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Linchamiento público, Gobierno inepto

Hace 50 años la sociedad asombrada leyó que el 14 de septiembre de 1968, en Puebla, en el pueblo de San Miguel Canoa, a las faldas del volcán “La Maliche” habían sido linchados cinco trabajadores de la Universidad de Puebla que habían ido  de excursión al volcán y que al ser sorprendidos por la noche y la lluvia, pernoctaron en la casa de un habitante del pueblo que tenía problemas con el sacerdote del lugar Enrique Meza, quien haciendo sonar las campanas de la iglesia, reunió a los habitantes y de manera perversa y diabólica los instigó a atacar a aquellos jóvenes acusándolos de ser comunistas y de intentar instalar una bandera rojinegra en la iglesia del lugar. Armados con machetes, palos y antorchas, los habitantes del pueblo se dirigieron a la casa en donde estaban hospedados los jóvenes y asesinaron a tres de los cinco, así como al dueño de la casa. Esos jóvenes, solo querían ascender “La Malinche”.

Las autoridades estatales lograron ingresar al pueblo hasta la madrugada del 15 de septiembre. Para ese crimen de ignorancia no hubo castigo, las autoridades del estado no detuvieron ni procesaron a nadie. ¿Quién fue? ¡Fuenteovejuna señor!

En el 2004, los habitantes del entonces Distrito Federal, fuimos testigos televidentes de otro crimen comunitario acontecido en el pueblo de San Juan Ixtlayoapan, en Tláhuac, en el que tres agentes de la Policía Federal Preventiva que investigaban asuntos relacionados con la venta de droga en una escuela primaria de la zona, fueron descubiertos y agredidos por una turba, que pese a que los servidores públicos se identificaron y mostraron su oficio de comisión, los golpeó brutamente durante horas y ya inconscientes, dos de ellos fueron quemados vivos. Acto de barbarie que fue transmitido desde los helicópteros de reporteros de Televisa y TV Azteca.

Pese a que el entonces Secretario de Seguridad Pública, Marcelo Ebrard y su subsecretario Gabriel Regino, sobrevolaban el área, la policía del Distrito Federal se mantuvo a la expectativa sin intervenir, en tanto que el tráfico y la lejanía del centro de la demarcación, impidieron que la Policía Federal Preventiva llegara a tiempo para lograr salvar la vida de sus efectivos.

Siete años después, la Policía Federal Preventiva detuvo a Alicia Zamora Luna alias “La Gorda” y a su pareja Eduardo Torres Montes, señalados como los autores intelectuales del linchamiento. Sin embargo, en cuanto a los autores materiales ¿Quién fue? ¡Fuenteovejuna señor!

Aquellas noticias sorprendieron a la sociedad. Sin embargo, durante este sexenio que está por terminar, hemos recibido noticias y sido testigos de muchos linchamientos en diversos poblados de la República, ante los que lamentablemente, el azoro social es cada vez menor y la respuesta de las autoridades en los tres niveles de gobierno es la misma: ¿Quién fue? ¡Fuenteovejuna señor!

El desgaste institucional, la ausencia de autoridad y el alto nivel de impunidad que ha existido en el sexenio de Peña Nieto, han exacerbado el miedo y los ánimos de la sociedad que se siente y sabe desprotegida por las autoridades encargadas de brindar seguridad pública, lo que ha obligado a las comunidades a organizarse con el propósito de auto protegerse, dando origen a la creación de guardias comunitarias.

La ausencia de autoridad y el alto nivel de impunidad se vive en todo México, no sólo por la fallida estrategia de seguridad interior seguida por Peña Nieto, sino también porque gobernadores y presidentes municipales conchuda e irresponsablemente, han dejado el combate a la delincuencia únicamente a cargo de las fuerzas armadas, soslayando su deber de capacitación y equipamiento de las fuerzas policíacas civiles a su cargo, empleando los recursos federales entregados para ese fin en otros objetivos y en muchos casos, siendo botín de la corrupción.

Tan grave es el abandono, que existen muchos municipios en los que tan sólo se cuenta con un puñado de policías miserablemente pagados, carentes de capacitación, sin equipamiento e incluso desarmados, quienes por hambre y para cumplir con su labor, solo cuentan con sus huevos apoyados en su ignorancia, lo que ha favorecido y facilitado que en muchos de esos lugares se enseñoreen grupos de delincuentes que hacen suyo el terruño y están atentos a cualquier extraño que transite o arribe al mismo.

Ante este escenario, además de las guardias comunitarias, surgió el fenómeno del “vigilantismo” que genera la formación de grupos de vigilantes en colonias, barrios y pueblos, que al mismo tiempo son guardias de seguridad que sustentados en el miedo, apoyados en su ignorancia y motivados por brindar protección a sus vecinos, reaccionan ante la presencia en su localidad de los que para ellos son intrusos sospechosos o peligrosos, dando la voz de alerta y azuzando al pueblo a escarmentarlos brutalmente, muchas veces culminando su acción, con la muerte de los que para ellos eran delincuentes, pero que en realidad, eran simples ciudadanos.

Adicionalmente, el “vigilantismo” también es realizado por pobladores al servicio de los mafiosos aseñorados en el lugar, que también tienen la finalidad de detectar y reaccionar ante la presencia de algún extraño en el pueblo que les parezca un peligro para su maña y que para evitar ser descubiertos como los asesinos que son, se valen del miedo y hartazgo de los habitantes de la localidad incitándolos a eliminar a ese extraño.

En ambos casos, unos y otros, saben que ni la autoridad del pueblo ni del estado va a intervenir y, si lo hace, va a ceder a las pretensiones y violencia de la turba y que al final de las brutales acciones, esas mismas autoridades van a concluir con la clásica salida de: ¿Quién fue? ¡Fuenteovejuna señor!

Muy grande es el reto que enfrentará el señor López Obrador y su futuro Secretario de Seguridad Pública, Alfonso Durazo, sobre todo con las promesas que han pregonado y las esperanzas que han colocado en la mente y espíritu de sus seguidores.

Deberán, a la brevedad, de acabar con ese vacío de autoridad y con el abandono de la seguridad en los pueblos de este país y, también para esta impostergable misión, el señor López se dará cuenta de que le harán falta recursos económicos debiendo elegir entre cumplir con la primera función de un estado que es la de proveer de seguridad a sus ciudadanos o mantener a una tropa de “Ninis” por ejemplo.

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