La pobreza avanzó a pasos agigantados en las últimas décadas y constituye actualmente la principal problemática que debe atenderse con urgencia desde los primeros instantes de la nueva administración federal. Basta recordar que en los recientes tiempos electorales el principal clamor escuchado fue el de la pobreza en sus distintas expresiones. México no puede esperar más y es verdad que se debe atender con urgencia, ya que se trata del origen de otras problemáticas que se han agravado en nuestro país, como por ejemplo, la migración masiva de connacionales a territorio estadounidense, el narcotráfico, la inseguridad pública, la falta de oportunidades, el desempleo, la corrupción.
Hay que reconocer que se han realizado importantes esfuerzos en los últimos años, sin embargo, no menos verdad lo es que han sido insuficientes, ya que el crecimiento económico no ha sido capaz de incrementar la riqueza nacional y reducir la brecha de la desigualdad social que impera en el país, esto es que existe enorme concentración de riqueza de unos cuantos frente a cinco decenas de millones de pobres. Esta problemática ha sido acertadamente parte fundamental del Proyecto de Nación del presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, quien además ha señalado reiteradamente como premisa fundamental para abatir la pobreza, el impulso al campo mexicano.
El desafío es de alto calibre, ya que actualmente el sector agrícola aporta apenas un 4% del producto interno bruto, cuando la población productiva que depende de esta actividad es de 13 millones de mexicanos; en otras palabras, de potencializarse el campo podría significar sacar de las filas de la pobreza a millones de mexicanos, además debe considerarse que un 13% del territorio mexicano actualmente se dedica a esta actividad.
Para conquistar el desafío planteado, se debe considerar como un eje principal de acción el llevar a cabo una adecuada planeación con una clara visión hacia al futuro. El Plan Nacional de Desarrollo, como instrumento gubernamental debe contener acciones precisas para incentivar la producción de alimentos, adicionalmente la Ley de Ingresos y el Presupuesto de Egresos, deberá contener incentivos para la agricultura, que privilegien el mercado interno en un claro objetivo de establecer soberanía alimentaria e incorporar subsidios suficientemente razonables y justificables que sean determinantes para la potencializar al máximo posible la producción de alimentos. Otro aspecto importante, que no se puede soslayar es el combate a la corrupción en esta actividad, ya que se debe transparentar la entrega de apoyos y garantizar su aplicación.
Otro aspecto no menos importante es el relativo a las mejores prácticas a nivel global en materia de agricultura, ya que podría generarse una mejor productividad de los agricultores mediante una adecuada capacitación orientada no solamente al potencial de las tierras, sino a las necesidades y oportunidades que el mercado ofrece.
Adicionalmente, es conveniente revisar el marco normativo del sector agrícola y orientar esta actividad productiva hacia la eficiencia y un desarrollo eficaz, con el objeto de que los gobiernos de los Estados y municipios se encuentren alineados a las estrategias que sean determinadas a nivel federal.
Finalmente, en mi opinión México podría ubicarse dentro de las principales potencias de producción de alimentos en el mundo y constituir una verdadera palanca de desarrollo nacional en la materia, lo que podría generar no solamente disminuir la brecha de la desigualdad social, sino también representaría un elemento determinante para combatir otras problemáticas como el narcotráfico y la migración.