Constituyentes y reforma – 1era Parte

La necesidad de una nueva Constitución es un postulado en el que nadie se pone de acuerdo, pero resulta indispensable tener esta discusión para cuestionarse si nuestra Carta Magna es obsoleta o si cumple con las expectativas de la realidad actual.

Quizá para algunos puristas del Derecho Constitucional sería una aberración total el pensar en un nuevo Contrato Social y debemos dejar la actual Constitución como se encuentra y que se siga reformando y reformando por los siglos de los siglos, al fin es una las pocas buenas herencias que nos dejó la revolución mexicana. Sin embargo, la realidad de hace más de 100 años no es ni remotamente cercana a la que estamos viviendo en estos tiempos.

Que el legislador ha adaptado nuevas reformas, instituciones y figuras jurídicas a las necesidades políticas y sociales de los diferentes tiempos, de eso no hay lugar a dudas. Pero, es un hecho que es imprescindible contar con un entramado jurídico que se encuentre plenamente actualizado y que no se “remiende” como si fuera una simple tela deshilachada, lo cual se está haciendo con la Constitución vigente.

El pasado 5 de febrero, en el marco del 102 Aniversario de la promulgación de nuestra Constitución, el Presidente López Obrador se pronunció a favor de crear una nueva Carta Magna, en lo que se entendió como el máximo postulado de la 4T. Esto, ya que considera que la Constitución de 1917 ya está muy “parchada” y que no cumple con la realidad con la que estamos viviendo. A lo cual tiene razón, pues los postulados revolucionarios no son los mismos que los del siglo XXI, en los que la justicia social ha evolucionado de: “Repartamos todo para dar a los que menos tienen” a: “Creemos oportunidades para que los que menos tienen puedan vivir de una manera digna”. Este es solo uno de los puntos que se tienen que plantear desde el ámbito de la creación de un nuevo Pacto Federal.

A este respecto, en el rubro de la asistencia social se debe establecer una evolución de esta política pública, para pasar de ser una mera ayuda monetaria y alimenticia, a toda una cimentación de principios en los que se apoye el emprendimiento y el desarrollo de empresas en las comunidades más desfavorecidas, para que se pueda dar la generación de empleos que mejoren la calidad de vida de los habitantes de dichas poblaciones.

Asimismo, en la Constitución se deben establecer las bases para iniciar el paso hacia una economía basada en el conocimiento, en el desarrollo tecnológico y en la evolución del sector energético para pasar de ser un país petrolero a uno que cimiente su crecimiento en la generación de instrumentos tecnológicos innovadores que sean útiles para el mundo y que compitan con los grandes “Tigres Asiáticos”. Al final, talento hay, solo falta apoyarlo, como diría aquel “spot”.

Al igual, nuestro sector energético necesita una reforma profunda. Sin duda, la reforma energética peñanietista se quedó en un buen intento y se basó primordialmente en el sector petrolero, cuando deberíamos haber visto hacia adelante. Las energías limpias son a lo que debemos apostar en estos momentos, hacia allá va el mundo, pero México como siempre va tarde. Y, ¿por qué sucede? Por tener una Constitución desactualizada y que establece una economía basada en el petróleo, algo que hace más de 100 años era concebible, ahora no.

La nueva forma de interactuar con el gobierno también debe ser una de las cuestiones que deben plantearse en una nueva Carta Magna. Todo va encaminado para establecer al Gobierno Digital como una de las políticas que tendrán una mayor evolución a nivel mundial y que México bien se está convirtiendo en un punto de referencia. El acceso a Internet se está concibiendo ya como un derecho humano y que el Estado otorgue facilidades para que se puedan realizar trámites o servicios a través de esta red mundial es una de las cuestiones que trae consigo. En este rubro algunas Constituciones como la de Estado de México y Puebla se encuentran más avanzadas en este aspecto en comparación con la Federal, por supuesto es un tema que no ha estado en la agenda del legislador, pero que es importante para la evolución en la forma de hacer gobierno.

Estos son solo algunos temas que deberían establecerse en una nueva Constitución o en reformas que deberían aprobarse a la vigente, pero ¿qué estaría buscando la 4T en su posible proyecto de nueva Constitución? ¿El Corporativismo estaría siendo una de las figuras que seguirían existiendo en el posible nuevo Pacto Federal? ¿Qué concepción de justicia social se establecería en la Carta Magna?

 

La respuesta a estas preguntas, la siguiente semana.

 

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