de sus candidaturas, como en las sesiones de los órganos colegiados, así como desplegando todo su potencial en las campañas.

La ciudadanía juega múltiples roles. En tanto votantes, que individualmente eligen de entre las opciones políticas, la de su preferencia; también, es central en las candidaturas independientes, tanto porque son ciudadanas y ciudadanos quienes las buscan, como porque también son quienes, de forma personal, respaldan las aspiraciones de quienes pretenden contender en tal calidad.

Pero también la ciudadanía participa como funcionariado de casilla, ese ejército cívico que recibe los sufragios de sus vecinos y vecinas. Y, también, participan observando todo el proceso electoral.

Desde luego, los órganos administrativos electorales tienen mucho qué decir, como autoridades encargadas de una parte esencial de los comicios. Y los tribunales, que, al dirimir los litigios en la materia, depuran las decisiones de los partidos y autoridades.

Así, el mejoramiento de los actos y procedimientos desarrollados no pasa, necesariamente, por una reforma legal, sino por un ejercicio introspectivo de las autoridades comiciales, que puedan detectar aquellos que sean esenciales, los dividan en sus actos más simples, y sean capaces de evaluarlos, atendiendo a los principios de certeza, legalidad, independencia, imparcialidad, objetividad y máxima publicidad, que están definidos en la Constitución.

Para estos ejercicios de evaluación, se requiere que el trabajo no se haga exclusivamente hacia adentro, sino que se escuche y se invite a participar activamente a partidos, ciudadanía involucrada e interesada en las elecciones, autoridades relacionadas, las diversas academias, etc., desde luego, a partir de un compromiso institucional y de la detección previa, así como completa, de los procedimientos a revisar.

De esta manera, se podrán detectar cuellos de botella, áreas de mejora, actos o procedimientos inútiles, con una visión de 360° grados, arrojando información que servirá tanto para mejorar en lo interno, como para una posible propuesta de reforma electoral.

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