La Tecnología ha Modificado las Necesidades y Expectativas de los Clientes sobre los Servicios de los Abogados

En Foro Jurídico continuamos con nuestra labor de ofrecer a nuestros lectores la opinión de los abogados comprometidos con el desarrollo del Derecho con el apoyo del uso de la tecnología. En esta ocasión tuvimos la oportunidad de entrevistar a la licenciada Cinthya Gómez Romero, experta en Derecho de Innovación y Nuevas Tecnologías, quien se desempeña como Senior Associate en Novus Concilium, con sede en Guadalajara, Jalisco, Despacho especializado en asesorar empresas de tecnología a nivel mundial.

Cinthya es Licenciada en Derecho por el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente, actualmente se encuentra cursando la Maestría en Derecho Comercial y de la Empresa en la Universidad Panamericana Campus Guadalajara. Cuenta con diversos diplomados en estudios jurídicos otorgados por Harvard University, Universidad Anáhuac Norte, Universidad Javeriana y Tecnológico de Monterrey, entre otras. Además, es abogada de empresa certificada por la ANADE. A continuación presentamos la entrevista.

¿Cómo ha modificado la tecnología la práctica de los abogados?

La revolución tecnológica que actualmente estamos viviendo ha impactado y modificado el ejercicio de todas las profesiones, así como nuestra vida diaria. Interiorizar esto es relevante para comprender cómo la tecnología ha impactado directa e indirectamente la práctica de los abogados.

Directamente, la práctica profesional se ha visto favorecida en muchos aspectos por la tecnología. Por ejemplo, el acceso al ius desde cualquier computadora o los juicios en línea (como el de amparo o el contencioso administrativo), o aquellos sistemas de boletines judiciales que te notifican a través de un mensaje de texto que ha salido un acuerdo nuevo en los juzgados. Todo esto ha simplificado y facilitado el ejercicio profesional diario. Es decir, se han creado herramientas tecnológicas que mejoran positivamente el ejercicio de la profesión, volviendo más accesibles y económicos aquellos recursos que hace algunos años no lo eran. Incluso podría decir que la tecnología es un gran influyente en la desburocratización del sistema judicial.

“La inmediatez y cercanía que brindan estas redes sociales me hacen sentir que puedo atender las necesidades y dudas de mis clientes con mayor rapidez.”

La tecnología ha impactado y cambiado nuestra vida diaria. Actualmente, en la palma de nuestra mano, tenemos acceso a información ilimitada, además, las relaciones intrapersonales se basan en la sensación de disponibilidad, inmediatez y comodidad que las tecnologías nos han brindado. Es gracias a esa modificación que creo que la tecnología está afectando indirectamente a nuestra profesión también, pues las necesidades y expectativas de nuestros clientes respecto de los abogados se han visto alteradas. Somos de las pocas profesiones que no hemos realizado cambios relevantes en nuestros modelos de negocio, mas esto no significa que no se requiera, pues está cambiando el estilo y ritmo de vida, y las necesidades o expectativas muchas veces son discordes a lo que ofrecemos como abogados.

¿Cómo evalúa la práctica profesional de los abogados en el futuro cercano?, ¿en qué va a cambiar?

Definitivamente tendremos que adaptarnos al mundo real, ofreciendo servicios de vanguardia que estén a la altura de las necesidades diarias de nuestros clientes. Como ya lo mencionaba, las necesidades de nuestros clientes se han modificado gracias al uso de las tecnologías y la expectativa sobre los servicios de los abogados también han cambiado.

 

En segundo lugar, diría que somos todos los abogados que incluimos el uso de tecnologías en nuestro ejercicio diario profesional sin miedo a sentirnos reemplazados, más bien, sabiendo aprovechar las herramientas tecnológicas para el mejor desempeño profesional.”

 

Los clientes ya no desean al abogado que recita leyes y habla frases enteras en latín, con un lenguaje prácticamente incomprensible para los no juristas. Me parece que es precisamente por esta razón que cada vez más abogados incursionan en las redes sociales, y aquí me incluyo, pues soy una verdadera fanática de Twitter e Instagram. La inmediatez y cercanía que brindan estas redes sociales me hacen sentir que puedo atender las necesidades y dudas de mis clientes con mayor rapidez.

Además, el conocimiento compartido se multiplica; he podido conectar con colegas de otras partes de la República y del mundo entero generando un fructífero intercambio de opiniones y puntos de vista que trae como consecuencia la revolución a nuestro ejercicio profesional de manera exponencial. El uso de redes sociales se ha vuelto tan popular entre los servidores públicos que la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha tenido que emitir criterios al respecto, por ejemplo, la Tesis Aislada con número de registro 2020024, que sostiene que cuando un servidor público bloquea a un usuario en alguna red social, atenta contra el derecho de acceso a la información de la ciudadanía. Este tipo de criterios, sostengo, comenzarán a ser cada vez más frecuentes y necesarios, pues con el paso del tiempo seremos mayoría quienes utilicemos estos medios de comunicación.

Por otro lado, creo que la verdadera revolución en el ejercicio profesional vendrá con las nuevas generaciones que se comiencen a capacitar en temas de Derecho digital y tecnológico. Con el paso de los años, así como estudiamos Derecho civil o Derecho romano de cajón en la universidad, tendremos que estudiar Derecho digital, las regulaciones que existen, su normatividad, etcétera y tendremos que capacitarnos en el uso de tecnologías para el ejercicio profesional diario. En pocos años estaremos viendo como hay academias de Derecho implementando clases de programación o blockchain dentro del plan de estudios de la licenciatura en Derecho y esto definitivamente impactará en cómo ejercemos profesionalmente.

