Hablando de transparencia y “las mañaneras”

Hablar de la transparencia desde el punto de vista de las llamadas popularmente “Las mañaneras” del presidente Andrés Manuel López Obrador, se ha vuelto irónicamente casi indescifrable.

Las discusiones que, en ocasiones parecen sostenerse entre el presidente y diversos medios de comunicación y la llamada comentocracia integrada por columnistas de todas las líneas de investigación y de corrientes ideológicas, han venido creando un fenómeno complejo de comunicación social entre el gobierno en turno y esa comentocracia como constructora de la opinión pública.

El tema de la transparencia; sin embargo, establece una relación de dependencia entre los sujetos obligados a transparentar sus funciones, en este caso, los integrantes del gobierno y la sociedad, la cual tiene el derecho al conocimiento del cómo se realizan esas funciones, tareas o acciones gubernamentales, los objetivos concretos y hasta los resultados.

Esa relación de interdependencia entre el hacer o no hacer -que también constituye una acción- y el derecho a la información integran el derecho a la transparencia a que se refiere el artículo 6o. de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos; sin embargo, se trata de un derecho que no sólo nace de la circulación de la información proporcionada por el presidente de la República y, en general, por todas las autoridades del Estado mexicano. Eso sólo es una de muchas fuentes de información que es interpretada por especialistas de diversas materias y cuyas interpretaciones dan lugar a la publicación de sus opiniones al respecto, con el ingrediente adicional que se basa en su percepción de la realidad social y política.

De tal suerte, las diferencias en las perspectivas gubernamental y social o de la opinión pública, generada a partir de la interpretación que realiza la comentocracia, pueden no coincidir necesariamente, ahí es donde se da origen a las discusiones contrastantes entre lo que perciben unos y otros.

Ahora bien, estos diferendos entre las percepciones del gobierno y la comentocracia juegan un rol de suma relevancia en los contextos democráticos donde uno de los valores fundamentales a ejercer y preservar es la libertad de expresión y comunicación.

Si bien la transparencia impone a las autoridades la obligación de aportar, brindar y/o transmitir toda la información necesaria o que requiera la ciudadanía para el conocimiento de su desempeño, también se establece una responsabilidad ética para la parte receptora de la información, en este caso la comentocracia que deberá actuar atendiendo justamente a principios éticos. Esto quiere decir, que el uso de la información y la interpretación de realidades sociales y políticas, incluso económicas, deben atender a criterios objetivos, claros y precisos, sin falsedad, distorsión o alteración alguna que tenga por objeto favorecer intereses e ideologías políticas, en lugar de favorecer la verdad.

La estrategia de comunicación social presidencial basada en “Las mañaneras” ha venido a romper con el paradigma del monopolio de la información e, incluso, de la figura presidencial como un halo de luz que sólo, en determinadas ocasiones muy especiales, “favorecían” al Estado -según el criterio de gobiernos pasados-, se otorgaba en exclusiva en Cadena Nacional, por radio y televisión, y se hacía presente el presidente de la República.

Ahora, la situación ha cambiado. Un presidente tan expuesto como lo ha sido Andrés Manuel López Obrador, a través de “Las mañaneras” representa, por principio de cuentas, un cambio de paradigma en la forma de transparentar y de comunicar las funciones de su gobierno. Sin embargo, lejos de pretender evaluar su técnica o estilo de comunicar, coordinada o no -como se quiera ver-, lo importante sería el acompañamiento que su fracción política o grupo parlamentario en el Congreso General le haga en esta materia.

Esto es, asumimos el rol de la llamada comentocracia como portadores de información y, al mismo tiempo, creadores de visiones o perspectivas que, en un inicio, se presumen desinteresadas y más bien éticas como ya lo mencionamos. No obstante, el papel que juegan las y los legisladores en la escena pública y en una democracia como la nuestra es esencial: la comunicación de acciones y el reflejo de realidades sociales, políticas y económicas difícilmente se pueden soslayar.

El papel de las y los legisladores es, desde una óptica constitucional, llevar el pulso de las problemáticas públicas concretas al escenario político, con realidades sectorizadas, por región, por grupos sociales e, incluso, por ciudadanos en lo particular, etcétera. Todas esas necesidades y realidades requieren de una válvula de descompresión que, quizá, ha sido superada por la comentocracia, pero que en realidad corre a cargo de los congresistas que poseen ese vínculo inmediato con sus representados.

Lo cierto es que “Las mañaneras” envían un mensaje de mayor cercanía con la sociedad, pero ante una parte de la comentocracia, dedicada a denostar el trabajo del presidente, parecen necesarias la presencia o acciones de comunicación y de transparencia más intensas en el trabajo legislativo que acompañe, de manera ética y armónica, sin exabruptos y falacias, el trabajo de comunicación del Poder Ejecutivo, y así constituir un auténtico contrapeso al ejercicio del poder público en materia de comunicación y transparencia.

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