La recién aprobada Ley Federal de Austeridad Republicana, por el Senado, estableció una partida “secreta” de la que podrá disponer el Presidente, muchos grupos parlamentarios, contrarios a MORENA, han dicho que será una partida totalmente secreta y discrecional, sin embargo ¿qué establece el dictamen del Senado? ¿El presidencialismo actual es dictatorial? De ello hablaremos el día de hoy.
¿Es secreta la partida?
A inicios de julio el Senado de la República aprobaba el dictamen de la Ley Federal de Austeridad Republicana, causando revuelo por aquello que algunos políticos llamaron la “partida secreta” del Presidente, pero resulta que no será tan secreta como algunos quisieron hacer notar.
No, no es que se defienda al Presidente, sin embargo, es menester saber que el artículo que causó tal impresión fue el 61 del dictamen de Ley en comento, el cual menciona: “Los ahorros generados como resultado de la aplicación de dichas medidas (de austeridad) deberán destinarse, en los términos de las disposiciones generales aplicables, a los programas del ejecutor del gasto que los genere. Por cuanto hace al Poder Ejecutivo Federal, dichos ahorros se destinarán a los programas previstos en el Plan Nacional de Desarrollo o al destino que por decreto determine el titular»;[1] el detalle que se ve es la discrecionalidad con que podrá disponer de esos “ahorros” el señor Presidente, sin embargo, el proyecto de ley establece mecanismos para evitar que esa partida sea “secreta”, contemplando un mecanismo de evaluación, es decir, prevé un informe de los ahorros generados por el Gobierno, y su destino. El Congreso va a recibir ese informe, y todos los ciudadanos lo vamos a conocer, al menos eso dice (hasta ahora) la Ley.
Pero recordemos que estamos en México y hasta sería posible que mediante una de esas “consultas populares” del Presidente se determine el destino de los recursos públicos, eso es lo que causa preocupación. Es cierto que a los ciudadanos nos corresponde vigilar que todo se haga apegado a la ley, pero también resulta cierto que hay tipos de ciudadanos en México, lo hay quienes por una torta y un refresco van y alzan la mano en las consultas del Presidente, los hay quienes no se quedan callados y hay otros que prefieren no involucrarse en el destino del país.
El presidencialismo.
Con todo eso, hoy atestiguamos el resurgimiento de una figura presidencial omnipresente y centralizada, una figura que tiene “otros datos”, una figura que crea dichos como el “me canso ganso”, pero que no actúa para el bienestar del país.
Sí, seis meses es poco tiempo para que los “vicios del poder” sean menguados, sí, seis meses es poco tiempo para juzgar un gobierno entrante, pero en seis meses sólo ha existido un evidente retroceso económico y de seguridad pública en el país, sin contar todo lo demás.
Los programas asistencialistas (que ya han dicho existen desde antes de él) no merman la problemática, sólo la maquillan. El presidencialismo que ahora vemos es uno que no escucha a su pueblo, que no escucha a sus analistas, que no quiere ver la problemática que está generando, que hace a un lado a todos los que estén contra él, el presidencialismo de ahora, debe decirse, es uno dictatorial.
No todo está perdido o, mejor dicho, la batalla no se ha perdido. El gobierno y su actual administración puede redirigir para bien el rumbo que han decidido tomar, pueden fijar una dirección que no vaya directo al caos. Pero no sólo depende de ellos, también depende de la ciudadanía, depende de que cada día sean menos los ciudadanos que por una torta van y votan cualquier cosa, depende de que aquellos que no se involucran en el rumbo del país lo hagan, depende de que todos pidamos cuentas a este y a todos los gobiernos, porque hay algo que sigue siendo cierto “México tiene sed de justicia” pero no de una justicia vendida o fingida, sino de una justicia real, México tiene sed de ser mejor.
[1] Documento en http://www.senado.gob.mx/64/gaceta_comision_permanente/documento/97343, el 13 de julio de 2019.