El próximo gabinete ¿cambio o retroceso?

A diferencia de la liturgia política donde el presidente electo anunciaba el gabinete a tan sólo unas cuantas horas de tomar el poder, el virtual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, lo ha venido haciendo desde su campaña y lo ha ratificado después de ganar la elección.

A menos de un mes de haber ganado la elección ya conocemos los nombres propuestos por AMLO para ocupar las secretarías de Estado y las principales direcciones de empresas productivas del Estado.

Este nuevo procedimiento marca una diferencia fundamental tanto con las costumbres de gobiernos priistas y con la que en su momento pretendió llevar a cabo quien fuera el primer presidente de la alternancia, Vicente Fox Quezada, de armar un gabinete entre integrantes de su partido y personajes seleccionados a través de headhunters.

El anuncio del gabinete a tan sólo unas horas de asumir el poder representaba un riesgo fundamental sobre cómo sería tomado, de las señales que mandaría realmente, incluso en ocasiones causaba problemas muy importantes como fuga de capitales, devaluaciones y confrontaciones políticas de todo nivel. La propuesta de López Obrador, que realmente es novedosa, parece descontar ese tema.

Si bien los personajes seleccionados para ocupar las secretarías de Estado y direcciones generales han causado polémica y desconfianza, esto aún no impacta en los mercados financieros y tampoco merma en la confianza del presidente electo.

Sin embargo, lo novedoso de su procedimiento no tendrá resultados positivos si en el tiempo de transición no ratifica y rectifica algunos de los nombramientos que definan perfectamente su proyecto de nación y su forma de llevar la gestión gubernamental.

La elección del pasado 1º de julio representó un verdadero ejercicio democrático, donde la gente votó principalmente por un cambio, que en este caso lo representó la candidatura de Andrés Manuel López Obrador, pero el nombramiento de su equipo de trabajo empieza a generar dudas sobre si sus colaboradores realmente representan el cambio o es una vuelta al pasado.

Hasta ahora, el gabinete propuesto por AMLO representa el integrado por los hombres de mayor edad.

Sólo como referencia, un adulto mayor es considerado a partir de los 60 años, de acuerdo a la ley un hombre inscrito en el Instituto Mexicano del Seguro Social se puede jubilar a partir de los 60 años.

En este caso, al menos 7 de los propuestos rebasan esa edad, unos por mucho.

Dentro de las propuestas se tiene, por ejemplo, a Javier Jiménez Espriú para la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, quien tiene 81 años de edad; el propuesto para la dirección general de la Comisión Federal de Electricidad, Manuel Bartlett Díaz, es un año mayor, tiene 82 años; la magistrada Olga Sánchez Cordero, que va a la Secretaría de Gobernación, tiene 72; su Jefe de Oficina, el empresario neoleonés, Alfonso Romo, tiene 68 años; Esteban Moctezuma, que va a Educación Pública, tiene 63; Miguel Torruco, que va a Turismo, tiene 67; Víctor Villalobos, que va a SAGARPA, tiene 65 años; Carlos Manuel Urzúa, que ocupará Hacienda y Crédito Público, tiene 63; y Jorge Alcocer, que va a la Secretaría de Salud, tiene 71 años.

La otra crítica que pesa sobre el gabinete propuesto, es que la mayoría de ellos no han tenido experiencia en el sector público. Algunos han desarrollado su carrera profesional en la academia exclusivamente, como la que ocupará la Secretaría de Economía, Graciela Marqués Colín; sin preparación ni experiencia profesional en el sector en el que serán responsables, como el próximo director de Pemex, Octavio Romero Oropeza, quien aunque goza de buena reputación nunca ha trabajado dentro del sector energético ni, por supuesto, en Pemex.

Caso especial y de mucha polémica es quien ocupará la dirección general de la Comisión Federal de Electricidad, Manuel Bartlett, a quien han criticado no sólo por su pasado como secretario de Gobernación, de Educación o Gobernador de Puebla, sino por su falta de experiencia en el sector energético y, particularmente, en electricidad.

Al final, muchas de las críticas también se han basado en que no existen caras realmente nuevas y probas que realmente representen el cambio que ha venido prometiendo el virtual presidente de México. A muchos de ellos los identifican con personajes del pasado que fueron muy mal calificados por la sociedad y que por ello se demandaba y se espera un cambio.

La pregunta queda en el aire, ¿realmente vamos encaminados a un cambio y pasaremos, como lo ha prometido el próximo presidente de México, a la cuarta República?

El planteamiento es claro: pasar de un supuesto neoliberalismo que en teoría nos ha quitado la oportunidad de crecer, a un nuevo nacionalismo, basado en los regionalismos que nos den bienestar, capacidad de crecimiento y extirpe la pobreza extrema del país.

El peligro, el riesgo que existe es que el proyecto se atore de nueva cuenta en la propuesta del antiguo PRI, del nacional revolucionario y se creen los vicios y costumbres de los cuales la población ya se cansó y, por eso mismo, votó por un cambio.

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