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Los abogados y la inteligencia artificial, ¿una relación complicada?

Muchos piensan que “las máquinas” nos van dejar sin trabajo. Estos temas empiezan a discutirse, a veces con escepticismo y a veces con miedo, en las facultades de Derecho y en los Colegios de Abogados del país. Sin embargo, el asunto no es tan sencillo. Es cierto que en los próximos años habrá menos trabajo para pasantes y estudiantes de Derecho, sin embargo, afirmar ciegamente que la tecnología nos va a remplazar como juristas es, cuando menos, irresponsable.

Para entender lo anterior, hay que saber que existen dos partes fundamentales en nuestra labor diaria como abogados. Por un lado, tenemos la industria de servicios legales que se refiere a la forma de promocionar, comercializar y prestar servicios jurídicos y por otro la práctica de la profesión jurídica que se refiere a la interpretación del Derecho para lograr su aplicación al caso concreto con el objetivo de alcanzar justicia. Distinguir entre estos dos conceptos es fundamental para entender las funciones que desempeñará el abogado del siglo XXI y para mantenernos actualizados ante el inminente avance tecnológico.

La industria de servicios legales es la parte de nuestra profesión que más se va a ver beneficiada por la “inteligencia artificial”. Hoy en día existen soluciones que nos ayudan a eficientar procesos y reducir costos en temas como la publicidad de despachos, la adquisición de clientes, la solución de asuntos y los el cobro de honorarios, entre otros. Pro ejemplo existen sistemas que nos ayudan a coordinar citas de manera automática, y programas enfocados a abogados para poder contestar dudas legales de clientes vía correo electrónico.

Estas herramientas también nos ayudan a tomar mejores decisiones de una manera más eficiente. Por ejemplo usar una software capaz de encontrar, en segundos, las leyes, reglamentos y jurisprudencia aplicables a un caso concreto pueden reducir significativamente el tiempo que dedicamos a hacer investigación, ayudándonos a resolver una mayor cantidad de asuntos en menos tiempo. También podríamos utilizar algoritmos que predicen con el resultado de un juicio, para determinar si vale la pena iniciar un litigio o intentar una negociación para resolver el asunto de un cliente.  En general, todas estas herramientas nos ayudarán a cumplir nuestras labores diarias de manera más rápida y precisa.

Por otro lado, la práctica de la profesión jurídica es un trabajo mucho más complejo. Los juristas debemos interpretar una ley vigente en un tiempo y espacio determinado para desentrañar su contenido normativo y posteriormente debemos aplicarla al caso concreto de una manera consistente articulándola, como diría Luis Recaséns Siches, con una especie de trasfondo, de valoraciones sociales vigentes, que se encuentran implicadas en la ley, atendidas por la ley, pero nunca explicadas en ella. Para hacerlo, debemos de echar mano de un conocimiento filosófico, intuitivo y heurístico que la “inteligencia artificial” aún no logra dominar y por ello, es necesario contar con la supervisión de juristas para que las interpretaciones que se produzcan de una norma jurídica sean correctamente aplicadas a un entorno social determinado.

Es cierto que muchos trabajos que reservamos a pasantes o abogados con menor experiencia van a desaparecer por ser obsoletos, sin embargo, otros roles serán necesarios. Las funciones de los juristas en los despachos de abogados modernos deben estar más enfocadas en atender los retos de la práctica de la profesión y menos enfocadas en la industria de servicios legales. La tecnología llegó para quedarse abogado. ¿Estás preparado?

 

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