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Baquetas al Cielo

“Más apacible, mesurado, aparentemente introvertido y reservado, nunca tuvo problemas porque los reflectores estuviesen siempre quemando la imagen de sus compañeros de banda.”

Los decibelios parecían no afectarle en lo absoluto.

Su sangre fría permitía que sus movimientos estuviesen totalmente acompasados, casi perfectos, como un corazón bien ejercitado.

Los gritos de la gente, el humo, los cambios de iluminación, el calor del escenario, la energía de las presentaciones, los movimientos, bailes y cantos de Mick Jagger y las indicaciones de Keith Richards, parecían no causarle ninguna alteración en su perfecto movimiento de manos.

Se sentó en la silla de las percusiones del grupo en el año de 1963, y no dejó ese asiento nunca más. Los Stones parecían inhumanos, año tras año, disco tras disco, gira tras gira, todos mayores de 70 años y presentándose como si la edad y la parafernalia de vivir su propia leyenda fuese poca cosa.

Incluso se puso de moda en internet jugar con memes sobre su edad y la manera en la que continuaban dando vida al Rock en todo el mundo, con giras incluso más extensas y amplias que las de muchos artistas actuales.

Su personalidad siempre lo distinguió de los otros miembros del grupo. Más apacible, mesurado, aparentemente introvertido y reservado, nunca tuvo problemas porque los reflectores estuviesen siempre quemando la imagen de sus compañeros de banda.

Charlie Watts visitó con los Stones cuatro veces nuestro país.  Sinceramente, hasta pocas veces fueron considerando que se trata de uno de los grupos más longevos en la historia de la música.  Ocuparon los escenarios desde la invasión inglesa, ese periodo cuando los éxitos llegaron de Europa a revolucionar América. Han visto surgir bandas, crecer y desintegrarse y ellos siguen firmes como una ceiba.

Entonces llegó la pandemia que jamás olvidaremos y los escenarios se cerraron.  Los Rolling Stones se encontraban en plena gira por Estados Unidos y tuvieron que parar todo.

La música, la cultura y todas las expresiones culturales multitudinarias se cancelaron. Todos los que tengan un mínimo gusto por la música, saben que los Stones eras devoradores de masas, devoradores de estadios, su espectáculo rebosaba cualquier recinto, rompiendo brechas generacionales y musicales.

Hace dos meses se anunció la reanudación de su gira “No Filter” por Estados Unidos, que arrancaría el 20 de septiembre del 2021 en San Luis Missouri, y concluiría después de 13 conciertos el 29 de noviembre en Austin, Texas.

Nadie pudo prever que Charlie Watts no estaría con nosotros para esta nueva aventura del grupo que más millas a caminado haciendo giras por todo el mundo. El mismo Mick Jagger, por problemas cardiacos, hizo parar la gira en sus inicios, se recuperó, regresaron y llegó la pandemia, y ahora con las nuevas fechas existe incertidumbre de muchas cosas, incluso si se llevarán a cabo, pero lo único cierto es que el icónico maestro de la batería no estará más con la gran banda, cuyo espectáculo es considerado por los críticos de la industria, como “el más grande de todos los tiempos”.

Charlie Watts conocía cada canción, cada beat, cada tempo, del vasto catálogo de los Rolling Stones. Sabía cómo subir y bajar el ritmo según escuchaba la voz de Mick, y sabía cómo modular la energía de su vocalista estrella con sólo ver sus espaldas. A ese nivel de comunicación y conexión se encontraban los miembros de esta gran banda después de 58 años de generar música en vivo en los mejores escenarios del orbe.

Pocos saben que Watts era amante del jazz. Que tenía proyectos musicales paralelos a los Rolling Stones que contaban con su exquisita ejecución.  Con su muerte, no solo se va de este mundo una leyenda, sino que deja incompleta por primera vez, a la icónica banda que por un momento pensamos eran inmortales.

Y con su muerte, muere también un legado, una época que nos recordaba con cada presentación el corazón rebelde de esa generación de finales de los 60, que tenían una convicción a prueba de todo.

Las expresiones de dolor en la industria musical no se han hecho esperar. Se va un grande.  Un genio. Una persona que además de formar parte de la gloria musical terrenal, deja innumerables récords Guinness de ventas, conciertos, ingresos y, al final, siempre pudo mantenerse como una persona sencilla y afable.

Se ha ido Charlie Watts, baterista de los Rolling Stones, dejando un inconmensurable legado de música y recuerdos. Sobrevivientes de otra generación, admirados por todos, es la primera vez que se baja del escenario una de las importantes piezas de esa agrupación, de las icónicas piedras rodantes, las originales.

Con una vida llena de historias, anécdotas, recuerdos y energía, a partir de ahora empieza la segunda parte de la leyenda de los inigualables Rolling Stones, ahora sin ese baterista que estuvo ocupando esa silla durante tanto tiempo, que desarrolló esa complicidad única con su banda, aquel que no perdió oportunidad al estar en nuestro país, de rendir tributo a la pirámide del sol y a la casa de Frida Khalo y Diego Rivera.

Siempre es buen tiempo para escuchar algo de los Rolling Stones, ahora será en memoria del gran Charlie, el baterista incansable de una banda milenaria.

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