El día de ayer 16 de abril, se conmemoró el Día Mundial contra la Esclavitud Infantil, consideramos que es una fecha realmente importante para tomar conciencia, ya que desafortunadamente en pleno siglo XXI aún existe la explotación laboral y la esclavitud de millones de niños.
Por ese motivo, es de suma importancia que la sociedad en general, el Estado en particular y las grandes, medianas y pequeñas empresas pongan un granito de arena en favor de erradicar este grave problema.
Como antecedente recordaremos que el motivo de esta conmemoración es debido a que un niño llamado Iqbal Masih, fue vendido a la edad de 4 años por su padre para garantizar una deuda de 600 rupias, motivo por el cual pasó su infancia trabajando en régimen de semiesclavitud.
Posteriormente un 16 de abril de 1995, fue asesinado mientras conducía su bicicleta en las calles. Es por ello que en su honor y homenaje, determinadas ONG han establecido este día como el Día Mundial contra la Esclavitud Infantil.
Ahora bien, es importante resaltar que las Naciones Unidas se dieron a la terea de trabajar sobre los derechos de la infancia, mismos que después de 10 años con las aportaciones de representantes de diversas sociedades, culturas y religiones quedaron plenamente estipulados en la Convención sobre los Derechos del Niño, que fue aprobada como tratado internacional de derechos humanos el 20 de noviembre de 1989.
Esta Convención establece en su Artículo 1 que: “…se entiende por niño todo ser humano menor de dieciocho años de edad, salvo que, en virtud de la ley que le sea aplicable, haya alcanzado antes la mayoría de edad”.
El Artículo 32 señala que: “…Los Estados Partes reconocen el derecho del niño a estar protegido contra la explotación económica y contra el desempeño de cualquier trabajo que pueda ser peligroso o entorpecer su educación, o que sea nocivo para su salud o para su desarrollo físico, mental, espiritual, moral o social”.
No obstante lo anterior, el número de niños sometidos a todo tipo de explotación es alarmante, toda vez que los datos de UNICEF, nos dicen que existen más de 246 millones de niños en el mundo de entre los 5 a los 14 años de edad que son explotados y de esos el 70% por alguna razón pone en riesgo su vida y por supuesto, la causa más evidente es la pobreza extrema.
El Informe de Evaluación de la Política de Desarrollo Social 2018, realizado por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), presenta un panorama de la política de desarrollo social del país en los últimos años y de acuerdo con los datos mencionados, México reportó que 43,6 % de su población vivía en la pobreza en 2016, una reducción de 1,9 millones de personas frente a 2014, mientras que los avances en el combate a la extrema pobreza fueron algo más sustanciales.
No cabe duda que la pobreza es un fenómeno multidimensional que rebasa el factor económico y que también constituye una verdadera causa y consecuencia de violaciones a derechos humanos.
Es por ello que el Estado debe llevar a cabo un programa integral para el combate a la pobreza con adecuadas políticas públicas, ya que tenemos aproximadamente más de dos millones de niños que son obligados a trabajar y esto trae como consecuencia una violación a los derechos de niñas, niños y adolecentes, los cuales indudablemente son víctimas de abuso en el trabajo infantil.
En México, estamos acostumbrados a conmovernos ante cualquier desgracia ajena, por ejemplo, aparecen muchos casos de niños desaparecidos o que necesitan un trasplante para salvar su vida y esto genera que la sociedad en general se organice para realizar diferentes tipos de acciones que conllevan a ayudar a enfrentar y resolver ese problema, sin embargo, si el tema tiene un apoyo mediático, a veces somos sensibles ante las injusticias y las desgracias y especialmente si los implicados son menores. Entonces nos preguntamos, ¿por qué no reaccionamos ante la injusticia de la esclavitud de los niños? y ¿Por qué no se erradica de una vez este grave problema que padecen millones de niños? La respuesta no es fácil de entender, ya que en ocasiones no existe voluntad política pero podemos hacer que la haya, si queremos.
De esta manera consideramos oportuno mencionar que es necesario otorgar a todas las niñas, niños y adolescentes las mismas oportunidades para que tengan un desarrollo adecuado, que las políticas públicas enfocadas a la niñez y la adolescencia tomen en cuenta las realidades heterogéneas que enfrentan estos grupos poblacionales y observar la equidad para eliminar las barreras que privan a los más pequeños de un futuro mejor.
Por consiguiente, debemos hacer verdadera conciencia del camino tan largo que aún queda por recorrer para lograr terminar con este lastre de la sociedad infantil y asumir que la infancia de cualquier país es, sin duda, su futuro.
«No hay causa que merezca más alta prioridad que la protección y el desarrollo del niño, de quien dependen la supervivencia, la estabilidad y el progreso de todas las naciones y, de hecho, de la civilización humana».
Plan de Acción de la Cumbre Mundial a favor de la Infancia, 30 de septiembre de 1990.