Constitucionalismo de tierra, de arena, de asfalto.

Tal vez ha llegado el momento de replantearnos un constitucionalismo nuevo para México. Un acercamiento distinto a la Constitución que parta de considerar algunas claves diversas a las que hemos usado, que acepte la realidad y sea capaz de construir una máquina capaz de entenderla y transformarla.

Este nuevo constitucionalismo podría tomar como base algunas de las ideas siguientes:

  1. El rechazo al uso de las categorías por el mero placer de usarlas.
  2. El repudio a la aceptación acrítica de los grandes nombres por el simple hecho de serlo.
  3. La aceptación del conflicto como una constante no sólo de la vida política, sino de la propia Constitución y sus doctrinas.
  4. La existencia de vida después del garantismo.
  5. La necesidad de leer a los otros y las otras, a quienes piensan distinto. Sobre todo, leerlas.
  6. El debate como elemento necesario de la creación intelectual.
  7. La realidad mexicana en toda su tragedia y grandeza. Tenerla siempre presente.
  8. La lucha por un lenguaje que sea preciso, claro y elegante a la vez.
  9. La apertura mental, no sólo a lo producido en Europa, sino también a lo que se piensa en otras partes de Latinoamérica, y sobre todo, eliminar el centralismo intelectual. Se piensa fuera de la Ciudad de México.
  10. La literatura, la música, las artes en general, como caminos para entender a la persona humana y a nuestra realidad.

No creo en el rechazo de lo existente, y menos en el asilamiento intelectual. Pero sí en introducir más realidad en nuestra disciplina. Un constitucionalismo rulfiano en el sentido de ver nuestra tierra, que es ver nuestra realidad, y aceptarla sin querer eliminar su tendencia contradictoria.

Un constitucionalismo de tierra, de arena, de asfalto. De pueblo y de ciudad, de Rulfo y de Cid Vela. Un constitucionalismo de plaza, de mercado, de taquería. Uno en que se reconozcan lo mismo Alfonso Reyes que Yordi Rosado.

Un constitucionalismo nuestro.

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