“A pesar de sus destacados logros académicos y profesionales, las mujeres que experimentan el fenómeno del impostor minimizan sus méritos y piensan que los mismos han sido consecuencia de la suerte y no así de sus capacidades y aptitudes.”
Por años, las mujeres hemos estado en una constante lucha en contra de las diferencias de género, el machismo, la falta de equidad, así como de las falsas ideas sobre las capacidades y aptitudes superiores de los hombres frente a las mujeres. Sin embargo, años de lucha han permitido grandes avances en pro de los derechos de las mujeres, lo que las ha llevado a poder posicionarse y ejercer altos puestos en todos los ámbitos.
Si bien aún queda un largo camino por recorrer para poder seguir impulsando y alentando el empoderamiento femenino, un pilar fundamental es que las mujeres no solo se sientan merecedoras de sus logros, sino que crean en ellos, no obstante, una gran cantidad de mujeres tiende a no hacerlo.
A este fenómeno se le conoce como “síndrome del impostor”, el cual implica una experiencia interna de falsedad intelectual que resulta ser particularmente frecuente e intensa entre mujeres. A pesar de sus destacados logros académicos y profesionales, las mujeres que experimentan el fenómeno del impostor minimizan sus méritos y piensan que los mismos han sido consecuencia de la suerte y no así de sus capacidades y aptitudes.
Este fenómeno evidentemente deriva de los constructos sociales con los que las mujeres hemos vivido y que hemos internalizado inconscientemente. Como un simple ejemplo tenemos el hecho de que algunas mujeres tienden a explicar el fracaso con la falta de capacidad y/o aptitud, y, por el contrario, en el caso de los hombres, algunos de ellos atribuyen el fracaso a la falta de suerte o a la dificultad de la tarea. Lo anterior deriva de las bajas expectativas que las mujeres tienen de sí mismas, dado que el éxito de las mujeres fue mal visto por la sociedad durante muchos años, por lo que no es sorprendente que las mujeres necesiten encontrar una explicación para cada uno de sus logros además de su propia inteligencia y capacidad.
Las estadísticas sobre este síndrome son alarmantes, un número impactante de mujeres exitosas en todos los ámbitos profesionales y en todos los niveles se perciben como impostoras en sus propias vidas y carreras, lo que trae como consecuencia que de forma inconsciente busquen compensarlo con preparación excesiva, busquen mantener un perfil más bajo, oculten sus talentos y opiniones o dejen de involucrarse en proyectos importantes.
“Un número impactante de mujeres exitosas en todos los ámbitos profesionales y en todos los niveles se perciben como impostoras en sus propias vidas y carreras, lo que trae como consecuencia que de forma inconsciente busquen compensarlo con preparación excesiva, busquen mantener un perfil más bajo, oculten sus talentos y opiniones o dejen de involucrarse en proyectos importantes.”
Todo lo anterior tiene una repercusión importante en el empoderamiento de las mujeres, ya que, a pesar de los avances sociales en favor de ellas, ahora son ellas mismas las que se limitan por esta falsedad intelectual que las acecha. Es necesario que se hable de este tema para que las mujeres, y en el caso específico, las abogadas, hagan consciencia de este fenómeno que nos persigue, con el fin de aceptar que cada uno de los logros que hemos alcanzado ha sido consecuencia de nuestro esfuerzo, trabajo y dedicación.
No dejemos que la carga social impuesta a las mujeres a través de los años nos impida adueñarnos de nuestros logros, ya que una vez que las abogadas de este país acepten sus logros y se sientan dignas de sus éxitos, los usarán como impulso para ir por más.
Aprendamos a tomar posesión de nuestros éxitos, a superar las dudas sobre nosotras mismas, y a eliminar los patrones de pensamiento que socavan nuestras capacidades para poder continuar desafiándonos y desarrollándonos académica y profesionalmente.