Después del fusilamiento de Hidalgo, Allende, Aldama y Jiménez en Chihuahua, los decapitaron y sus cabezas fueron transportadas a Zacatecas, Lagos de Moreno, León y finalmente, el 11 de octubre de 1811, llegaron a Guanajuato, en donde las colocaron dentro de unas jaulas de hierro que colgaron en las cuatro esquinas de la Alhóndiga de Granaditas, como escarmiento para aquellos que se mantenían en la lucha armada por la Independencia. Allí permanecieron hasta 1821, cuando fueron retiradas al ser consumada la Independencia.
No obstante este cruel e ignominioso acto, José María Morelos y...
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