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¿Crisis de la democracia o crisis del republicanismo?

En los últimos tres o cuatro años se han publicado multitud de libros que hablan de una crisis de la democracia en el mundo, tantos (y tan bien vendidos) que me hacen pensar si esa crisis no es un salvavidas para la industria editorial, con independencia de que sea cierta o no.

Tantas mentes brillantes escribiendo sobre el mismo tema reflejan una preocupación sobre lo que observan en el mundo.

Me detengo a reflexionar en dos puntos sobre esta pléyade de libros. El primero es que la discusión debería centrarse primero en la definición de democracia, porque atendiendo a la misma podremos entonces debatir acerca de su posible crisis; desde luego no todos los libros sobre el tema establecen un concepto de tal figura, y menos uno que sea universalmente aceptado.

[Más del autor: ¿Federalismo de izquierda?]

En lo personal me quedo con la aproximación de Adam Przeworski escrita en “Crises of democracy”, para quien la democracia implica un sistema en el que los que están en el gobierno tienen la posibilidad real de perderlo en las próximas elecciones. Definición mínima, tan útil como debatible.

El otro punto que expongo es el siguiente: tal vez la crisis no sea de la democracia como tal, sino de la forma de gobierno republicana en su formulación clásica del constitucionalismo americano. Este concepto de gobierno republicano tiene un sedimento de profundas dudas sobre las mayorías, acerca de la corrección moral de las decisiones del pueblo y se manifiesta institucional y teóricamente en la idea de “pesos y contrapesos” en la que la judicatura  constitucional juega un papel esencialmente contramayoritario (de nuevo Przeworski).

Recordemos que los padres fundadores dejaron claro que su idea era de un gobierno republicano, no de una democracia.

[Más del autor: De votos a votos]

Este modelo está en crisis en varios países, lo mismo en Europa del este que en Estados Unidos o en Brasil; observamos gobiernos que descreen de los equilibrios y afirman la necesidad de un poder político fuerte y unificado que realice los cambios requeridos para mejorar la situación económica de la población, o resolver un hartazgo social.

Si mi intuición es correcta, la crisis no es de la democracia, sino de una forma de entender el gobierno a través de la división de funciones. O dicho de otra manera, estaríamos en una época difícil para un tipo concreto de democracia, adjetivada generalmente como liberal, aunque yo prefiero nombrarla como republicana.

En este contexto la precisión en los términos es necesaria para poder fijar la situación concreta que se afirma peligrosa, así como para sugerir medidas para su atención.

Tal vez no haya existido otro momento en la historia en que la confusión de los conceptos para encontrar los males lleve con tanta claridad a la confusión en las soluciones.

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