Nuestra mirada se ha mantenido durante varias semanas fija en la política nacional, y es que no es para menos con todo lo que se encuentra en discusión (la guardia nacional, el recorte presupuestario, la eliminación de estancias infantiles, la creación de la fiscalía para el caso Ayotzinapa, etc.), sin embargo, a la par de la sana discusión de los temas referidos hay más en riesgo, hablamos de la exportación de tomate rojo a nuestro país vecino, la cual está en la cuerda floja.
Exportaciones mexicanas.
El tomate rojo es principal producto agroalimentario de exportación de México, con un valor promedio anual de más de $1,500 millones de dólares, siendo Norteamérica el principal mercado.[1] México exportó tomates por 1,686 millones de dólares mínimo de enero a octubre del 2018, con un alza interanual de 16.3%.[2] De acuerdo con las cifras mencionadas, nuestro país tiene un participación del 25.11% del valor de las exportaciones mundiales y cubre el 90.67% de las importaciones de jitomate en Estados Unidos.
Las exportaciones a los Estados Unidos datan desde principios del siglo pasado, y, evidentemente, generan importantes fuentes de trabajo para cientos de miles de personas en toda la cadena de abastecimiento binacional, incluyendo a productores, exportadores, importadores, re-empacadores, transportistas y proveedores de insumos y servicios requeridos para su producción y comercialización, así que debemos hablar del origen del problema que nos ocupa y cuál serían las repercusiones económicas de concluirse la exportación referida.
El pacto de suspensión.
En 1996 un grupo de cultivadores de Florida presentó una petición ante el Departamento de Comercio de los Estados Unidos con la finalidad de que se estableciera un arancel al tomate exportado por México a Estados Unidos alegando una práctica desleal de nuestro país respecto a dicho producto; de este modo. Los cultivadores de tomate de Florida se quejaron de que los cultivadores mexicanos vendían tomates a precios inferiores a los del mercado, dejándolos en clara desventaja.
Ante lo mencionado, el Departamento de Comercio, los productores floridenses y los exportadores mexicanos de tomate llegaron a un acuerdo, en virtud del cual los cultivadores mexicanos convinieron revisar sus precios estableciendo un precio de referencia mínimo para eliminar los efectos perjudiciales de las exportaciones de tomate fresco a Estados Unidos, a dicho convenio se le conoce como A cuerdo de Suspensión, el cual además de lo mencionado, permitió continuar enviando el tomate mexicano sin imponerle ningún tipo de arancel.
No obstante de lo anterior año con año los productores de Florida han peticionado que el mencionado acuerdo se revoque y Estados Unidos deje de adquirir tomate mexicano sin los aranceles correspondientes, por las prácticas desleales; por ende, el gobierno estadounidense ha anunciado que sí realizará investigaciones contra el producto mexicano y, de existir prácticas desleales, se notificará a la International Trade Commission (ITC), trayendo como principal consecuencia la imposición de aranceles al tomate mexicano (17.5%) o, en un caso severo, la reducción drástica de exportaciones del producto al país vecino.
Aún con lo anterior, y en concordancia con lo que el mismo Acuerdo estableció, México cuenta con 90 días contados a partir de la notificación (que fue realizada el pasado 6 de febrero) para realizar nuevas negociaciones y, en su caso, llegar a nuevos consensos. Ahora todo dependerá de las buenas negociaciones que deberán iniciar entre ambos gobiernos y en busca de no afectar a los agricultores mexicanos.
[1] Estudios de Oportunidades de Mercado e Inteligencia Comercial y Estudio de Logística Internacional de Tomate, SAGARPA, consultado en: http://www.sagarpa.mx/agronegocios/Documents/Estudios_promercado/TOMATE.pdf, el 8 de febrero de 2019.
[2] Planeación Agrícola Nacional 2017-2030, Jitomate mexicano, SAGARPA, consultado en: https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/257077/Potencial-Jitomate.pdf, el 8 de febrero de 2019