A escasos 30 días de haber asumido el cargo, algunas decisiones del Presidente Andrés Manuel López Obrador han generado un clima de sobresaltos políticos y económicos, que nos traen como en una excitante «montaña rusa». Algunas han sido vistas como positivas en «favor de los pobres», pero otras están siendo muy cuestionadas.
La más polémica sin duda ha sido la cancelación del nuevo aeropuerto de Texcoco, que de entrada implica tirar a la basura los 100 mil millones de pesos ya invertidos en la obra que tiene el 32% de avance, a lo que deberán sumarse los 1800 millones de dólares que costara pagar con fondos públicos, sin necesidad, la recompra de los bonos de deuda de largo plazo que emitió el gobierno federal, además de otras millonarias indenmizaciones aun no contabilizadas que habrán de pagarse por esta arbitraria cancelación, sin omitir los más de 80 mil millones de pesos que costaron los vaivenes en la bolsa de valores, por la desconfianza de varios inversionistas en medidas económicas del nuevo gobierno.
Algunos especialistas nacionales y extranjeros han equiparado este fenómeno, en magnitud y cifras, al negativo costo que produjo para las arcas públicas en los 90´s el rescate bancario conocido como FOBAPROA, al que han calificado como el fraude económico más grande de México.
El así llamado AEROPROA, si bien ahora es considerado por algunos simpatizantes como un acto patriótico, seguramente será reclamado por la historia a AMLO, cuando termine su gestión, no solo por los daños económicos que ocasionara, sino por frenar el proyecto aeroportuario de la región, más ambicioso de los últimos años.
El telón del 2018 está bajando con otra polémica decisión: la construcción de un lujoso proyecto inmobiliario en el Campo Militar No. 1 F, en un terreno de la Secretaria de la Defensa Nacional, de 8.5 millones de metros cuadrados de bosque, ubicado en el Paseo de la Reforma y la Av. Constituyentes, operación que ya había intentado el ex presidente Enrique Peña Nieto, y que fue frustrado por la enérgica oposición de legisladores de izquierda, vecinos y activistas, entre otras razones, por ser una frivolidad que huele a corrupción y por ser una obra inviable en materia ambiental, de movilidad y por la evidente falta de agua de la zona.
En la última semana se ha hecho viral en las redes un video del combativo diputado de izquierda (PT) Gerardo Fernández Noroña, dirigido a AMLO, en el que exhorta a su «compañero presidente» para que dé marcha atrás a este proyecto, que pretende justifica diciendo que «los recursos que de ahí se obtengan se utilizaran para financiar la guardia nacional», asegurando Fernández Noroña que es inaceptable y que los mismos argumentos que se utilizaron para evitar que Peña Nieto realizara la obra, se aplican a AMLO, convocando el diputado a correligionarios y a la ciudadanía, para que se opongan y defiendan este bosque, que solo debe beneficiar a los ciudadanos, invitando reiteradamente en el video al Presidente de la República para que modifique su decisión.
Ojala que López Obrador aplique nuevamente el conocido refrán popular que «es de sabios rectificar y reconocer los errores», como lo hizo recientemente a propósito de la presunta eliminación de la autonomía de la UNAM.