 

¿Qué significa el concepto de abogado digital para usted?

Ser un abogado digital es un término novedoso y vanguardista, pero por la misma razón, considero que aún no ha terminado de madurar. Creo que podemos definir al abogado digital en dos vertientes importantes.

La primera, como el profesionista en Derecho, especialista en temas de nuevas tecnologías y derechos digitales, que estudia, comprende y hace una correcta aplicación de la norma a su materia. En este punto, me gustaría mencionar que he notado que la mayoría de los abogados digitales actualmente ejercemos en el ámbito privado, sin embargo, estoy convencida de que los abogados digitales pueden, y deben, ejercer en ámbitos públicos, por ejemplo, impartiendo justicia o legislando sobre la materia.

En segundo lugar, diría que somos todos los abogados que incluimos el uso de tecnologías en nuestro ejercicio diario profesional sin miedo a sentirnos reemplazados, más bien, sabiendo aprovechar las herramientas tecnológicas para el mejor desempeño profesional. Esto nos convertiría a la mayoría en abogados digitales, haciendo innegable la modernización futura de la profesión.

Como ya dije, considero que el término no ha encontrado una definición concreta, por lo que probablemente con el tiempo se creen nuevas vertientes alrededor de este, por ejemplo, el de los abogados cuánticos, como lo ha mencionado Juan Luis Hernández Conde, socio fundador de Novus Concilium. Incluso, probablemente existan en el futuro especialidades interdisciplinarias, como abogados-programadores, aquellos que, combinando lo mejor de dos mundos, sean expertos en la programación y aplicación de smartcontracts y a ellos también se les considere abogados digitales.

 

¿Qué tienen que hacer los abogados actuales para convertirse en abogados digitales?

Desde mi perspectiva, hay tres puntos importantes para convertirse en abogado digital y adaptarse a esta cuarta revolución sin morir en el intento:

Abrir la mente. Escucho constantemente a muchos colegas aferrados a viejas prácticas profesionales. Hay incluso quienes no reconocen la necesidad de la creación de una nueva rama de estudio y especialización en el Derecho. Algunos consideran el Derecho tecnológico-digital como falacias jurídicas, técnicas de marketing y el que más me ha impresionado: antiderecho. Esto me parece que es solamente miedo a lo desconocido, a la manera en que puede cambiar todo lo que conocen gracias a la revolución tecnológica. O simplemente no desean capacitarse en el tema, ni entenderlo. Pero nada está más alejado de la realidad que aquellos comentarios que subestiman o denigran el ejercicio profesional en las nuevas tecnologías. El mundo está cambiando, las tecnologías están cambiando al mundo, y negar esa verdad no detendrá el cambio.

 

“Quienes opten por estudiar y desarrollarse en la práctica del Derecho, tendrán que entender que lo legal será multidisciplinario y que más que nunca en la historia de la humanidad, no existirán verdades absolutas, sino verdades por minuto.”

 

Actualizarse, capacitarse y nunca dejar de estudiar. He visto colegas que llevan al fracaso empresas enteras por querer aplicar estrategias legales como si fueran modelos de negocio convencionales, con figuras jurídicas antiguas y que no cubren las necesidades reales y enteras de un modelo novedoso. La capacitación constante y el estudio profundo en temas que pueden ser demasiado novedosos, también representa una forma de ética profesional. Pero ojo, aquí podríamos caer nuevamente en una práctica de la vieja escuela: no se trata de estudiar a los tratadistas, ni que memoricemos lo que Foucault dijo, es momento de aceptar la necesidad de la interdisciplinariedad en el Derecho y ampliar los horizontes, querer entender un poco más allá del mundo jurídico y estudiar sobre aquellos temas que impactarán en el marco regulatorio de las nuevas tecnologías sin afectar su naturaleza o existencia. Nos toca aprender de temas que van más allá de lo meramente jurídico.

La ética profesional y filosofía del Derecho en la era tecnológica. Nos hemos concentrado tanto en implementar tecnologías en nuestros despachos, en entender las nuevas tecnologías, los nuevos modelos de negocio y hemos fijado tanto la mirada en las Fintech o en el blockchain que casi hemos perdido de vista que la ética profesional también requerirá de una transformación y adaptación a esa nueva realidad. Creo que poco hemos platicado sobre el tema los abogados digitales, pero es importante tener presente que en una era digital, la deshumanización es un riesgo latente, por no decir que ya es un problema actual. Eventualmente habrá más conflictos éticos en los que intervengan las nuevas tecnologías, pero el primordial y que por el bien de la profesión y la sociedad jamás debemos olvidar, es que a pesar de las facilidades y comodidades que se nos brindan a través de las tecnologías, quienes creamos seguimos siendo humanos, modificamos, regulamos u operamos aquellas tecnologías. La dignidad y el respeto deben ser el marco regulatorio de esta nueva era, incluso si jamás tenemos contacto físico directo con otro ser humano.

 

Como abogados, juristas, teóricos o académicos del Derecho digital, no podemos permitirnos perder de vista la ética profesional aplicada a esta nueva era y la calidad humana que nos seguirá envolviendo, a pesar de la automatización e inmediatez digital.

 

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